• Museo Ruso
  • tendencias del arte

    Elena Foster: «Desprecio la indiferencia»

    Cuando uno entra por las altas puertas del espacio artístico Ivorypress, en Madrid, cuando uno se encuentra ante la rampa blanca que baja hacia el espacio expositivo, se detiene unos instantes y piensa ¿por dónde empezar? A la izquierda, una librería dedicada a los libros de arte, muchos de ellos editados por la propia editorial de Ivorypress. Delante de nosotros, el inmenso espacio que alberga estos días hasta noviembre, la exposición retrospectiva del diseñador e ingeniero Jean Prouvé (1901-1984) en la que se exponen muebles, planos de sus espacios, diseños de la mecánica de sus muebles y un espacio físico de una de sus salas. A la derecha de las puertas, otro espacio, a nivel de calle está vez, y que muestra los cuadros y las atrevidas fotografías de mascaras, caretas y retratos de Arroyo, Gordillo y Socías.
    ¿Y quién está detrás de una empresa así? Elena Ochoa (Orense, 1958), una mujer que vive a caballo entre Madrid, Londres y Ginebra, que empezó su vida profesional como psicóloga, trabajó en la radio, fue directora de un programa de televisión, y que ahora es editora, por no hablar del documental ¿Cuánto pesa su edificio Sr. Foster? producido por su productora Art Commissioners sobre la figura de su marido, el arquitecto inglés Norman Foster.
    Ivorypress es un espacio abierto al mundo de la cultura y a sus diversas facetas. Como sala de exposiciones, ha traído a grandes artistas a España, editan C International photo magazine, una revista dedicada al mundo de la fotografía y su editorial-librería dedicada al mundo del arte, la fotografía y la arquitectura es una referencia artística internacional.

    ¿Cómo afronta cada nuevo reto profesional alguien como usted a quien la vida le ha llevado a trabajar con éxito en diversos campos?
    Mi actitud ante el trabajo, cualquiera que sea (pasado, presente o futuro) ha sido, es, y tendrá siempre el mismo talante: hacer lo mejor que pueda, con el mejor equipo posible, seleccionar a los mejores para cada proyecto, e ir con mi equipo a por todas, cualquiera que sean las circunstancias.
    Necesito de mi equipo aunque trabajo también a solas, necesito tiempo conmigo y el proyecto en el que esté trabajando. Esto es muy exigente y conlleva a veces un fuerte cansancio físico, emocional e intelectual, tomar decisiones permanentemente, mantener un estado de alerta e ilusión constante en todo el equipo y más contigo misma, decir “no” a muchas cosas atractivas en el camino, que interfieren… Pero mientras tenga la energía suficiente, ahí estaré, sin duda, con los míos, luchando con molinos de viento o intentando ganar guerras y “batallitas” diarias.

    ¿Qué sería de su vida sin el trabajo?
    Sin proyectos no entiendo la vida. No entiendo una existencia sin crear y modificar lo que no me gusta o satisface en la realidad que vivo. Como profesora e investigadora en la universidad cuando estaba en mi veintena y treintena, en mi papel en los medios como televisión o radio, y ahora como productora de documentales, o como editora en Ivorypress desde 1996 hasta hoy. También como generadora de exposiciones en Ivorypress Art+Books, de artistas, como galerista privada o como consultora en comités de Museos e Instituciones públicas, o en donde me encuentre con una responsabilidad concreta…
    Siento una “urgencia urgente” de crear, de provocar cambios o de rechazar drásticamente, y a veces con cierta dulzura, lo que no me gusta creando alternativas y opciones. De transmitir belleza a los fracasos morales, materiales o sociales que me ocurren o que me rodean. No puedo soportar la protesta sin una respuesta en acciones concretas. Me produce una fatiga insoportable la palabrería y la demagogia sin compromisos fácticos. Desprecio profundamente la indiferencia y los espíritus mediocres, el pesimismo ruin y malicioso… En suma, la obscenidad mental y emocional. Cuando trabajo intento dar lo mejor de mí, que puedo y que está a mi alcance. Para mí la vida es un trabajo fascinante, y el trabajo es la vida que adoro y por la que me levanto cada día. Y que se confunde con mi persona. Es un trabajo fascinante el que hago cada día con mi familia, con mi barco de vela en noches de viento incontrolado, o con mi moto que pesa casi una tonelada.
    No concibo ni lo he hecho nunca un trabajo como una actividad aislada de 8 a 3 o de 9 a 8, con vacaciones y días festivos. Nunca lo he hecho así desde que empecé mi profesión a los 21 años, o incluso antes, pues desde los 16 años me pasaba los veranos en hospitales aprendiendo. Todo se mezclaba con mi vida familiar y con mis amigos. Y no voy a hacer ahora separaciones y compartimentos en mis cincuenta.
    El trabajo que más adoro y me satisface, es estar con mi familia, la educación de mis hijos y descubrir cosas o hacer proyectos con mi marido y mis hijos. Este “trabajo” es el primero en mi lista cada día.

