Decía el filósofo Heráclito que el carácter de una persona era su destino, y en el caso de Juana de Aizpuru, ha sido su espíritu audaz el que ha definido a una de las personalidades más influyentes del arte español del último medio siglo. Nacida Juana Domínguez Manso en 1933 en el seno de una familia burguesa de Valladolid, aunque vivió en Madrid desde niña, estaba predestinada a una existencia plácida y previsible de mujer de su casa. Pero, tras instalarse en Sevilla, donde habían destinado a su marido ingeniero, comenzó a frecuentar los círculos artísticos vanguardistas de la ciudad y vislumbró en el arte algo más que una vía de realización personal. No había trabajado antes y su formación se reducía a unos cursos de Filosofía y Letras, carrera que tuvo que abandonar tras casarse, pero eso no la disuadió para pedir un préstamo al banco de medio millón de pesetas [3.000 euros] con el que, en 1970, abrió una galería que fue una caja de resonancia de las últimas tendencias. A su iniciativa se debe también ARCO, que fundó en 1982 con el propósito de subir al arte contemporáneo español al tren de la modernidad e impulsar la proyección de nuestros artistas en la escena internacional. Galardonada con la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes en 1998, este año celebra sus bodas de oro como galerista. [Vanessa García-Osuna. Foto: Erea Azurmendi]
