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    Gonzalo Cores. El esplendor de la numismática ibérica

    El coleccionista de monedas ha sido el más extendido de todos los tiempos en lo que a antigüedades se refiere, por la abundancia de las piezas y los valores que encierran los objetos monetales (histórico, iconográfico, artístico, epigráfico, etc.). Algunas monedas de oro y plata antiguas, de gran calidad y conservación, llegaron a formar parte de los tesoros medievales pero, fue sobre todo en el Renacimiento cuando su coleccionismo se acentuó, conformándose importantes colecciones por parte de la nobleza y de los eruditos. Durante la Edad Moderna, en España, la importancia de la documentación monetal fue trascendental para la fijación de ciudades antiguas, debido a ello, se realizaron falsificaciones o retoques en monedas auténticas, provocando así la creación de topónimos antiguos inventados, aunque en otras ocasiones, era el fruto de una mala lectura de leyendas mal conservadas. Hoy, gracias a las nuevas investigaciones la historia antigua de la Península Ibérica se conoce mejor.
    Propietario de valiosas colecciones numismáticas y arqueológicas, Gonzalo Cores se ha especializado en la moneda íbera y visigoda; su colección particular de monedas visigodas era una de las más importantes del mundo hasta su adquisición por el Museo Arqueológico Nacional. Ahora su colección más preciada es la de monedas iberas, de las que posee cerca de 5.000 piezas en un excelente grado de conservación.

    ¿Cómo empezó a coleccionar monedas?
    Cuando hice la Primera Comunión me regalaron cuatro monedas inglesas de plata de la reina Victoria de Inglaterra. Con 15 años ya tenía varias piezas romanas, y con 21 años me fui a París donde con mi primer sueldo compré un sextercio de Galba que, era 1952, me costó 1.000 pesetas. Llegué a tener cerca de 300 sestercios y unos 400 denarios romanos. Posteriormente los vendí para crear una colección dedicada a todo lo acuñado en la Península Ibérica.

    Además de coleccionista, usted es un gran investigador
    Me gusta mucho estudiar las monedas, a veces me pongo a trabajar en una, y sin darme cuenta, ¡me dan las cuatro de la mañana!. También he publicado trabajos sobre las monedas de Recaredo II, un libro sobre los plomos monetiformes de la Hispania romana, y en colaboración con el numismático Jesús Vico y mi hija María Cruz Cores, hemos redactado el Corpus Nummorum Visigothorum.

    De todas sus colecciones, ¿cuál es la más importante?
    La de monedas íberas, aunque la visigoda es igualmente importante pero me la ha compró el Museo Arqueológico Nacional (MAN).

    Antes de que el MAN la comprara, ¿la suya era la mejor colección privada del mundo de monedas visigodas?
    Tal vez, aunque la mejor sea la de la Hispanic Society de Nueva York.

    ¿Qué es el Corpus Nummorum Visigothorum?
    Es un estudio nuevo y ampliado sobre la moneda visigoda que parte del examen de la totalidad de monedas visigodas existente en todos los museos del mundo, así como en colecciones privadas, incluida la mía. El libro de referencia anterior al nuestro databa de 1952 y fue realizado por G. Miles.
    Nuestra investigación aporta cecas nuevas, más piezas e importantes datos históricos como la confirmación de que el rey Recaredo II acuñó moneda. Este Corpus ganó el premio al Mejor Libro de Numismática en España y al Mejor Libro de Numismática del Mundo en el 2007.

    ¿Qué ha aportado el Corpus Nummorum Visigothorum a la numismática visigoda?
    Se han podido confirmar el reinado de reyes cuya existencia era dudosa, como por ejemplo Recaredo II, hijo de Sisebuto, que reinó entre 15 días y dos meses. También se han confirmado nuevas cecas y se ha ampliado su número a 100. Se han conseguido identificar las monedas falsas fabricadas desde la Edad Media. Cuando visitamos el Palacio Real para ver la colección, de las 15 que había, más de la mitad eran falsas de los siglos XVI, XVII o XVIII.

    ¿Todas las monedas visigodas eran tremisses?
    Si, un tercio del sólido áureo romano, realizadas en una chapa muy fina de oro. En realidad, eran más una expresión de soberanía y prestigio que un medio de pago.

    ¿Cuántas monedas componen su colección ibera?
    Cerca de 5.000, parte de ellas son iberorromanas en las que aparecen el busto de los emperadores Augusto, Tiberio y Calígula.

    Su colección de monedas íberas podría considerarse la más importante del mundo.¿Qué piezas destacaría?
    Un cuadrante en bronce (21 mm) de Alaun, único en el mundo. Es la única moneda conocida en la que se representa un prótomo de un pegaso con un eros cabalgando. Apareció en el Valle del Ebro donde se supone que está Alaun…

    Con el estudio de sus monedas. ¿Ha podido averiguar algo más sobre el alfabeto ibero?
    Lo he intentado pero no he logrado avanzar, es tremendamente complicado. Se puede leer el idioma ibérico pero no interpretarlo. Para el conocimiento del alfabeto ibero han sido de gran ayuda las monedas bilingües en latín e ibero, así como las téseras en bronce de hospitalidad, que eran una especie de ‘cartas de presentación’ entre los pueblos, para pactar la no agresión entre ellos.