    ¿De dónde saca tanta energía?
    Me gusta lo que hago, aunque a veces no es exactamente divertido sino todo lo contrario… Es pesado y produce angustias que quitan el sueño. Pero cuando intentas seguir fiel a tu visión y a tus objetivos, aunque sea difícil y no muy cómodo, pues sigues ahí. E incluso apuestas y arriesgas más y más, te provocas a ti misma. La auto-provocación es quizá el rasgo más acusado de mi carácter. El que me da más problemas pero también más satisfacciones. Y la auto-provocación crea cambios, reinvenciones, inseguridades, una constante comprobación de lo que haces, angustias… pero para mí esta auto-provocación la ejerzo como la máxima libertad a la que puedo aspirar como ser humano. Un privilegio que me lo he ganado a pulso, “currando” sin descanso.
    Por supuesto te tiene que apasionar hasta la médula lo que persigues y sentir cierto orgullo de algunos de los resultados logrados y del reconocimiento… sino, es mejor que te dediques a otra cosa o te tumbes en una hamaca a contar las horas día y noche hasta que tu cerebro se apague. La energía está dentro de uno, cuando quieres y crees en algo, es entonces cuando sacas energía de donde no la hay. Es un instinto de supervivencia. Es lo que genera ideas y soluciones. Es una necesidad vital de sentirse atemporal, inmortal o hacer historia, aunque sea por unos pocos momentos, es una necesaria “ilusión de control” para mantenerse sano. Es una ambición que se lleva en el ADN, y que va contigo desde que naces hasta que te vas para siempre disparada sin retorno al túnel del infinito. Es esa ambición inefable pero muy fuerte, la ambición de crear por la necesidad de no sentirse muerto, la satisfacción en ser capaz de ver realizado en algo tangible lo imaginado… lo querido, lo que sientes que da sentido a tus esfuerzos…

    ¿Ve estas etapas profesionales como un trabajo vocacional o piensa que el trabajo es necesario?
    El trabajo es mi vida, es mi forma de vida. No es una vocación. ¡No sé lo que es vocación!. Es un concepto que nunca he entendido. Sí entiendo lo que es trabajo: es mi forma de existir en el aquí y ahora. Como lo es mi familia, mi marido y mis hijos, mi equipo en Ivorypress, mi gente a la que quiero. No puedo concebir mi persona sin leer, hacer libros, estar con mis amigos, desarrollar un proyecto, cenar con mi marido o llevar a mis hijos al colegio.

    Si hablamos de su espacio expositivo que ha permitido traer a España a artistas de renombre, ¿por qué criterio de selección se rige?
    El criterio es simple y concreto: si la obra y el artista me conmueve, me altera de alguna manera, me produce un vuelco intelectual y/o emocional, me quita el sueño, es entonces cuando persigo el proyecto con el artista. Libro, exposición, performance o una larga conversación, un documental o exploro una colaboración, cualquiera que sea. ¡Pero en ese proceso puede ocurrir que nada funcione!. Los libros publicados por Ivorypress, las exposiciones generadas, son hechos y reflejo que constatan que mi intuición primera y que mi relación con el artista, han funcionado. Pero en el camino, a lo largo de los años, han quedado proyectos que no han merecido seguir, que se han agotado antes de empezar, que se han perdido en palabras o que se han evaporado en el desierto… y esto, aunque sea duro, hay que asumirlo. Y seguir.

    ¿Ivorypress en España es para usted una conexión con su país?
    He vivido como una nómada desde muy joven, he vivido en varios países y habitado muchos lugares. Y he llevado siempre mi gente a la que quiero y a Madrid dentro de mi memoria y de mi corazón. Por eso decidí abrir en Madrid una librería, una editorial, una galería y otras cosas que están ahora en marcha en Madrid para futuros próximos en Ivorypress. Hubiera tenido más coherencia estratégica y un sentido mucho más racional en una compañía editorial privada como es Ivorypress, el haber abierto Ivorypress Art+Books como espacio y como galería y librería al público, en Londres, pues es donde está la oficina central, o en Nueva York, o en Berlín o Shanghai o en Abu Dhabi, por motivos estratégicos, financieros y de mercado y porque tengo muy estrechos colaboradores en estas ciudades y la respuesta y soporte sería más inmediata. ¡Pero Madrid es mi Madrid!. Y esa es la única razón por la que Ivorypress Art+Books esté en Madrid, aunque tenga otras oficinas no abiertas al público en Reino Unido, Suiza, Asia y América.

