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    El beso prohibido de Toulouse-Lautrec

    Más que ningún otro artista de su generación, Henri de Toulouse-Lautrec está asociado al excitante mundo del Montmartre fin-de-siècle. Estudiante de letras de una familia aristocrática, Lautrec llegó a París en 1882, el mismo año en que abría sus puertas el infame cabaret Le Chat Noir. Este sitio, que había sido durante mucho tiempo un punto de encuentro de artistas, escritores y músicos, era ahora un lugar al que acudían las clases medias para observar y mezclarse con un extravagante repertorio de personajes de los estratos sociales más bajos, y Toulouse-Lautrec pronto se sumergió de lleno en sus cabarets, salones de baile, burdeles y circos. Tal como escribió a su abuela, «me gustaría hablarle un poquito de lo que estoy haciendo, pero es tan especial, tan ‘fuera de la ley’ que Papá me llamaría un outsider.» Una grave enfermedad sufrida en su niñez había afectado el normal crecimiento de Lautrec, impidiéndole realizar muchas de las actividades al aire libre habitualmente relacionadas con la aristocracia -pero en este nuevo mundo de mujeres de vida alegre encontró su sitio, y al mismo tiempo, una nueva fuente de inspiración. Los trabajos de Lautrec de esa época no sólo revelan una visión de París como centro del placer hedonista y la juerga, sino que también ofrecen observaciones perspicaces sobre su sociedad. Esto es particularmente cierto en el caso de sus magistrales pinturas sobre burdeles, o maisons closes, de Montmartre, en las que evitó deliberadamente tratar el tema con glamour, ofreciendo, en cambio, la misma perspectiva privilegiada de la que él disfrutó. En la cama: el beso, sale a pujas el 3 de febrero en Sotheby’s Londres valorado entre 11,7 a 15,6 millones de euros.  Está reconocido como uno de los grandes trabajos de la serie en la que Toulouse-Lautrec plasmó escenas de prostíbulos. Pintado en 1892, forma parte de una serie de cuatro composiciones en las que el artista captura un momento de intimidad entre dos mujeres, ofreciendo un punto de vista casi único en su producción. Las mujeres son retratadas fundiéndose en un amoroso abrazo, con sus cuerpos en escorzo de modo que todo lo que podemos ver son sus brazos entrelazados y sus labios estrechamente unidos. El resultado es un cuadro de una intimidad extraordinaria, y uno de los trabajos psicológicamente más profundos de Lautrec.

    El amor oscuro
    La atracción de Toulouse-Lautrec por las maisons closes fue el resultado de sus estrechos vínculos con la cultura del cabaret, ha apuntado Amanda Partridge, especialista en del departamento de Arte Impresionista y Moderno de Sotheby’s Londres, En 1892 recibió el encargo de decorar el salón de un prostíbulo en la rue d’Ambroise. Produjo una serie de dieciséis retratos de las residentes del lupanar, y su serie de cuatro pinturas sobre mujeres en actitud amorosa data de este período. Aquel encargo le permitió observar a las residentes del burdel en cualquier momento del día y la noche, documentando no sólo su interacción con los clientes, sino también sus momentos más íntimos y privados. Las pinturas resultantes consolidaron su creciente reputación y marcaron un hito en sus logros como artista.

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