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    La colección de los embajadores Alan y Susan Solomont

    Los embajadores Alan y Susan Solomont son los representantes del presidente Barack Obama en España, y llevan en Madrid algo más de dos años. A pesar de tener una agenda cargada de reuniones de trabajo, viajes y compromisos oficiales, la pareja no ha dejado de cultivar una de sus grandes aficiones, el arte. Y la fotografía en especial.
    Una gélida mañana de enero, el matrimonio Solomont –tras un afectuoso recibimiento de su perrita Stella Blue– nos abre las puertas de su residencia particular ubicada dentro del complejo oficial de la Embajada de Estados Unidos, para conversar relajadamente sobre el arte y los secretos de la colección que llevan formando desde hace 26 años. Dos obras dan la bienvenida al visitante, una serigrafía de vívidas flores de Andy Warhol y El beso en Times Square la mítica imagen de Alfred Eisenstaedt.
    La piedra angular de la Colección Solomont son sus fotografías vintage, es decir, originales de época, realizadas por los autores en vida. Una de las piezas más emblemáticas, muy rara, está firmada por el artista Eduard Steichen, un luxemburgués nacionalizado estadounidense que trabajó estrechamente con Alfred Stieglitz antes de asumir la dirección del área de fotografía de la revista Vanity Fair de la editorial Condé Nast, y a continuación dirigir el departamento de fotografía del MoMA.
    No hace mucho una fotografía de este maestro del Pictorialismo alcanzaba un récord en subasta al rematarse en 2,9 millones de dólares –aunque ha sido destronado por el alemán Andreas Gursky. Esta fotografía en particular, que plasma a un grupo de mujeres indigentes, es un trabajo singular, radicalmente distinto de los glamurosos retratos que Steichen hizo de la farándula neoyorquina de los años 30. Aquella adquisición fue “el bautismo de fuego” de los Solomont como coleccionistas al tratarse del primer trabajo que compraban de un autor de relevancia. Hasta entonces habían adquirido obras locales, con claras referencias al entorno familiar de Cape Cod en la Costa Este. Aunque solo una pequeña selección del centenar de piezas que forman su colección les han acompañado en su aventura española –entre ellas la espectacular El cuarto oscuro de Ansel Adams, Yosemite, 1938, de Edward Weston- el núcleo de su colección, fundamentalmente maestros americanos, sigue en la casa familiar de Massachussets. Al asumir su cargo como jefes de la diplomacia estadounidense en Madrid, el matrimonio pudo escoger entre las obras de arte de 2.500 artistas que el Departamento de Estado pone a disposición de su personal de más alto rango a través del programa Art in Embassies. Además los Solomont apostaron desde el principio de su estancia en Madrid por compartir su colección particular con su entorno incorporando algunas de sus obras particulares a los préstamos; sus aportaciones han sido exquisitas: Milton Avery, Annie Leibowitz y Roy Lichenstein, son solo algunos de los artistas de su colección particular que ahora cuelgan de las paredes.
    Guillermo Solana, conservador-jefe del Museo Thyssen y el galerista neoyorkino Howard Greenberg, les han asesorado puntualmente sobre la mejor ubicación para las piezas en su casa madrileña, que ofrece un espectacular escaparate del arte americano en un entorno formal pero relajado. Tendencias del Mercado del Arte charló con Alan y Susan Solomont acerca del arte y la fotografía de autor, y sobre como compatibilizar la absorbente actividad coleccionista con un cargo público de alta responsabilidad. Carlos García-Osuna / Rosalind Williams

