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    Una conversación con Vik Muniz

    ¿Qué es en realidad una imagen? ¿Hasta qué punto nos dejamos engañar por la avalancha diaria de imágenes?. Unas preguntas que Vik Muniz (Sao Paulo, 1961), plantea con ingenio y originalidad en sus trabajos. El prestigioso artista brasileño acaba de inaugurar su cuarta exposición en la galería Elba Benítez de Madrid, en la que se reúnen dos corpus de su producción: obras inspiradas en Warhol y fotos de Magazine 2. Adicto total al trabajo, Muniz hace una corta escala en Madrid, desde París, donde ha visitado la feria Paris Photo, antes de subirse a otro avión que le llevará hasta China. Autodidacta y versátil, con obra en los grandes museos internacionales, es además embajador de Buena Voluntad de la UNESCO. En 2011 un largometraje sobre su obra, Tierra baldía, fue nominado a los Oscar como mejor documental. Volcado en las artes visuales, la educación, la teoría de los medios de comunicación y la ciencia, es co-fundador de la influyente publicación, Blind Spot.
    Muniz es consciente del poder del arte en la esfera pública, y esto es visible en su serie de proyectos relacionados con el medio ambiente (algunos de ellos pueden verse en su web: www.vikmuniz.net). En esta jugosa conversación el fotógrafo nos habla con pasión y conocimiento sobre la creatividad, la percepción visual y los avatares de su vida en Nueva York. Rosalind Williams

    Nos gusta empezar las entrevistas preguntando a los artistas por sus comienzos. Creo que su carrera ha sido algo sinuosa, es decir, que tengo la impresión de que no siempre fue artista ¿es así? Me crié en Sao Paulo. Sabía de arte pero no era artista. Dibujaba desde siempre y mi formación era básicamente académica, pero no tenía la más remota idea de cómo funcionaba el mercado del arte. Soy hijo único de una familia de clase media trabajadora. Cuando mis padres se iban a trabajar, me dejaban al cuidado de mi abuela. Solíamos sentarnos en el sofá por las tardes y pasábamos el rato hojeando revistas y leyendo libros. Cuando estaba en segundo curso de la escuela primaria, una edad en que la mayoría de los niños abandonan la complejidad del lenguaje visual para abrazar el alfabeto, más práctico, yo, tal vez por la frustración de no ser capaz de entenderlo, hice el recorrido inverso y me puse a dibujar. Más tarde hice ilustraciones y trabajé en revistas.
    En realidad, la profesión que más me interesaba era la de psicólogo. Incluso me presenté a los exámenes del ingreso en la facultad. Pero la prueba de acceso era muy dura y tenías que saber matemáticas, así que no aprobé el examen, aunque lo intenté en dos ocasiones más. A los catorce años gané un concurso en un festival artístico para escuelas públicas y conseguí una beca para una academia para estudiar dibujo y escultura. Durante tres años mis padres me ayudaron a pagar la matrícula de estos cursos. El siguiente acontecimiento importante para el desarrollo de mi carrera, por decirlo de algún modo, fue un proyecto que ideé sobre diseño. Consistía en encontrar vallas publicitarias por la ciudad y evaluar su eficacia como soportes para difundir información. Pues bien, gané un premio por este proyecto y cuando fui a la ceremonia de recogida, presencié una pelea entre unos señores. Les separé pero al darles la espalda, uno de ellos cogió una pistola y me disparó. Cuando me recuperé de las heridas, y con el dinero que me habían dado de la indemnización, viajé a Nueva York. En realidad fui para perfeccionar mi inglés. La casualidad hizo que aterrizara el día de la Fiesta Nacional, el 4 de julio. Me fui a ver la celebración en Central Park y me dije a mi mismo: “Aquí es donde quiero estar.” ¡Aquella celebración de fin de semana ha durado más de treinta años!.

    Así que, como decimos por aquí, no hay mal que por bien no venga. Usted consiguió transformar una experiencia mala en algo positivo Es cierto. Si sobrevives a una mala experiencia, si logras superar el trauma, puedes sacar alguna enseñanza positiva de la experiencia.

