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    El crítico de arte. ¿Cuál es su influencia en el mercado?

    La influencia del crítico de arte en la proyección del artista y en el mercado empezó cuando comenzaron a organizarse los Salones y las exposiciones en el siglo XVIII; el crítico era con- temporáneo del artista y reflexionaba sobre el arte de su propia época. Nacía así, de forma natural, una manera de hacer historia del arte contemporáneo, que sin la figura del crítico no hubiera existido. En el mundo del arte hay varios protagonistas que se necesitan entre sí: artista, galerista o marchante, coleccionista y crítico. Sin uno de ellos el arte contemporáneo no sería lo que es.
    Carl Gustav Jung examina también la esencia de la obra de arte proponiendo que el acto creativo es consciente pero el proceso creativo tiene una naturaleza inconsciente. Es decir, según Jung, el artista parte de una intención y a lo largo del proceso creativo, la obra va creciendo con esa intención entrelazados con contenidos inconscientes. POr este motivo, asegura que el artista nunca puede ser el mejor intérprete de su propia obra, y que es necesaria la contemplación desde el distanciamiento personal. A continuación tratamos de analizar la situación encuestando a críticos, galeristas, coleccionistas y artistas.

    SU PESO EN EL MERCADO
    Para el crítico Arnau Puig, “el crítico no tiene ninguna influencia en cuanto a promover su dinámica puesto que quien decide es el marchante; ahora bien, tiene mucha influencia, incluso decisiva, en cuanto a la valoración de las obras y/o del artista; sus opiniones y comentarios acreditan o perjudican la circulación y comercio de las obras”. El también crítico Francesc Fontbona opina que “en general, tal vez no tenga gran influencia, pero ciertos críticos, en relación con grupos de interés, sin duda la tienen. Siempre he sostenido que éste será el tema más apasionante de estudio a realizar sobre el arte del siglo XX, más que el propio análisis estético de las obras”. El galerista Ignacio de Lassaletta opina que “el crítico tiene poca influencia en el mercado, en círculos de arte sí que tiene”. Por otra parte, Arnau Puig añade que “comentar una obra ante otra persona o un grupo de personas puede provocar interés por el artista comentado e incluso generar ventas de obra. Me he encontrado muchas veces con esta circunstancia”. El crítico Ramon Casalé piensa que “hoy día la influencia es muy discreta, sobre todo porque no dispone de tribunas suficientes para mostrar sus opiniones, ya que existen menos revistas especializadas y en la prensa diaria hay poco espacio para la crítica de arte, y si a ello le añadimos que en la radio o la televisión apenas hay programas de arte, ¿cómo puede el crítico de arte tener influencia si, para apoyar a un artista o tendencia concreta, no puede expresar lo que piensa?”. “Tengo la impresión de que ninguna -dice el crítico Fernando Castro Flórez- el mercado está influenciado por los coleccionistas que hoy llevan, en todos los sentidos, la voz cantante. Algunos libros recientes sobre coleccionismo internacional sostienen, de forma incluso cínica, que los críticos no aportan nada y especialmente en la cuestión del precio, la compra y la venta. Afortunadamente”. En cambio, la galerista madrileña Soledad Lorenzo cree que “si existen críticos es porque esta figura es necesaria, es la que escribe, informa y da difusión al arte, por eso es necesario, como lo son las galerías, donde pueden verse las obras”. Lourdes Fernández, ex-directora de ARCO, cree que “la crítica es fundamental. La visión especializada y crítica ayuda, promueve y aporta sin lugar a dudas una mirada más neutral y por lo tanto, más profesional. El problema es que no existe una buena crítica en nuestro país. Son muy pocos los que realmente saben diseccionar una obra de arte, con conocimiento, con cautela y con reflexión y por ello se cometen tantos errores. He tenido un gran respeto por la crítica de arte contemporáneo. He aprendido mucho de ellos, y he compartido mucho con ellos. Seguramente lo más interesante es la fuerza y capacidad de visión que me han dado algunos de ellos, en concreto una persona”.
    El crítico Tomás Paredes cree que “poca; directamente, ninguna. El mercado ha suplantado al crítico. El medio es el mensaje, ha suplantado la crítica. No es lo mismo aparecer en ABC que en El País o La Vanguardia. Los lectores de La Vanguardia contrastan la opinión más que los de los periódicos de Madrid, al menos en la información del arte ¿Interesa quién escribe en ARTnews o Flash Art o salir en esas publicaciones, comentado por quien sea? No hay crítica, hay comentario, elogio, ¡a ver quien dice cosas más fascinantes sobre la obra de un autor conocido!”.
    El galerista Carles Taché de Barcelona cree que “las críticas siempre representan la visualización del trabajo de un artista y, por lo tanto, siempre hay que valorar positivamente la influencia de ellas en el mercado”.
    Mariana Draper de la Sala Dalmau de Barcelona opina que “para el coleccionista la opinión del crítico es un elemento más que confirma su criterio y le da seguridad. La opinión de determinados críticos es importante en el mercado”.