    Susan Solomont (SS). Es interesante empezar contando que las embajadas de Estados Unidos pueden participar en el programa Arte en las Embajadas (Art in Embassies) para acceder a un fondo de obras de arte coordinado por el Departamento de Estado [el equivalente norteamericano al Ministerio de Asuntos Exteriores español]. Gracias a esto hemos solicitado préstamos de obras de renombrados artistas norteamericanos para disfrutarlas durante nuestra estancia en España. Tenemos muchos óleos del pintor Milton Avery y su hija March, varios de Roy Liechtenstein, de Jacob Lawrence, C.E.L Green, y de algunos artistas de Nueva Inglaterra.
    Como Alan y yo somos grandes amantes de la fotografía de autor, nos apetecía traer a la embajada algunas piezas de nuestra colección particular, como un precioso retrato de Paloma Picasso de Annie Leibowitz, retratos de Joan Baez y Bob Dylan hechos por Richard Avedon, uno de Bob Dylan y Johnny Cash de Jill Krementz… ¡Nos encanta la música!. Tenemos también una fotografía de Bruce Springsteen –quien por cierto actuará este año en España.

    ¿Cómo empezaron a coleccionar fotografía?
    Alan Solomont (AS). Tenemos una casa de verano en Cape Cod, en el pueblo de Truro, cerca de Provincetown que es una comunidad de artistas con numerosas galerías de arte. Una de nuestras actividades preferidas los fines de semana es ir a cenar a uno de sus excelentes restaurantes y luego dar un paseo por las galerías. Hace años visitamos Hell’s Kitchen y allí descubrimos unas fotografías de Joel Meyerowitz. En realidad todo lo que está en esta sala [la biblioteca] son obras de Meyerowitz. En aquella ocasión adquirimos una fotografía muy brillante, a color, de Cape Cod, de su famosa serie Bay Skies, sobre la que hay editados varios libros. Ésa fue la primera fotografía que compramos y la verdad es que nos salió muy barata si pensamos lo que costaría hoy.

    ¿En qué año fue?
    SS. 1986. El mismo año que nació nuestra hija mayor…
    AS. …cambio de escenario: Nueva York. Cada año celebramos allí el Día de Acción de Gracias con la familia de Susan y durante los tres o cuatro días festivos aprovechamos para disfrutar de las actividades culturales que ofrece la ciudad.
    Uno de los museos, creo que era el MoMA, celebraba una exposición sobre Eduard Steichen, uno de los pilares de la fotografía norteamericana del siglo XX, y vi que también había carteles anunciando otra muestra sobre Steichen en la galería de Howard Greenberg. Así que le dije a Susan, «¡Vayamos a verla!»
    SS. Steichen fue fotógrafo de la editorial Condé Nast, cultivaba una fotografía de moda exquisita, retrataba a modelos bellísimas… en fin, así es como se ganaban la vida entonces los fotógrafos… a mí me encantaron aquellas fotos tan elegantes sin embargo Alan se enamoró de otra imagen…
    AS. En efecto, a pesar de que sus retratos de grandes celebridades de la época son espléndidos, a mi me fascinó una imagen en la que retrata a un grupo de mujeres sin hogar, en el Nueva York de la Depresión de los años 30. Se concibió originalmente como anuncio para una revista del subsidio social.
    El artista hizo posar a las mujeres en una escalera. Es una imagen poderosa y fue la primera obra de envergadura que compramos.
    Desde entonces no hemos dejado de visitar ningún año la galería de Howard Greenberg. Otro aspecto que me gustaría resaltar es que nuestras fotografías, creo, son icónicas…
    SS. Como la de El beso en Times Square.
    AS. Existen infinidad de estilos pero pienso que es sugerente tener imágenes famosas y reconocibles como Salida de la luna sobre Hernandez, o La Mujer Americana en Roma o una de las más famosas fotografías hechas por Eisenstadt en El día de la victoria en Times Square, 1945 conocida como El beso -por cierto, mi madre fue enfermera en la Marina. También tenemos un retrato de Henri Matisse dibujando a una modelo desnuda realizado por Brassai en 1939.
    Poseemos una gran biblioteca de libros de fotografía y una colección muy nutrida de ejemplares de la revista Life porque muchas de nuestras fotografías fueron publicadas originalmente en esa cabecera, cuyo archivo custodia Howard Greenberg.