    En pocas palabras, ¿cuál sería la esencia de su trabajo? Siempre me ha interesado la psicología, y ésta ha tenido presencia constante en mi trabajo. En mis inicios como artista plástico, empecé haciendo escultura. Fotografiaba las piezas ya terminadas. Con el tiempo las fotografías fueron sustituyendo a las esculturas y comencé a centrarme en la fotografía. Fui orientándome hacia estructuras minimalistas. Tuve mi primera exposición individual en 1987. Una persona vino a mi estudio y me compró una pieza. A continuación conocí a unos comisarios, que me presentaron a un galerista. A partir de ahí empecé a participar en exposiciones colectivas. Por supuesto, mis obras eran sobre todo esculturas. La fotografía fue ganando presencia sobre el objeto poco a poco.
    En 1990 regresé a Brasil y ya me centré principalmente en la fotografía. Me gusta que el espectador mire mi obra por lo que es y no por lo que cree que es.Mi obra está interrelacionada, combina distintos aspectos de la ilustración, el diseño y la escultura.

    ¡Y al mismo tiempo, usted tiene un pie en América del Sur, en Brasil, y otro en una de las ciudades más vibrantes del planeta, Nueva York! Quizá todo esto viene de los días de mi infancia cuando me sentaba con mi abuela a ver revistas y leer libros. Lo que más me interesa es la percepción visual. En Nueva York estudié en una escuela en el Bronx. Quise empezar con lo más básico porque quería hacer algo más bien primario. Como le decía, me seducían las estructuras minimalistas. También leí bastante. Dos teóricos ejercieron gran influencia sobre mi. El primero fue James Jerome Gibson, profesor en Princeton, que fue uno de los más importantes teóricos de la percepción visual, que publicó estudios basados en la aproximación del espacio y el medio ambiente. El otro fue Marshall McLuhan, el filósofo canadiense de la teoría de la comunicación cuyos estudios han tenido aplicaciones prácticas en la publicidad y la televisión. Durante mis primeros años en Nueva York me gané la vida con los trabajos más raros. ¡Aceptaba cualquier cosa que me ofrecieran!. También estudié en la Parsons School of Design. Y en los años 90 fui profesor en Parsons y Bard dando clases de dibujo, historia del arte y teoría visual. Creo que es importante trabajar con las manos. Así que estoy combinando proyectos y materiales constantemente. También me impliqué en el lanzamiento de la revista Blind Spot con Kim Caputo. El nombre lo pensó ella, pero yo escogí el formato y el tamaño. Teníamos claro que queríamos una revista que concentrara la esencia de la fotografía. Tiene una impresión magnifica hecha por un impresor fantástico.

    Además de producir obras que se presentan en exposiciones de galerías y museos de todo el mundo, usted también es un conferenciante muy solicitado Es cierto que hablo bastante sobre mi trabajo. Me han invitado a dar conferencias en muchos países y también en sitios ajenos al mundo del arte, como universidades o, por ejemplo, el Foro de Davos.

    Aunque no es necesario recrearnos con los entresijos de la fotografía sería interesante que nos hablara un poco de su experiencia en la fotografía digital. Porque supongo que trabaja con fotografía digital… Me gusta plantear al espectador infinidad de pequeñas preguntas. Mi trabajo cabalga entre el arte, la ciencia y la tecnología. Algunas de mis obras –como las que expongo en la galería Elba Benítez- pueden incorporar referencias a la historia del arte. Cada imagen contiene varias ‘capas’. El artista sabe cómo funciona la maquinaria. Hay varias maneras de ayudar al espectador a pensar. Fíjese en la Bauhaus, en Jeff Koons o en Cindy Sherman. Para poder crear anticuerpos, ¡tienes que usar un poco de veneno!. Yo tuve la suerte de ser artista visitante en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y allí pude dar rienda suelta a mis inquietudes en la producción de imágenes. Colaboré con investigadores en biología, óptica e ingeniería, como Marcelo Coelho, del Fluid Interfaces Group, y la científica Rehmi Post, investigadora del Center for Bits and Atoms. Nuestro objetivo es conseguir la máxima resolución, lograr una nitidez absoluta. Quiero obtener imágenes digitales de una nitidez más perfecta que la que conseguimos con el ojo humano, transformando radicalmente nuestro conocimiento de cómo se hace una imagen. Utilizamos variaciones de escala, manipulación fotográfica y materiales insólitos —como polvo, charcutería, chocolate, granos o arena, y residuos industriales. Cuando dibujo sobre un papel puedo tener una idea de lo que puede funcionar visualmente, es decir, la investigación ya estaría hecha. Hay que seguir unas directrices sencillas a partir de este momento, más allá de la tecnología… es como si estuviéramos ante un juego entre la fotografía de gran formato digital y la analógica. ¿Qué es exactamente?. Es algo psicológico. Hay que pensar en lo que se está viendo.