    Dentro de esta colección tiene una buena recopilación de óbolos iberos de plata…
    Sí, tengo cerca de 200. Los óbolos eran monedas diminutas pero de gran belleza y detalle. Existieron tanto en la cultura griega, como en la ibera y romana, y algunas llevan un agujero para ser insertadas en un hilo. Lo más significativo es lo bien detalladas que están y su gran variedad de motivos (delfines, flores, pegasos, etc…) en un espacio tan diminuto como la del óbolo. Son verdaderas miniaturas.

    Su colección de plomos monetiformes integra más de 2.000 ejemplares, en su mayoría de época romana, que fueron hallados en la Península Ibérica. ¿Qué función tenían?
    Constituyen un material desconocido y poco estudiado. Tuvieron, sin duda, un valor monetal. Bien como monedas de necesidad, o como representantes de pequeñas fracciones del numerario oficial, o bien como téseras que representaban un valor de cambio. Estos plomos son un documento fundamental para entender algunos aspectos fundamentales de la economía antigua hispano-romana.

    ¿Qué importancia tiene la moneda hispano-cartaginesa?
    Alta, porque, al margen de su calidad y belleza, se acuñaron durante un lapso muy breve de tiempo, alrededor de 30 años, y son muy escasas en el mercado. En su reverso puede aparecer un caballo con palmera, una proa de nave o el motivo del elefante. En el anverso se encuentran representados los retratos atribuidos (porque no llevan letras que los identifiquen) a los distintos jefes cartagineses, como Amílcar, Asdrúbal o Aníbal.

    ¿Cuál es la más valiosa de esta colección?
    Por su rareza, tamaño y buena conservación, sobresale una de 3 siclos de plata de 22g. de peso y 29mm. de diámetro. En el reverso está representado un elefante avanzando y en el anverso una cabeza masculina laureada de perfil con una clava detrás.

    También posee una sobresaliente colección de monedas antiguas del norte de África…
    Tengo 700 monedas norteafricanas. La colección comienza con los ptolomeos (s. III a. C) y finaliza con la dominación romana (s. I d. C), las últimas son con el busto de Augusto. De mi colección han salido varias inéditas de Lixxus [Larache] en Marruecos; ¡sólo de Lixxus tengo 200 monedas!

    ¿Cuáles son los criterios para valorar las monedas antiguas?
    Rareza, calidad y conservación, esto último es esencial, aunque, por ejemplo, las visigodas al estar hechas de oro suelen conservarse bastante bien. La buena conservación en la moneda ibera es primordial porque eran de cobre, y lo mismo ocurre con las de bronce. Un sestercio romano, muy bien conservado y un poco raro, puede valer 10.000 euros y ese mismo ejemplar mal conservado valdría 200 euros. No obstante, la rareza puede aumentar su valor aunque esté peor conservada. También que tener en cuenta el gusto de los diferentes países, por ejemplo, por las cecas portuguesas se paga mucho más que por las cecas españolas porque los portugueses son muy coleccionistas.

    Las monedas íberas
    La moneda ibérica fue introducida por los griegos en el siglo V a.C, y se consolidó a lo largo del siglo III a.C. Con imágenes propias convivió con las monedas púnicas y romanas hasta bien avanzado el siglo I a.C. Al término de la conquista romana, la moneda ibera dejó de ser emitida y utilizada. Roma no toleró otras monedas que no fueran las oficiales, con alfabeto y motivos iconográficos estrictamente romanos. El sistema monetal ibero fue el romano (denario, as, semis y cuadrante entre otros) y la primera ciudad en acuñar moneda con caracteres ibéricos fue Arse [la romana Saguntum]. Estas primeras monedas de bronce y plata, se acuñaron ante la necesidad de facilitar los intercambios comerciales con otras ciudades peninsulares y se fecharon hacia el siglo III a.C. La conquista romana extendió el uso de esta moneda ibérica a las numerosas provincias romanas. Con el tiempo, aparecieron monedas bilingües (ibero y latín) hasta que se impuso el latín definitivamente.

    Las monedas hispano-cartaginesas
    Durante el periodo de ocupación cartaginesa en la Península Ibérica (237- 206 a.C), cuando Amílcar Barca y su hijo Aníbal fueron enviados a la península para establecer un territorio cartaginés en el sur de España, se acuñó moneda para el pago dentro del ámbito militar y con patrón fenicio. No obstante, dado el gran estado de conservación de muchas de ellas, estas monedas pudieron ser utilizadas por las refinadas élites locales, como instrumentos de adorno personal o elementos propiciadores de la fortuna en la vida terrenal y en la de ultratumba.

    Lorena Mingorance

    Cores

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