    Háblennos de su colección de autógrafos y de fotografías sobre el rock & roll…
    AS. Coleccionamos todo tipo de objetos. Cristal, elefantes, dradles [un objeto utilizado durante la fiesta judía de Hanukah], etc. En Nueva York hay otra galería de la que somos asiduos, la Rendell Gallery dirigida por Kenneth Rendell.
    Si Greenberg es el primer marchante de fotografía de la Costa Este, Kenneth Rendell lo es de autógrafos. Susan y yo siempre decimos que nuestra colección se comunica con las personas que la contemplan.
    Cada pieza tiene una historia detrás. [En los pasillos que llevan a las dependencias privadas hay enmarcados manuscritos autógrafos de científicos como Albert Einstein y relevantes personalidades políticas americanas, como los presidentes Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy, además de un nutrido grupo de fotografías que muestran a la familia Kennedy en la intimidad].
    SS. Tenemos estéticas diferentes pero somos muy respetuosos con los gustos del otro y nos damos mucha libertad. Si a uno le gusta mucho una fotografía que al otro no le entusiasma, seguramente al final la dejemos pasar. Solemos llegar a acuerdos. ¡A mi me encanta el rock & roll!. Durante muchísimos años fui gran admiradora del grupo The Grateful Dead. Recuerdo que Alan, para introducirme en el universo de la fotografía de autor, me llevó a ver una exposición de Herb Green, un fotógrafo de San Francisco que trabajó durante un tiempo para la revista Rolling Stone, que había montado una exposición entera sobre Jerry García [guitarrista de The Grateful Dead]. Así llegó a nuestra colección Candy Man, el maravilloso tríptico de Jerry García.
    AS. ¡Fue un regalo de cumpleaños!
    SS. Después vinieron otras fotos de Bob Dylan con los Grateful Dead. Mis artistas femeninas preferidas son Emmy Lou Harris y Linda Ronstadt. Tenemos algunas fotos de ellas, algunas firmadas por Herb Green, también. Por cierto, quiero hacer hincapié en que muchas obras son de mujeres fotógrafas y me gustaría mencionar a tres en particular: Berenice Abott, Ruth Orkin –Chica americana en Italia, 1951- y Ruth Bernhardt. La de Ruth Bernhardt –Torso cubierto, 1962– que está colgada en la escalera principal, fue una de las primeras fotografías que me impactó, me seduce la sensualidad que desprenden sus imágenes.

    ¿Cuales son sus fotografías preferidas?
    AS. Si tuviéramos que escoger sólo una creo que estaríamos de acuerdo en que la de Bernhardt.
    SS. Es una fotografía bella y sensual. Tenemos también trabajos de Imogen Cunningham –un retrato de Alfred Stieglitz de 1934- y de artistas más contemporáneas como Diana Walker. Es curioso que muchas de nuestras obras de arte representen a la mujer… no sé hasta que punto fuimos conscientes de esto como opción pero desde luego ahora forma parte de nuestra conciencia.

    ¿Hay artistas de España en la colección?
    SS. Estamos empezando a fijarnos en ellos.

    ¿De donde son los artistas de su colección?
    AS. La mayor parte de lo que está aquí expuesto como obra prestada o adquirida, es americana. Pero estamos empezando a profundizar sobre el arte español.
    Los fines de semana nos gusta mucho visitar las galerías madrileñas, como por ejemplo, la Galería Juan Gris. Nos gustan, especialmente, Cristóbal Toral –de quien poseen una acuarela titulada Alianza transatlántica– y Manolo Valdés.
    ¡Nunca antes habíamos vivido en una ciudad tan amante del arte como Madrid!.
    La fotografía también tiene una presencia notable gracias a eventos como PhotoEspaña, e incluso ARCO, donde el año pasado compramos una preciosa fotografía (Magritte con sombrero, 1966) de Duane Michals…
    SS. En nuestros viajes por España estamos aprendiendo mucho sobre el arte y los artistas contemporáneos. Creo que todo empezó con nuestras primeras escapadas a Cuenca. Visitamos también Lanzarote y allí conocimos la obra de César Manrique.