    ¿CÓMO AFECTA LA CRÍTICA A LOS GALERISTAS?
    “Es un tema que no me preocupa -dice Fernando Castro Flórez- supongo que desearían que solamente se cantaran las excelencias de sus productos, su espacio y su gestión. Hago todo lo posible para mantenerme al margen de la “sociedad del arte”. Apenas acudo a inauguraciones. Visito las muestras sin esperar ni ser atendido “especialmente” ni sometido a interrogatorio alguno. Evito cenas con artistas y con galeristas salvo cuando somos amigos y en estos casos no son rituales sino actos de camaradería. Alguna galerista me llamó para, después de insultarme (llamándome incluso hijo de puta) después de una crítica mala a algo patético que exponía, indicarme que “gracias a mi maldad” se había vendido todo. Tal vez se cumple esa famosa fórmula de que es mejor que hablen aunque sea mal. Evidentemente una crítica destructiva puede ser la mejor forma de publicidad. Tampoco creo que el silencio sea la mejor actitud”. “Los galeristas siguen y a veces persiguen la crítica, pero no siempre apoyan a los medios informativos que la llevan a cabo. Hay revistas que han cerrado por falta de apoyo de los galeristas y artistas en la suscripción o en la publicidad. Por otro lado los semanarios culturales no entran a valorar en detalle la oferta de arte en el mercado; se limitan con frecuencia a las exposiciones institucionales porque apoyan con su publicidad los medios, lo cual no quiere decir que la crítica les vaya a ser favorable”, dice Julia Sáez Angulo. “Diría que a los galeristas les afecta mucho más que al público”, opina Francesc Fontbona. Sin embargo, Ignacio de Lassaletta opina lo contrario: “más que a las galerías creo que afecta al público”. Carlos Pazos cree que “a veces, mucho más que al propio artista. El artista se juega la vida, a veces, el/la galerista, solamente el dinero”. Por otra parte, Arnau Puig cree que “los galeristas siempre están contentos con las críticas porque las favorables o las reflexivas pueden motivar ventas. Lo que intentan es evitar las malas críticas”. Lourdes Fernández opina que “la crítica profesional, profunda y seria, afecta enormemente. Determinadas exposiciones son más o menos exitosas dependiendo de la aceptación general de la crítica de un país. Pero insisto en que siempre hablo de la crítica de calidad”. “En general, dice Tomás Paredes, si dices que un artista es fascinante, eres buenísimo; si pones peros, no entiendes nada. Ni el artista, ni el galerista, quieren crítica, lo que quieren son manifestaciones efusivas favorables. El ejemplo que destaco es el de Álvaro Delgado, siempre agradece y felicita a quien escribe de su obra, con independencia de su opinión”. Para Carles Taché, “la crítica afecta a la galería en tanto en cuanto una crítica debe siempre suscitar una reflexión”. Joan de Muga cree que “la crítica sí que afecta de manera importante al comercio de las galerías porque da credibilidad a las exposiciones; la cuestión es qué tipo de crítica, cada vez hay menos crítica de las galerías privadas y más de las institucionales. Cuando sale la crítica en un periódico importante después se nota en las galerías, y comercialmente seguro que es importante”.

