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    Una mirada comprometida

    Miembro de una saga de coleccionistas, la mecenas italiana Patrizia Sandretto Re Rebaudengo pone su entusiasmo y recursos al servicio del arte contemporáneo, su gran pasión desde 1992. Tres años más tarde, Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, economista de formación, decidió no ser sólo coleccionista, sino participar en el mundo del arte con un proyecto social y de futuro. Así nació la Fundación Sandretto Re Rebaudengo, cuyo propósito es promover el arte contemporáneo italiano apoyando a los jóvenes artistas a través de un original proyecto con jóvenes comisarios.

    Una mirada comprometida
    Patrizia Sandretto Re Rebaudengo con una obra de Maurizio Cattelan Foto: Alessandro Albert

    La Fundación Francisco Godia de Barcelona en colaboración con LOOP, exhiben ocho videos de la renombrada coleccionista de Turín en la exposición La mirada comprometida.

    En su familia hay una larga tradición de coleccionismo y usted ya empezó a coleccionar siendo niña, ¿cuándo empezó a sentirse coleccionista?
    Mi madre coleccionaba porcelana de Meissen y de Sèvres, y de pequeña iba con mis padres a visitar museos y galerías de arte antiguo. También en mi casa había pinturas y muebles antiguos, pero no los sentía cercanos a mí ni parte de mi historia. Coleccionar está en mi ADN. Cuando era pequeña yo coleccionaba pastilleros, tenía un cuadernito donde escribía donde los había comprado, de qué material eran… tenía entonces entre 10 y 14 años. En 1992 descubrí el arte contemporáneo. Un viaje a Londres fue determinante. Había ido con unos galeristas a visitar talleres de artistas, aún me acuerdo de Anish Kapoor, de cómo me enseñaba sus piezas y cómo hablaba de ellas, con todas aquellas obras coloreadas con pigmentos amarillo, rojo y azul en el suelo… En aquel momento comprendí que era fundamental conocer a los artistas, hablar con ellos y comprender lo que hay detrás de su trabajo. Y así fue como empecé a coleccionar arte contemporáneo. Todavía hoy, además de las obras de arte, colecciono American costume jewelry, joyas que no están hechas de materiales preciosos; son piezas de materiales pobres, pero muy grandes y divertidas. [ver recuadro Unas joyas singulares]

    ¿Cuál cree que es la finalidad de coleccionar arte contemporáneo?
    Todo arte ha sido siempre contemporáneo. Recuerdo que en la Galleria d’Arte Moderna de Turín hay una obra, que se titula All art has been contemporary, de Maurizio Nannucci… el arte del pasado, en su momento, fue contemporáneo. Es esencial tener la capacidad de seguir mirando el arte joven; ante todo para ayudar a los artistas jóvenes para que puedan darse a conocer. Pero también porque es el único modo de que un país pueda continuar teniendo una historia. Hablo de mi país, Italia, donde tenemos un gran patrimonio artístico y arquitectónico y esto ha sido posible porque en el pasado hubo mecenas que creyeron en la importancia de la cultura y favorecieron las artes, la música, la arquitectura… Esto nos ha permitido ser un país conocido artísticamente, tener turismo y tener una historia. Ahora debemos hacer lo mismo si deseamos tener un peso en el futuro y un valor en el mundo. Hay que fomentar la creatividad de los jóvenes porque no sólo es importante para los artistas sino para todos.

    Y este propósito de fomentar la creatividad de los jóvenes es posible a través de su Fundación
    En la Fundación hacemos muchas actividades para niños, jóvenes y adultos. Creo que si las personas tienen la oportunidad de conocer el arte van a ser mejores. El arte actual hoy es contemporáneo, pero luego será del pasado, por eso tenemos que crear para nosotros y para las generaciones venideras. Debemos conservar el patrimonio pero también mirar hacia delante. A veces no es fácil hacer comprender la importancia de la cultura a los políticos y sin embargo, la cultura es la base de todo, es diversión, es economía, es más democracia… Lo fundamental del arte contemporáneo es que nos hace pensar: si uno va a ver un museo, el simplemente poner la mirada en alguna obra, abre la mente, es como una ventana al mundo. Y eso es lo que intento hacer con mi Fundación.

    Está muy apasionada con su proyecto…
    Creo en el proyecto. Hace veinte años que hago esto y es muy importante, porque en estos años coleccionando y hablando con los artistas he visto que había mucho que hacer, porque en Italia no había demasiados museos de arte contemporáneo. He tenido la suerte de poder coleccionar y creo que debo devolver esto a la sociedad. No quiero que mi colección esté en un almacén, sino que quiero compartirla con todo el mundo. Una parte de mi colección, ocho videos, se ve ahora en la Fundación Francisco Godia de Barcelona, otra parte va al CAC de Málaga con ocho obras de Maurizio Cattelan. En 1995 decidí no ser sólo una coleccionista, sino participar más en el mundo del arte. Por eso he abierto la Fundación Sandretto Re Rebaudengo sin ánimo de lucro: trabajamos con comisarios, críticos, coleccionistas, artistas.