    ¿Qué regiones les han gustado más?
    SS. En España cada región es muy diferente.
    AS. Nos encantó el arte que vimos en el País Vasco. No sólo el Guggenheim sino también en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Nos maravilló Chillida, la cocina de San Sebastián y los espacios dedicados a las ciencias y las artes en Valencia…
    SS. Hemos visitado los Museos Picasso de Málaga y de Barcelona y también el Museo Dalí en Figueras.
    AS. Volviendo al tema de la colección de Susan de fotografías de Rock & Roll. ¿Han visto la película de Woody Allen Midnight in Paris? Pues esa película, con la excepción de la chica, podría ser sobre mi vida.
    Cuando era joven, viví una temporada en París, soñé con Francis Scott Fitzgerald y Hemingway, y me interesé por los escritores y artistas de su época. Leí obras de la Generación Beat, Kerouac, Ginsberg… por eso tenemos fotografías y autógrafos de los miembros del movimiento. Tenemos un retrato de Ernst Hemingway tomado por George Leavens, otro de Gertrude Stein en París en 1946 captada por Horst P. Horst, etc. Allen Ginsberg siempre iba pertrechado con su cámara de fotos y retrataba a todos sus amigos; como trabajó con la galería Greenberg su legado se conserva allí; nosotros poseemos un espléndido retrato que Ginsberg hizo a Jack Kerouac, en el que incluyó una anotación…
    Hablando de autógrafos, les contaré una anécdota estupenda. Se trata de una carta maravillosa que escribió Claude Monet a su esposa mientras estaba instalado en Londres, alojado en el Hotel Savoy, para pintar los cuadros del Támesis. En esta misiva Monet, básicamente, le pide perdón a su mujer por permanecer lejos tanto tiempo por razones del trabajo, le escribe que la echa de menos, que la quiere, que pronto estará de vuelta en Francia y que aprecia su comprensión. Adquirí este autógrafo en 1996 o 1997 un momento de mi vida en que mis compromisos con el Partido Demócrata me obligaban a viajar con frecuencia entre Boston y Washington, haciendo que me ausentara de casa durante largas temporadas. Así que…la compré porque reflejaba mis sentimientos. Y tenemos una fotografía fantástica –Lección de música, 1975- de la fotógrafa Elsa Dorfman, en la que retrata a Bob Dylan y Allen Ginsberg.
    SS. Elsa Dorfman utiliza una Polaroid de gran formato y decidimos regalarnos un retrato de familia. Sus fotografías son muy naturales. No salimos artificiales, posando. Uno puede llevar a su estudio lo que quiera, y ella capta la esencia de la persona. Aunque no somos muy aficionados a hacernos fotos nos encanta el trabajo de Elsa.

    Ustedes tienen gustos diferentes pero¿se consultan antes de hacer una adquisición?
    AS. A veces. En ocasiones llego a casa con una nueva compra que no he tenido ocasión de discutir con Susan. Las fotografías son una ventana a nuestras mentes y a nuestros corazones. Son un reflejo de nuestras vidas. Obviamente la política tiene una importancia capital en nuestras vidas, por eso tenemos muchas fotografías políticas.
    Susan, por ejemplo, siempre había querido tener una obra de Milton Avery.
    SS. ¡Era mi sueño!
    AS. Cuando revisamos el listado de obras de arte disponible en el catálogo de Art in Embassies, descubrimos que había un Avery. Fue nuestra gran oportunidad…
    Cuando empecé a salir con Susan, ella tenía el póster de un cuadro de Fairfield Porter.
    SS. Había visto una exposición suya en el Museo de Bellas Artes de Boston y me compré el cartel.
    AS. Pues uno de los préstamos –un óleo titulado Emparrado– es un Fairfield Porter.
    Lo que me atrajo de la fotografía es que yo también hago fotografías. ¡Me encanta hacer fotos!.
    La primera vez que coincidí con Barack Obama, cuando aún era candidato, fue en el aeropuerto, y aproveché para comentarle que tengo dos costumbres algo molestas. Nunca voy sin mi cámara y siempre llevo fotografías para dedicar. Llevé este hábito tan lejos que acabó enfadándose conmigo.
    Tengo una fotografía en la que estamos los dos y en la que el presidente Obama escribió como dedicatoria «Aquí estoy preguntándote por qué tengo que firmar tantas fotografías».
    Tenemos algunas instantáneas hechas por reconocidos fotógrafos políticos como Diana Walker, que hizo un retrato de Tipper Gore, y también tenemos las que realizó Joel Meyerowitz del mobiliario de la Casa Blanca, que se publicaron en la revista Life en 1992.