    ¿QUIÉNES SON LOS EXTRANJEROS MÁS INFLUYENTES?
    “Todos. Todos los que no son españoles, aunque no tengan nada que decir, son venerados por nosotros. Hay críticos españoles excelentes, con personalidad, con criterio: Simón Marchán, Jesús Cobo, J.M.Bonet. Gianna Prodan, José Jiménez, Francesc Miralles, Sáez Angulo… Pero, no; hay que citar a Danto, Kuspit, Ashton, A. Searle, venga o no a cuento”, dice Tomás Paredes.
    También es tajante Arnau Puig: “los críticos actuales extranjeros que ejercen influencia es debido al papanatismo de los críticos nacionales que se extasían con lo que ellos mismos son incapaces de sentir, pensar y formular. Incluso en arte lo que viene de fuera vale más que lo que se elabora aquí”. “Hoy por hoy no sé decir qué críticos actuales extranjeros ejercen más influencia, pero en los años sesenta lo que escribía Alexandre Cirici sobre el arte contemporáneo era palabra de Dios, por lo menos en Cataluña, hasta extremos que hoy nos parecen increíbles”, afirma Francesc Fontbona. “Me gustaba Adrian Searle, aunque hace tiempo que no sigo su escritura. Influyentes, como he dicho, en el sentido de incidir sobre el mercado no creo que lo sea ninguno”, apunta Fernando Castro Flórez. “En el contexto internacional, esa pandilla de caraduras que han organizado o forman parte de la organización denominada PSA (Pension Artist Trust)”, dice Carlos Pazos. “Más que críticos, es el medio de comunicación” opina Ignacio de Lassaletta. “No conozco muchos críticos extranjeros, dice Ramon Casalé, solamente los concernientes a los curadores más famosos que participan en bienales como las de Venecia o que son los nuevos directores de centros y museos de arte contemporáneo. Parecen ser los nuevos “gurús” del arte contemporáneo como los arquitectos, pero considero que la influencia es más teórica y mediática que real, o sea, que no influyen en las nuevas tendencias como anteriormente había ocurrido con Giulio Carlo Argan, Edward Lucie-Smith o Germano Celant”. Lourdes Fernández cree que “hay críticos, y críticos-comisarios de exposiciones, estos últimos tienen mayor presencia y por tanto mayor influencia ya que la selección de artistas que realizan para sus bienales, exposiciones, etc… son cruciales en el desarrollo de la vida profesional de un artista”.
    “En mi opinión -añade Carmen Riera- la crítica debería ser independiente; el crítico no debería ser comisario. De todas formas, como coleccionista, me guío por mi propio ojo”.

    ¿Hay artistas que sean obra de los críticos?
    Arnau Puig afirma: “indudablemente, todos los artistas impresionistas son obra de los críticos; piénsese en Monet, Gauguin, Van Gogh, o en el cubismo, Picasso y Juan Gris. En la actualidad sin el sostén de los críticos muchos artistas no existirían; de ahí que los marchantes pidan artículos y libros sobre ellos. En el fondo es una cuestión de calidad y de mercado en una amalgama difusa”. Francesc Fontbona cree que “habría que hacer antes el estudio aludido anteriormente y no es nada fácil, ya que para ello habrá que bucear antes en archivos y correspondencia de marchantes, algo que todavía no me consta que se haya hecho a fondo. Sin embargo parece comprobado que Pollock sin Clement Greenberg tal vez hubiera sido mucho menos valorado”.
    Fernando Castro Flórez cree que “existen infinidad de artistas que se los han inventado los críticos, los curadores, los directores de museos e incluso los coleccionistas. Hay periódicos que han realizado auténticas campañas de “entronización”. Pienso en el caso manifiesto de Miquel Barceló por el que tiene una querencia obsesiva el diario El País”.
    Tomás Paredes opina que “los críticos solos no pueden nada. El crítico en cuanto comisario puede más, ahí sí hay influencia. Ha habido intentos, domésticos y foráneos, pero luego han quedado en nada. ¿recuerdan el boom de La máquina Española? La crítica adorna, pero no encumbra. Eleva el mercado. Puede más un precio alto en una subasta, que un comentario crítico ¿Quién eleva a Barceló, Valdés, Haring, Basquiat, Plensa, Hugo Fontela?”.