    Pues si antes de exponerla una fotografía lleva tanta manipulación previa… ¿qué tamaño tienen sus imágenes originales? Esto es algo que me preguntan a menudo. Miden 16,94 x 21,56 cm. Como le decía, empecé haciendo esculturas. En 1994 me fui a Florencia a estudiar relieve y perspectiva. Una de mis primeras obras fue un gigantesco dibujo lineal con alambre. ¡He pasado de la escultura a las líneas y a los puntos!. Más adelante hice retratos de niños caribeños poniendo azúcar sobre papel negro. En un proyecto del Whitney Museum también hice una imágenes minimalistas con polvo (del suelo del museo y de los cuadros). Gozo investigando la ambigüedad que se produce al situar cosas grandes al lado de otras pequeñas. ¡Al espectador le gusta que le engañen!.

    Su ritmo de producción es abrumador, me sorprende que tenga tiempo para pensar en la producción de sus obras, tan variadas. ¿Dónde se inspira, cómo explicaría su creatividad? Mucha gente se pregunta “¿Cuándo hay que llamar “arte” a algo?”. La mayoría de las personas tienen ideas creativas e impulsos extraños de cosas que podrían hacer con sus vidas. Yo mismo he sentido muchos de estos impulsos a lo largo de mi vida, pero he decidido que la pregunta más importante era “¿Cuándo empecé a llamar arte a esto?” No puedo especificar el momento con seguridad. ¡Y eso es divertido!. Odio las cosas que tienen aspecto de “arte”. Ya sabes, cuando piensas que algo parece “arte”. Y al mismo tiempo odio las cosas que lo niegan [ser obras de arte]. Cuando algo se convierte en un objeto de arte es difícil darse cuenta de lo que es y pienso que no tiene nada que ver con la intencionalidad. Tiene que ver con la valentía y la osadía y el coraje de llamarlo “arte”. Esto se debe a que la mayoría de la gente creativa hacen actividades que no tienen que ver con sus rutinas diarias; lo hacen por el mero placer de crear o por aburrimiento.
    Y de hecho algunas de las cosas que hacen son muy bonitas. Un buen ejemplo es el arte popular. Hay gente que hace cerámica y otras, como mi madre, que hacen punto. ¿Cuándo podemos llamar arte a estas cosas? ¡Porque alguien tiene que tener el valor de decir que son arte!. Cuando la gente contempla una de mis fotografías, no quiero que vean únicamente lo que aparece representado. Me gustaría que interpretaran lo que capto como una representación de otra cosa.

    ¡Soy artista!
    “Una vez, hace mucho tiempo, me pararon en la frontera con Hungría en un tren en el que viajaba. Los guardias, que tenían un aire soviético como si fueran del Ejercito Rojo, llevaban metralletas y se acercaron a mí para pedirme el pasaporte. Les contesté que no tenía visado para entrar en el país. Me preguntaron a qué me dedicaba. Les respondí: “¡Soy artista!”. Y entonces uno de los tipos, que llevaba una pequeña pizarra para escribir, me miró y apostilló: “¿Con qué eres artista, eh? ¡Pues dibújame algo!” Rápidamente pergeñé el retrato de su compañero y cuando se lo mostré, se quedó aturdido y me pidió si podía firmárselo. Mientras me alejaba les veía mirar el dibujo y comentarlo entre ellos, mientras me agitaban las manos despidiéndose. Esa fue la primera vez que me sentí realmente artista, porque si soy un artista para alguien que lleva una pistola, ¡soy un artista para cualquier crítico! –dice riendo- Después de aquello sentí como si hubiera pasado un último examen. Ya podía llamarme a mi mismo artista”.

    Un estudio en cada continente
    “He puesto en marcha un modelo inspirado en el Renacimiento –explica Vik Muniz sobre su proceso de trabajo- Tengo tres estudios. Uno en Nueva York, en Brooklyn, y otros dos en Rio, uno en una favela y otro al sur de la ciudad. En todos ellos vivo y trabajo. Cuento con un ayudante de fotografía y alguien que me ayuda con los dibujos. Tengo dos ayudantes en Brooklyn, uno en Brasil y otra persona que me ayuda con el acabado de las piezas. Estos últimos seis meses he estado trabajando en Brasil porque acabo de ser papá. Así que he modificado mi agenda para poder pasar más tiempo en Rio.”

    Muniz

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