    ¿Tienen amigos artistas?
    SS. Siempre es algo extraordinario cuando sucede. Gracias al coleccionismo hemos llegado a conocer un poco a Joel Meyorowitz. Le hemos visto en verano, paseando por las playas de Cape Cod con su cámara. Joel hizo unas fotos muy conocidas de las Torres Gemelas de Nueva York, antes de los terribles atentados del 11S. Fue el único fotógrafo autorizado a fotografiar lo que quedó tras el 11 de septiembre.
    Y este año, con motivo del décimo aniversario del 11S, algunas de aquellas imágenes se exhibieron en el Palacio de Cibeles junto a las de un fotógrafo español, Francesc Torres. Nos hubiera gustado conocer a algunos de los pioneros como Ansel Adams, Edward Steichen y Edward Weston… pero ya solo podremos hacerlo a través de su trabajo.
    AS. Como le decíamos Steichen fue el primer fotógrafo de renombre que entró en nuestra colección. Nuestra colección habla de América y esto es especialmente elocuente en imágenes como Muralla humana, Feria Mundial de Nueva York, 1965, de Bob Adelman, Marcha de Selma a Montgomery (nubes), 1965, de James Karales, o en escenas de Central Park firmadas por Bruce Davidson, y vistas de edificios de la Quinta Avenida de Berenice Abbott.

    ¿Tienen un presupuesto para nuevas adquisiciones?
    AS. ¡Usted quiere imponer demasiado orden en este esfuerzo!

    ¿Cómo se organiza la colección?
    SS. Nos divertimos coleccionando. Somos rigurosos al buscar lo que queremos, pero nos guiamos fundamentalmente por la intuición y el instinto. Escogemos aquellas obras que nos hablan, que nos conmueven. Y esa es la fuerza que nos guía. Nuestro presupuesto, por descontado, es limitado. No decimos al empezar el año— «Vamos a gastar este dinero en obras de arte». Como comentaba Alan, cuando estamos en Nueva York para celebrar el Día de Acción de Gracias, adquirimos una obra de arte para hacernos un regalo. En los últimos tiempos nuestras hijas han empezado a plantearse qué vamos a hacer con la colección de fotografía.
    AS. En realidad no nos consideramos coleccionistas serios.

