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    La Colección Blaisten: México en su esencia

    Entre 1900 y 1960, México vivió una edad de oro en las artes. Sus artistas trataban de forjar una identidad nacional que reflejara la complejidad cultural del país, en la que conviven múltiples influencias, a veces incluso contrapuestas. Fue esta explosión de creadores y movimientos autóctonos la que fascinó a Andrés Blaisten (1950) quien, en el transcurso de cuarenta años, ha reunido la que está considerada la colección privada de arte moderno mexicano más importante del mundo. Nacido en Argentina y emigrado a México con 14 años, al seguir su primera vocación Blaisten se desvió de la senda familiar, la ciencia, para sorpresa de sus padres -ambos bioquímicos-, matriculándose en la Academia de San Carlos. Aunque luego su carrera profesional haya ido por otros derroteros (ha sido un empresario de éxito en el sector agropecuario), esa educación plástica ha marcado su forma de apreciar la pintura. Su colección, por la que ha recibido premios como el Montblanc al Mecenazgo Artístico, concentra 12.000 obras de más de 800 autores, que abarcan desde la época colonial hasta la actualidad. Todas ellas están al alcance de un clic en su museo virtual (museoblaisten.com) pero estos días algunas de sus obras más emblemáticas, de autores como Diego Rivera, Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo o José Clemente Orozco, pueden disfrutarse en una exposición en la Fundación Casa de México de Madrid.

    Usted ha desarrollado su carrera profesional en el mundo de los negocios pero, sorprendentemente antes de convertirse en empresario, estudió Artes Visuales. ¿Qué poso ha dejado esa formación en su mirada como coleccionista? El paso por la Academia de San Carlos ha sido decisivo para la formación de mi colección, ya que puedo ver con mayor facilidad la calidad de las obras de arte, la técnica pictórica y el manejo del color, que para mí son fundamentales al seleccionar las piezas; en ese sentido, creo que tengo una ventaja en relación a otros coleccionistas que no pueden ver lo que yo veo. Además los estudios de Historia del Arte que llevaba en la carrera me abrieron un panorama de los artistas del siglo XX.

    ¿Por qué decidió centrarse en el arte mexicano? Porque considero que la primera mitad del siglo XX en México fue un momento brillante en las artes. En ese momento, después de la Revolución, todos los artistas estaban explorando y tratando de definir la identidad nacional. Cuando comencé a coleccionar tuve claro que debía enfocarme en una época y un estilo para que el conjunto tuviera contundencia. Creo que el arte mexicano de esa época posee una fuerza y calidad plástica fundamental. Es parteaguas para la historia de nuestro país y permeó en el ámbito internacional.

    ¿Cómo se valoraban estos artistas cuando usted empezó a comprarlos en los años 70? Cuando decidí enfocarme en ese periodo, lo que estaba de moda en México era el informalismo o la abstracción. Los artistas de la primera mitad del siglo se hallaban un poco olvidados e infravalorados, y yo lo aproveché para hacer una lista con todos los que me parecían más interesantes y después se la envié a galerías y dealers privados; muchos de ellos, por cierto, desconocían la existencia de estos artistas. Así empezaron a ofrecerme piezas en cantidad y tuve la oportunidad de escoger las mejores a precios accesibles.

    ¿Qué aspectos singularizan al arte mexicano de aquel momento? Sin duda, el muralismo impulsado y patrocinado por el Estado mexicano, jugó un papel central. Este movimiento tomó temas de carácter político, social e histórico. También hubo muchos artistas que trabajaron la búsqueda de una identidad nacional, formando grupos como el Estridentismo, el grupo 30-30, o la LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios), entre otros. Y hubo algunos creadores solitarios que no se afiliaron a ningún grupo y que estaban totalmente olvidados, a los que también estudié y coleccioné. A partir de mi selección, muchos de ellos empezaron a ser incluidos en exposiciones que revisaban el arte de la época.

    Su colección es abrumadora, más de 12.000 obras  La primera obra que compré, por ejemplo, era de mi maestro de pintura Manuel Herrera Cartalla. Como me gustaba tanto su forma de pintar le pedí visitar su estudio y ahí tenía varias obras, entre las que escogí Los primeros pasos. Otra que me viene a la mente es la última que acabo de adquirir en una subasta. Es una espléndida escultura que Ernesto Tamariz realizó para participar en un concurso para el Monumento a la Revolución.

    En su colección están representados los artistas más consagrados, pero ¿qué otros autores olvidados reivindicaría? Muchos de la primera mitad del siglo XX fueron poco difundidos en vida. Dada la hegemonía que ejercían Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco dejaron en la sombra a muchos artistas. No fue hasta que yo comencé a formar mi colección que los especialistas empezaron a prestarles atención. Nunca fueron olvidados como tal para México, pero hoy en día se les reconoce en exposiciones tanto nacionales como internacionales en donde haya una presencia de arte mexicano. Son los casos, por ejemplo, de María Izquierdo y Dr. Atl. Justamente mi colección no es reconocida por tener los nombres más afamados, sino por haber rescatado a tantos otros que no habían sido estudiados… [Vanessa García-Osuna. Foto: Andrés Blaisten y su hija Renata posan en Casa de México, Madrid. Cortesía Casa de México Madrid].

     

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