«Buscaba la poesía de la niebla que transforma a las personas, la poesía de la noche que transforma la ciudad y la poesía del tiempo que transforma a todos los seres humanos», escribió Brassaï, uno de los más agudos cronistas de su tiempo, a quien su amigo Henry Miller llamó “el ojo de París”. Fascinado por la noche, que encontraba desconcertante, enigmática y sugerente, fotografió todas sus facetas, desde la policía hasta las prostitutas, pasando por los indigentes y la alta sociedad, todo ello de forma onírica y misteriosa. Originario de Hungría, viajó a París en 1924, donde se relacionó con los artistas de vanguardia, en particular con Picasso y los círculos surrealistas, consagrándose rápidamente como uno de los fotógrafos más originales e influyentes de su generación. Coincidiendo con la exposición que le dedica el Museo Picasso de Málaga, recorremos la biografía de este versátil creador para quien una buena fotografía debía ser inolvidable, quedarse incrustada en la retina del espectador. [Autorretrato en el bulevar Saint-Jacques, París, 1930-1932 © Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles]