Rafa Macarrón (1981) está protagonizando uno de los ascensos más fulgurantes de un artista español en el mercado internacional. En 2022, Artprice lo posicionó en el puesto 340 entre los 500 artistas más cotizados en subasta tras facturar más de 4 millones de euros. El madrileño lidera la venta de arte contemporáneo que Setdart celebra el 16 de mayo con un lienzo, Operación Limpieza (2011), estimado entre 180.000 y 200.000 euros. Bajo un cielo azul cobalto salpicado de estrellas, un personaje filiforme pero dotado de una voluminosa cabeza dirige una manguera de agua sobre un grupo de extrañas criaturas. El estilo de Macarrón es inconfundible: cuerpos distorsionados, colores aplicados en superficies planas con intensidades casi fluorescentes, escenificaciones oníricas pero arraigadas en la realidad cotidiana.
En esa misma sesión se ofrece uno de los emblemáticos collages que Mimmo Rotella (1918-2006), “el Warhol italiano”, creaba a partir de carteles antiguos y desgastados que arrancaba de las calles de Roma. Le gran cirque está valorado entre 25.000 y 30.000 euros. En 1964 fue el representante italiano en la Bienal de Venecia; en 1990 fue incluido en la exposición High and Low organizada por el MoMA; y en 1994 formó parte de The Italian Metamorphosis, la gran muestra de arte italiano de posguerra en el Guggenheim de Nueva York.
Otro de los lotes más significativos lo firma Ángela de la Cruz (1965). En su sarcástica revisión del lenguaje pictórico, Ángela de la Cruz, afincada en la capital británica y representada en nuestro país por la galería Helga de Alvear, ha incorporado la autodestrucción de la pintura en la propia obra: “En el momento en que corto el lienzo, me deshago de la grandiosidad de la historia de la pintura”, ha explicado. Su trayectoria acumula hitos como su exposición After en el Camden Arts Center que le valió la nominación al Premio Turner en 2010, o el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2017. En esta subasta se ofrece una de sus pinturas deconstruidas, Nothing VII, tasada entre 40.000 y 45.000 euros.
El 18 de mayo, el protagonismo recae en las joyas y relojes y en esta categoría hay que mencionar un Rolex Daytona Cosmograph valorado entre 30.000 y 40.000 euros.
El 22 de mayo tiene lugar una venta dedicada a la Alta Época, en la que merecen especial atención tres lotes. Despunta un conjunto de cuatro tablas medievales atribuidas a Juan de Sevilla (c.1425-1450), introductor del gótico internacional en las que se representan escenas de la vida de San Pedro Mártir. Su estimación se ha fijado entre 60.000 a 65.000 euros.
El segundo es una marina de Cornelisz Hendrick Vroom (c. 1562-1640), autor representado en el Museo del Prado, datada hacia 1620 y valorada entre 50.000 y 60.000 euros. Vroom fue el gran iniciador de los cuadros de combates y marinas en Holanda. Este lienzo reúne todos los elementos estilísticos que el pintor introdujo en este género pictórico y que serían emulados por las siguientes generaciones: la superposición de bancas cromáticas en las que un mar embravecido hace tambalear grandes embarcaciones abarrotadas de marineros, y a lo lejos, un fragmento de costa, difuminado entre la bruma, fundiéndose con el cielo. Hay que destacar la minuciosa descripción de las naves, sus aparejos y movimientos precisos de cada personaje. Y en contrapunto, la captación atmosférica resuelta con una pincelada ágil y rica en matices.
En tercer lugar, atribuida al Maestro de las Medias Figuras (activo en el segundo cuarto del siglo XVI), se presenta esta exquisita tabla, Virgen con el Niño, datada en torno a 1520 y valorada entre 50.000 y 60.000 euros. El sello de identidad de su autor, del que el Museo del Prado posee un tríptico, eran cuadros en los que las mujeres (normalmente personajes bíblicos, o bien, jóvenes con laudes y otros instrumentos musicales) tienen en común rasgos como el óvalo facial enmarcado por una gasa transparente, una pequeña boca y párpados entreabiertos así como mantos fileteados con ribetes dorados y un hábil empleo de las veladuras.
Uno de los lotes principales que se ofrecen el 24 de mayo es un icono ruso del siglo XIX que representa a la Virgen de Kazán, una de las iconografías más veneradas en la Iglesia rusa ortodoxa. Este ejemplar, tasado entre 20.000 y 30.000 euros, se distingue por el bello oklad que recubre parte de su superficie, elaborado por el popular platero Andrey Postnikov, con esmaltes en varios colores y diversos motivos florales. La tradición de adornar los iconos con oklad surge después del mandato del Santísimo Sínodo Gobernante de 1722, cuando se prohibió colgar sobre los iconos las cruces metálicas y dejar las ofrendas en forma de monedas, puesto que esa costumbre tenía raíces paganas.
El 25 de mayo, dentro de la oferta de artes decorativas, llama la atención una tetera mongol del siglo XIX, preciada entre 14.000 y 16.000 euros.Ejemplo del refinamiento de la artesanía mongol, esta tetera de plata está ricamente decorada con cabujones y tallas en pedrería. La panza se eleva sobre tres patas cilíndricas en malaquita engastada en pies de plata. El cuerpo globular presenta un fino cincelado en el que aparecen representados mascarones zoomorfos inspirados en perros de Fu. Criaturas anfibias talladas en jade se entrelazan con elementos vegetales, adecuándose a tondos, y cabujones que alternan turquesa y coral conforman collarines en torno a la base del cuello. Un ave en reposo en jade hace las veces de pomo de la tapa. Motivos vegetales y geométricos de tipo sintético y trabajados en relieve completan la decoración.
Por último, el 30 de mayo sale a pujas uno de los lotes más importantes: Joven pensativa, una soberbia escultura en mármol de la Escuela italiana del siglo XIX, por la que se piden de 50.000 a 60.000 euros. Este bloque de mármol fue esculpido con notable sensibilidad para hacer aflorar una muchacha lánguida y romántica. Los párpados cerrados, la cabeza ladeada y los labios entreabiertos contribuyen a reforzar la intensidad de un cuerpo entregado a pasiones silenciosas. La actitud embelesada de la joven pudiera responder tanto al enamoramiento como a la devoción mística, pero la sensualidad del vestido sin mangas y las joyas de la diadema apuntan hacia la primera interpretación. El trabajo de los drapeados denota que son obra de un virtuoso tallista: del abotonado lateral del camisón de algodón nacen los pliegues que caen en cascada sobre el regazo y envuelven con natural sensualidad los muslos. Los pies, calzados en sandalias, han sido labrados hasta en sus mínimas curvas.