    ¿Podría hablar del proyecto de su Fundación?
    Tenemos dos sedes, una en Guarene, un pequeño pueblo a 40 minutos de Turín en un palacio del siglo XVIII que pertenece a mi familia, y ahí tenemos salas para exponer las obras y ocho estudios y talleres para artistas y comisarios. Turín es la segunda sede de la Fundación, que hemos abierto en 2002, un edificio de nueva planta, de 4.000 m2, del arquitecto Claudio Silvestrin, con sala de exposición, auditorio, sala de educación, librería, restaurante, y cafetería, que es de Rudolf Stingel. Un proyecto relevante para nosotros es la Residencia para Jóvenes Comisarios. Cada año invitamos a tres comisarios, que provienen de las mejores escuelas de curaduría del mundo. El grupo viaja durante cuatro meses por Italia, conocen a artistas y directores de museos, visitan talleres de artista, galerías, museos. A la vuelta se organiza una exposición con los trabajos elegidos, todos procedentes de artistas italianos. Esta residencia tiene como objetivo desarrollar las capacidades profesionales e intelectuales de los comisarios, y también promover el arte contemporáneo italiano en un contexto internacional. También cuentan con un presupuesto para la producción de obras, y con toda la estructura de la Fundación, que les ayuda con el transporte y los seguros. Este proyecto es fantástico para mí, porque puedo conocer a jóvenes artistas y comisarios. Muchos de estos comisarios, cuando vuelvan a su país y empiecen a trabajar en fundaciones y museos, invitarán a artistas italianos, así que se crea una relación interesante. Una comisaria de Brasil ha decidido quedarse a vivir en Turín. Eso quiere decir que en la Fundación están bien, que hay un buen clima y que trabajan bien.

    Uno de los objetivos de la Fundación es ayudar a comprender el arte contemporáneo.
    Cuando empecé a coleccionar arte contemporáneo fue difícil: empecé a leer, a estudiar y a enfrentarme a la obra con humildad, no pensando que podría hacerlo todo yo. Porque si no se va con humildad, a veces es difícil entender lo que el artista trata de decir con su obra. Así que pensé que si un día podía tener mi fundación quisiera hacer algo para que la gente pudiera comprender el arte contemporáneo. Hacemos mucha actividad divulgativa para niños a partir de tres años, para universidades, para adultos, talleres…

    ¿Podría hablar de la función del mediador cultural de su Fundación?
    No creo mucho en las visitas guiadas, porque por experiencia sé que la gente no se atreve a preguntar: por eso hemos planteado la mediación cultural. Los mediadores son jóvenes que vienen de academias de arte y de universidades. En la Fundación reciben una formación constante y están a disposición del público para explicarles las obras para que puedan comprender el arte contemporáneo. También tenemos un programa para ciegos y nuestros mediadores pueden ayudarles a ver el arte a través de sus explicaciones.

    ¿Cómo es su colaboración con museos?
    Me interesa crear sinergias entre la Fundación y otras instituciones italianas o extranjeras. Por eso estoy muy contenta de estar en la Fundación Francisco Godia. Presentamos ocho videos, en el marco de LOOP. Creo mucho en el video para hablar de arte y tengo unos cien videos en mi colección. Los que se exhiben en Barcelona tratan temáticas políticas y sociales, como la mayoría de las piezas de mi colección. Nunca compro para decorar las paredes de mi casa porque esa no es la función del arte. Cuando adquiero una obra de arte no miro el nombre del artista, sino la calidad de la pieza. Mi colección no es una lista de nombres, son obras que deben tener un contenido político-social, una relación con el tiempo en el que vivimos y estar bien ejecutadas.

    De los artistas que ha conocido, ¿quiénes le han impresionado más y por qué?
    Sin duda, Doug Aitken, un videoartista norteamericano que vive en Los Ángeles, al que sigo desde 1995. En marzo fui a Los Angeles a visitarlo. Es un artista que pertenece a mi historia. Otra artista muy interesante es Shirin Neshat, una artista iraní de gran calidad. Una parte de mi colección está dedicada a las mujeres. Esto no lo he hecho por feminismo, no soy feminista, sino por la necesidad de confrontar las temáticas femeninas generales que las artistas expresan en sus obras con las mías. Esto para mí es muy importante y muchas de estas artistas, como Shirin Neshat o Paola Pivi, son personas con las que me gusta hablar y no solo de arte, porque creo que al final, tenemos una relación con los artistas de nuestra generación. Lo comprobé cuando este año fui a Los Angeles con mi hijo, que tiene 26 años. Fuimos a visitar los estudios de los artistas de mi generación y los de la suya. Hemos visitado a Paul McCarthy, Lari Pittman… que son artistas de mi generación, y a otros muy jóvenes. En ese momento comprendí que coleccionar es algo generacional, y estoy feliz de que a mi hijo le guste el arte.