    ¿Por qué no?
    AS. Porque nuestra colección ha sido concebida para nuestro propio placer y para el disfrute de nuestros amigos y familiares. No nos hemos propuesto construir una colección en la que necesariamente deban estar representados ciertos artistas. Cuando visitamos galerías Susan me pregunta qué me gusta, yo se lo pregunto a ella, y si coincidimos, consulto el precio. A Susan, por ejemplo, le gustan las Meninas [los Solomont tienen una simpática colección de meninas de distintos tamaños, estilos y autores]. Sentimos predilección por los grandes maestros españoles -Velázquez, Goya…- este fin de semana, por ejemplo, hemos visto en una galería una obra de Manolo Valdés que quizá compremos.
    A Susan le gustó y a mi también.
    Nos atrae singularmente Edward Hopper, en parte porque cuando buscábamos una residencia de verano en Cape Cod, terminamos comprando, por pura casualidad, la vivienda que está justo al lado de la que Hopper construyó en Truro en 1933, y en la que realizó algunas de sus mejores obras. Tenemos una exhaustiva bibliografía sobre Hopper y también dos retratos suyos hechos por dos distinguidos fotógrafos americanos, uno es de Berenice Abbott que lo inmortaliza en su estudio de Greenwich Village, y el otro, de 1960, de Arnold Newman, en el que Hopper posa delante de su casa.
    ¡Ese es el tipo de conexión que nos gusta poseer con una obra!

    Cómo conocí a Obama
    “Susan y yo llevamos toda la vida involucrados en política, en las filas del Partido Demócrata. Hemos tomado parte en todas las campañas presidenciales desde la candidatura de Michael Dukakis en 1988 –explica el embajador Solomont- La primera vez que oí el nombre de Barack Obama fue cuando una amiga de Chicago, Mary Lou Saltzman, me telefoneó para decirme: «Alan tienes que apoyarle, se presenta a las elecciones del Senado, es una superestrella, es francamente asombroso. ¡Representa el futuro!»
    Aunque suelo ser muy receptivo a este tipo de solicitudes, estaba en medio de la campaña presidencial de John Kerry, y le dije que no podía contar conmigo. Cometí un error entonces, pero lo enmendé. Así que cuando recibí la llamada de uno de sus ayudantes, justo después de su victoria en las elecciones al Senado en 2005, preguntándome si deseaba reunirme con el senador Obama, accedí. En aquel momento Obama estaba haciendo lo que suelen hacer los políticos, ampliar su red de contactos.Como yo tenía previsto viajar a Washington quedamos para cenar. Mi vuelo procedente de Boston se retrasó debido al mal tiempo, pero él me esperó en el restaurante. Él solo. Al saludarme me dijo «Tengo entendido que tenemos algo en común. Los dos hemos sido organizadores comunitarios».
    Así pues empecé a apoyarle como Senador y cuando decidió presentar su candidatura a las elecciones presidenciales, mi esposa se unió a la causa. Lo que llama la atención de su personalidad es su transparencia, “lo que ves es lo que hay”. Es una persona increíblemente genuina, a veces incluso puede ser obstinadamente auténtico, se resiste a lo que no le gusta, pero es también un gran líder.
    Comprende el mundo del siglo XXI mejor que cualquier otro líder político que yo conozca y lo veo como el líder del futuro; fue elegido porque la gente quería un cambio. Ese cambio, es verdad, no se ha producido tan rápido como la gente deseaba, pero esto es algo también frustrante para él.
    Nos enfrentamos a muchos peligros y desafíos, pero nos sentimos afortunados de saber que hay un hombre que comprende en qué dirección va el mundo, y que éste sea el presidente de Estados Unidos.”
    “La primera vez que escuché a Michelle Obama pronunciar un discurso me dije que Barack Obama sería un magnífico presidente y Michelle una gran Primera Dama –añade Susan Solomont- Michelle posee inteligencia, talento y profesionalidad. Es un honor servir a nuestro presidente y a nuestro país, y es emocionante cuando un español se nos acerca y nos coge las manos para decirnos: «Amamos su país y a su presidente».

    Primer viaje a España
    Antes de ser nombrado Embajador, Alan Solomont era empresario, filántropo y activista político. Ha presidido la Corporación para el Servicio Nacional y Comunitario (Corporation for National and Community Service), organismo federal que supervisa todos los programas nacionales de voluntariado. Este Licenciado en Ciencias Políticas y Estudios Urbanísticos por la Universidad Tufts y en Enfermería por la Universidad de Massachusetts en Lowell, viajó a España por primera vez en 1970, gracias a una beca Thomas J. Watson.

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