    ¿Cómo se toman las críticas los artistas?
    “Con indolencia. mal. algunos ni las leen. Otros, te felicitan si son favorables, incluso te telefonean si son entusiastas. Pero, lo dominante es el silencio. Yo leo a mis colegas y eso me da una perspectiva general”, dice Tomás Paredes. La opinión del artista Carlos Pazos es que “afortunadamente, el papel del crítico parece estar superado. Era una figura casposo-naftalínica. Siempre me ha interesado más la visión personal, al margen de las calificaciones profesionales. Me interesa más ese tipo de cronista-filósofo-poeta, que narra su experiencia, dándole al arte un papel social. Como siempre, el mercado lo dominan los mercaderes. Hoy en día, influídos por esa casta llamada “de los comisarios” que a favor o en contra de los artistas, según el caso, actúan realmente cual sabuesos policiales”.
    Un joven artista, Hugo Fontela, dice: “creo que casi todos los artistas estamos en cierto desacuerdo con lo que escriben de nosotros, al menos en el aspecto de que cuando definen nuestra obra, no suele tener nada que ver con el sentimiento que nos llevó a crearla, aunque lo que escriban esté justificado con el resultado”. Arnau Puig añade que “hay artistas que se toman muy mal las críticas y pueden ser muy violentos en el trato con el crítico llegando incluso a golpes y maltratos”. También Fernando Castro Flórez se explica: “Evidentemente, me han insultado a la cara, uno intentó darme un par de hostias (sin conseguirlo), me han amenazado por teléfono… Como tengo la mala costumbre de decir y escribir lo que pienso eso produce desasosiego, resquemores y chirriar de dientes. Los que se enfadan tienen razones para ello. Les entiendo, aunque no tenga ninguna razón para escuchar más de lo debido sus quejas”. Entre los artistas que se han tomado mal las críticas, Francesc Fontbona recuerda que “Antoni Tàpies ha sido siempre muy reacio a aceptar las opiniones de los escasísimos críticos que se han atrevido a cuestionar su valor”. Ignacio de Lassaletta, elegantemente, dice: “los hay, pero no he conocido ninguno”. “La mayoría de artistas que conozco, como yo mismo, no suelen leer las críticas o lo hacen en diagonal. Personalmente, me concentro en los titulares, la dimensión del texto que se me dedica y si la ilustración es efectiva y de suficiente tamaño dentro del contexto de la publicación”, dice Carlos Pazos. Sin embargo, Soledad Lorenzo opina que “el crítico es la voz del arte, y las galerías tenemos que aprovecharla ayudando a que esté informado de las exposiciones. Un día yo discutía con un crítico que decía que el crítico no cuenta nada, ¡ya creo que cuenta! Para el artista es muy importante y para la galería también; si hago una exposición y no sale ninguna crítica creo que he fallado en algo. El arte tiene muchas necesidades, como los museos, que también son fundamentales y, aunque tengan poca obra de un artista, que la gente pueda verla significa la posibilidad de existir”. La coleccionista Carmen Riera cree que “si la crítica es seria sí que es importante para el artista, y una mala crítica puede ser muy negativa para él. Creo que la crítica afecta mucho a los artistas, tanto a su estado de ánimo como a las ventas”. Joan de Muga de la Galería Joan Prats de Barcelona explica que “lo primero que preguntan los artistas -sean de aquí o de fuera- cuando hacen una exposición es si ha salido alguna cosa publicada; para ellos es importante, aunque luego piensen que el crítico no dice lo que a él le gusta.”

    Anécdotas de la profesión
    Hay anécdotas curiosas, como la que cuenta Francesc Fontbona: “ejerzo más de historiador que de crítico, pero un comerciante de arte hace algunos años me ofreció insistentemente seis millones de pesetas en mano por dar por bueno por escrito un cuadro atribuido a un pintor muy cotizado y que no era realmente pintado por él sino un buen cuadro pero mal atribuido. Perdí la ocasión de ganar seis kilos con facilidad”. “La vida del crítico no es ni aburrida ni divertida, no es interesante ni excitante, en realidad no es diferente de la vida de cualquier otra persona. A mí lo único que me parecía singular es que, con bastante frecuencia, me confundían (en galerías, en inauguraciones e incluso a la puerta de algún museo) con otro crítico con el que, por otra parte, no tengo parecido alguno. Llegaban, me daban un abrazo, declaraban que “era el mejor” y luego pronunciaban el nombre del otro. No faltó algún pintor que hasta quiso pagarme en caliente lo adeudado. Estuve a punto de pillar la pasta. Tengo también la impresión de que en general el crítico es sombrío, taciturno y particularmente pesado. algo se del asunto”, dice Fernando Castro Flórez. “más que anécdotas, hechos -explica Tomás Paredes- Conocí a Vilató por una crítica y entablamos una amistad fraternal. Igual sucedió con Clavé. Todo hay que tomarlo con distancia, estoy acostumbrado a que te feliciten por cosas que no has escrito y a que silencien otras propias que creías de mérito”.

    Marga Perera

    La critica de arte

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