    Muchos de los coleccionistas de arte contemporáneo están en los comités de los museos. ¿Qué influencia cree que tienen en esta situación?
    No creo que los coleccionistas puedan influir en las decisiones de un museo, pero pueden aconsejar al director. Un museo tiene que estar seguro de los artistas que compra y debe presentar una historia del arte en su museo. El coleccionista privado es más libre porque puede comprar según su criterio.

    Su español es perfecto, ¿qué vínculos tiene con nuestro país?
    Mi padre tenía una empresa líder en el sector de las prensas para moldear plástico y trabajaba mucho en España. Pasábamos los veranos en Comarruga, cerca de Tarragona, y después hemos tenido una casa en Cadaqués. Si me preguntas ¿dónde querrías vivir si no vivieras en Turín? ¡En Barcelona! donde me siento como en mi casa. Me gustaría vivir en Barcelona, me encanta la ciudad, y los españoles también me gustan mucho. Creo que los italianos y los españoles somos como primos.

    El proyecto Zidane
    Patrizia Sandretto es, también, una generosa mecenas. “Los objetivos de nuestra Fundación son apoyar a los artistas dándoles la oportunidad de exponer y, cuando es posible, producimos obras. Hay diferentes maneras de financiar y producir las obras de los artistas –explica Sandretto- Por ejemplo, invitamos a los artistas, producimos y presentamos sus trabajos en nuestros espacios. En ocasiones son los artistas quienes nos piden apoyo económico para sus obras, como es el caso de una obra que tenemos aquí expuesta, el video de Zinedine Zidane. A 21st Century Portrait de Douglas Gordon y Philippe Parreno, de 2005. Su idea era hacer un retrato de un icono como Zidane, y realizarlo no con la tela y el pincel, sino en video, una idea muy contemporánea. Contaban con 17 cámaras venidos de distintos países y fueron todos al Museo del Prado porque los artistas les encargaron que tenían que hacer un retrato como lo hubieran hecho Goya o Velázquez. Después los cámaras fueron al Bernabéu y durante los 90 minutos del partido solamente filmaron a Zidane. La tercera posibilidad es producir obras para eventos singulares, como cuando produjimos Electric Earth de Doug Aitken para la Bienal de Venecia en 1999, y Cabaret Crusades: The Path to Cairo, una obra del artista egipcio Wael Shawky sobre las cruzadas con marionetas de porcelana para Documenta 2012.”

    Unas joyas singulares
    “Colecciono también joyas de fantasía que empezaron a hacerse en los años 20 y tienen una historia curiosa –nos revela la coleccionista-. Estas alhajas tuvieron mucha repercusión en Norteamérica en 1929, después del crack, porque entonces la gente no podía gastar dinero en joyas verdaderas y estas –muy grandes y de colores- no costaban mucho y todo el mundo podía comprarlas…. Pero durante la Segunda Guerra Mundial el presidente de Estados Unidos promulgó una ley que prohibía la utilización de algunos metales que se empleaban en estas joyas porque eran necesarios para la fabricación de armas. En aquel momento muchas personas tuvieron que huir de Europa por motivos raciales. Entre ellos, orfebres que trabajaban para Cartier y para otras firmas de joyería. Al llegar a Estados Unidos empezaron a producir estas joyas. Esta historia me resultó interesante y las empecé a coleccionar a finales de los años 80. Cuando viajaba a América, iba a los pequeños mercados y empecé a conocer a los vendedores. Todavía me conocen y cuando tienen una buena pieza me avisan. La colección tiene alrededor de 700 joyas Son piezas únicas de ediciones ilimitadas… Parece una contradicción: cada una se ha producido millones de veces pero parece única. Incluso las divas de Hollywood llevaban estas joyas porque se produjeron para el cine. En agosto se presenta una parte de mi colección en Ca d’Oro, en Venecia. Pero mi gran pasión es el arte contemporáneo. Si me preguntan por qué me gusta el arte contemporáneo debo admitir que es el único arte que me permite conocer a los artistas, visitar sus estudios, hablar con ellos… esto marca una gran diferencia para mí porque si hubiera coleccionado arte de otra época, o del siglo pasado, no habría podido tener esta relación con los artistas, tan enriquecedora.”

    Marga Perera

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