    ¿Qué hace cuando viene a España?
    Cuando vengo a Madrid tengo la poca fortuna por el momento de no tener todo el tiempo del mundo para pasar más horas con los amigos que quiero, aunque lo intento sacar de las piedras…

    Háblenos de sus hijos. ¿Es cierto que siempre le acompañan en sus viajes de trabajo?
    Los hijos aprenden por ósmosis de lo que ven en casa. Los niños son observadores astutos, agudos y muy meticulosos. Y con una memoria emocional inmensa. Como padres solo podemos proporcionarles amor y la mejor educación que podamos. Luego serán ellos mismos, ¡tienen que ser ellos mismos!… Pero contestando a su pregunta, sin lugar a dudas, nuestros hijos tienen, desde que nacieron, oportunidades especiales a diario para convivir con creadores sobresalientes y con gentes que están definiendo la cultura y el arte de nuestro tiempo. Esta circunstancia está modelando sus personalidades. El que sean capaces de jugar, amar, pensar, sentir, leer en varios idiomas desde alemán a chino, portugués o español, inglés o francés, les afectará muy positivamente. Ya les afecta en su actitud crítica y no entienden un mundo con fronteras o culturas desconectadas. Pero serán conscientes de esto cuando crezcan más. Por el momento saltan de la silla con “celebrities” del cine y de la música de las que son fans…
    Aunque en las últimas semanas me ha sorprendido mi hijo de 10 años que después de tres años de protestar por sus clases de chino, ahora solo escucha música tradicional china cuando juega con sus coches y tiene toda su pared llena de sus escritos en caligrafía china detallada al lado de sus pósters de graffiti de Los Ángeles y de estrellas del mundo del deporte y la música pop.

    ¿Cómo eran sus padres? ¿Fueron estrictos con su educación?
    Solo puedo recordar a un padre muy trabajador, sensible, dulce y con una enorme cultura artística. Y una madre estupenda, guapísima y muy divertida. Me ofrecieron la educación que pudieron y consideraron que era la que más me convenía. Me apoyaron en lo que yo decidía aunque no estuvieran de acuerdo.
    Y cuando el desacuerdo entre nosotros era grave, mi única opción fue asumir las consecuencias al cien por cien. Por eso he trabajado desde muy joven y he vivido con becas durante gran parte de mi vida universitaria y profesional. Aprendí a ser autónoma desde muy pronto. Yo haré lo mismo con mis hijos.

    ¿Cómo y dónde se ve dentro de unos años?
    No tengo tiempo para imaginarme como seré dentro de unos años. Y si lo intento mi imaginación no me responde… Eso no significa que lo que haga no quiera que escriba historia. Soy meticulosa con los archivos y documento todo lo que realiza Ivorypress desde el primer día. Pero no en mi persona, yo solo vivo el hoy y el ahora, no llevo ni escribo ningún diario personal, no me interesa nada. Quizá en el futuro seré la misma, con un poco más de experiencia a mis espaldas, con más fracasos y más éxitos que contar a mis hijos, con más proyectos en marcha, con más amigos ¡y seguro que con más enemigos!.

    Trabajar para aprender
    “Todo proyecto conlleva momentos de insomnio, de problemas, de caminos angostos donde no ves la salida – explica Elena Foster- Momentos de gran preocupación, de incertidumbre. He aprendido a soportar la incertidumbre. Pero cuesta. A trabajar para aprender. Seguiré haciendo libros, exposiciones, y proyectos siempre que aprenda. El día que deje de aprender será mejor que me dedique a otra cosa… Pero el constante aprendizaje continuo, la pasión, la apuesta diaria, y trabajar con creadores al unísono, lleva consigo sentimientos e ideas complejas y difíciles. Solo si el creador lo comparte contigo funciona.”

    Jacinta Cremades

    Foster

  • Portada

     

  • Manifesta

  • La Pedrera

  • FAB París

  • TEA

  • Biaf

  • Museo Picasso Malaga

  • Marq