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    El pliegue infinito de Barbara Chase-Riboud

    Escultora, artista visual, poeta y novelista, Barbara Chase-Riboud (Filadelfia, 1939) fue un talento precoz. Comenzó a tomar clases de arte en el Museo de Filadelfia a los siete años, y a los dieciséis, el MoMA, adquirió uno de sus primeros grabados (hoy posee cuatro trabajos suyos). Poco después conseguiría una beca para estudiar en la Academia Americana de Roma, donde comenzó a desarrollar su propio estilo vinculado a la antigua técnica de la cera perdida. En 1958, regresó a Estados Unidos para proseguir sus estudios en la Universidad de Yale siendo la primera estudiante afroamericana en graduarse en la Facultad de Diseño y Arquitectura. En los años 60 se estableció en París donde vive desde entonces (y donde conoció al que sería su marido, el fotógrafo de la agencia Magnum Marc Riboud). Ha tenido una vida apasionante relacionándose con luminarias como Salvador Dalí, Alexander Calder, Mao Zedong, Pierre Cardin, Jacqueline Kennedy Onassis o Henri Cartier-Bresson, quien la llamaba cariñosamente “la petite americaine”. Las Serpentine Galleries de Londres le dedican este otoño una retrospectiva, titulada Infinite Folds, que condensa siete décadas de carrera.  [Barbara Chase-Riboud en su taller en la Rue Dutot, París. 1973 por Marc Riboud. Cortesía de la artista]

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