Carlos León dice estar viviendo la “post-madurez” como artista, “un momento de libertad renovada que uno puede permitirse tras cierta acumulación de experiencia y lecciones aprendidas, cuando uno ya solo rinde cuentas ante sí mismo… y ante la incertidumbre del existir y el pensar”. León (Ceuta, 1948), una de las figuras más relevantes de la abstracción española, presenta estos días en la galería Fernando Pradilla una exposición que lleva por titulo Encender una palabra elegida porque “habla de iniciar una acción, poner en marcha o desencadenar un proceso que crea el comienzo de algo. La considero muy adecuada para referirme al momento actual de mi propia vida”, explica. En esta muestra reúne dos de sus series emblemáticas; la primera, Háfrica, es un «homenaje interior»” a un continente del que admira “la vitalidad, la resistencia y la creatividad de sus gentes, que han soportado la rapacidad y la hipocresía del colonialismo”, y la segunda es Jardines químicos, que pretende ser un grito contra la perversa mutación que la intervención humana descontrolada produce en la naturaleza. [Jorge Kunitz. Foto: Pototo Díez]
