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    Un hombre de paz

    Filántropo, idealista, humanista, arquitecto y extraordinario fotógrafo, REZA, proyecta una mirada sensible sobre el mundo.

    Las poderosas fotografías de Reza Dehati, conocido simplemente como REZA (Tabriz, Irán, 1952) se publican desde 1979 en cabeceras como National Geographic, Time Magazine, Stern, News Week o Paris Match. Sus imágenes invitan a descubrir pequeñas historias humanas que hablan de lo bello y lo duro que es vivir. Hemos conversado con el afamado fotógrafo con motivo de su proyecto para la compañía Nespresso, que le ha invitado a retratar a los campesinos de sus cafetales en Colombia, Brasil, Guatemala, India y Etiopía. El resultado es la preciosa exposición Soul of Coffee. Con más de veinte libros publicados e innumerables premios, REZA es más que un fotógrafo. Desde 1983 promueve la educación visual de jóvenes y mujeres como vehículo para transmitir un mensaje de paz. En 2001 fundó la ONG Aina, en Afganistán, además de desarrollar distintos proyectos solidarios en campos de refugiados y suburbios de Europa.

    © Mark Thiessen / National Geographic

    ¿Cómo llegó la fotografía a su vida?
    Cuando era un niño de apenas 9 o 10 años y aún vivía en mi ciudad natal, Tabriz, solía pasear por las calles y quedarme sobrecogido al ver la pobreza circundante. Me impresionaba ver a niños descalzos, familias pobres, mendigos, y siempre pensaba que debía fotografiarlos para que la gente conociera su existencia. Así es como llegó la fotografía a mi vida. Tomé mis primeras fotos con 14 años.

    Usted ha fotografiado guerras, revoluciones y catástrofes ¿para qué piensa que sirve el arte?
    Creo que la naturaleza esencial del arte es la de servir de enlace, de conexión. La imagen debe transmitir un conocimiento profundo de nuestras raíces. Aspiro a que mis fotografías actúen como un puente entre las personas, que susciten reflexiones sobre la humanidad.

    ¿Cuándo descubrió el poder de la fotografía como motor del cambio social?
    Hace cuarenta años, justo al principio de mi carrera, empecé a comprender la importancia de la fotografía. Me di cuenta de que estábamos al comienzo de un nuevo lenguaje universal pues a través de la imagen podía hacerse llegar al mundo distintos mensajes e ideas. La fotografía incita a la gente a reflexionar sobre la humanidad. Ofrece emoción e información. Es un arte que puede ser la semilla de un cambio.

    Usted ha recorrido cientos de países. ¿Cuál le ha cautivado más?
    El único país que me ha cautivado se llama Planeta. No creo en las fronteras, en las barreras, todo eso son límites artificiales creados por el hombre por puro instinto animal. La esencia humana no tiene nada que ver con las fronteras. Obviamente mucha gente podría decirme: «¡si las suprimiéramos se desataría el caos!». Es verdad, tal vez hubiera más conflictos… sin embargo lo único que sé es que la raza humana debería sentir al planeta como su único país. Sueño con que seamos capaces de alcanzar de alguna forma esa meta. Y que sea pronto.

    ¿Qué proyectos considera un hito en su carrera?
    La manera en la que concibo cada proyecto es ya de por si un hito. No hay un proyecto pequeño, todos son igual de importantes para mí. ¡Ése ha sido el logro de mi carrera!.

    ¿Cuál es la esencia de su proyecto Aina?
    Aina habla de cómo debemos mirar el trabajo que hacen las organizaciones humanitarias. Muy pronto comprendí que en los territorios en conflicto se producían dos tipos de destrucción: la psicológica y la material. Las organizaciones humanitarias se encargan de reconstruir las ciudades, los puentes, las casas… pero hay una devastación más grave que la material, más profunda y difícil de recomponer: la destrucción del alma, de la cultura, y ninguna organización se ocupaba de ella. Si no curamos las heridas emocionales de las personas, tendremos pueblos enteros, países, traumatizados. Aina nace para ayudar en cada país, en cada región, en cada comunidad, educándola, en especial a sus mujeres, para que vean que pueden vivir en paz. Para ello recurrimos a los medios de comunicación y a las herramientas que proporciona la cultura. Editamos revistas y periódicos para las familias, sobre todo para los niños, con fantásticas ilustraciones a color y textos muy sencillos, en los que trasmitimos este mensaje de paz.

    ¿Cuál ha sido el mejor consejo que ha recibido? ¿Y cuál daría usted a un joven fotógrafo?
    Todas las personas que he conocido en diferentes países, lugares, situaciones, me han enseñado algo sobre la filosofía de la vida, sobre cómo actuar, cómo reaccionar y cómo comportarse. Da igual quien seas. Puedes ser mi héroe personal. Pescadores, campesinos, granjeros, gente que pertenece a estratos bajos de la sociedad, se han convertido en héroes para mi. Un momento especial en mi vida fue conocer al joven Aina, y el increíble consejo que me brindó. El mismo que yo daría a cualquier otro joven. [ver recuadro Aina]

    ¿Cuál es su proyecto soñado?
    Erradicar la guerra. ¡Ojalá aprendiéramos a vivir en paz!. Confío en que la humanidad lo consiga dentro de quinientos o mil años. Cuando nuestros descendientes miren atrás se preguntarán: «¿Es posible que nuestros antepasados fueran unos bárbaros, y dedicaran su dinero a la guerra, a comprar tanques y a matarse los unos a los otros por minucias, en vez de educar a los niños?». Después de haber pasado tanto tiempo en lugares en conflicto estoy convencido de que la cultura de la paz es fundamental para la humanidad.

    Raquel García-Osuna

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