Carmen Buqueras de Riera, esposa de Salvador Riera, galerista y coleccionista de arte de la mítica galería barcelonesa Dau al Set, compartió con su marido la pasión por el arte. Recuerdo, hace muchos años, cuando Salvador Riera me presentó a su esposa en la galería, y me dijo muy orgulloso: “Carmen es muy inteligente y muy trabajadora”. Actualmente tiene una excelente colección en la que, junto a grandes nombres de la escena americana, como Andy Warhol y Louise Bourgeois, se alinean otros artistas, que dan una visión amplia del arte internacional de las últimas décadas, como Olafur Eliasson, Anish Kapoor, Bill Viola, Zhang Huan, Juan Uslé, Cristina Iglesias… Miembro del Comité Latinoamericano de Adquisiciones de la Tate Modern de Londres y también del Patronato de la Fundación Francisco Godia de Barcelona, ha cedido su colección al Museo de Arte Contemporáneo de Málaga por cinco años. En su casa de Barcelona hemos estado hablando de su colección, y ha sido un placer visitar con ella la exposición –Pasión, Colección Carmen Riera– en el CAC de Málaga. Carmen Buqueras es ya un personaje respetado y querido en Málaga, y mientras paseábamos por la ciudad, me contó que a veces la reconocen por la calle y le dan las gracias por tener su colección en la capital malagueña.
¿Cuándo empezó su colección?
Empecé a coleccionar al cabo de un año de llegar a Londres, después de la muerte de mi marido, Salvador Riera. Conocía a un amigo suyo, José María Cano [componente del grupo Mecano], que era un coleccionista muy activo, que por entonces estaba componiendo su ópera [Luna]. José María me ayudó mucho, me decía: “en tal galería hay obras interesantes, podemos comprar juntos, tú compras una cosa y yo otra y lo negociamos juntos”. Así empezó mi inquietud por el coleccionismo. Al año siguiente me invitaron a ARCO como coleccionista y desde entonces no he dejado de comprar. ¡Es casi como una adicción!
¿Con qué criterio compra?
¡Creo que tengo muy buen ojo! Me seducen las cosas bastante contundentes, internacionales… Cuando me gusta algo, antes de comprarlo, estudio la trayectoria del artista, y si es una buena obra, fruto únicamente de la casualidad, la dejo pasar. Si me enamoro de una pieza tiene que cautivarme también lo que el artista haya hecho antes. Compro a gente joven, pero ahí sí hay más riesgo de equivocarse porque a veces empiezan bien pero luego no siguen la trayectoria que se preveía. Sin embargo no suelo equivocarme mucho; debí ser una de las últimas personas que compró un Stingel a buen precio, porque muy poco después empezó a coleccionarlo François Pinault y empezó a subir mucho, tanto que ahora está fuera de mi alcance. Cuando Olafur Eliasson expuso en la Fundación Miró de Barcelona yo ya tenía una pieza suya y la presté para la exposición.
Recientemente, usted ha viajado a China, ¿qué nos puede contar?
Fui con Liliana Godia y la directora de la Fundación Francisco Godia, Sara Puig, y visitamos el estudio del artista Zhang Huan; allí compré cuatro fotos -que también van a Málaga-. Me ocurrió una anécdota muy curiosa. Cuando Huan vio mi anillo me preguntó si era un Anish Kapoor, le contesté que sí, y me pidió ‘¿me lo dejas tocar?’ se lo puso, miró la edición grabada en el anillo y me dijo ‘¿Cuántos anillos existen como éste?’ – ‘había 10’ – ‘¿cuántos años hace que lo tienes?’ – ‘seis o siete’ – ‘ya no habrá ninguno, claro’ – ‘ninguno, lo sé porque cuando me lo vieron en la Tate, mucha gente quiso comprar uno y ya no había’. Entonces me dijo muy serio: ‘te lo cambio por una obra mía’; pero le dije que no.
Zhang Huan tiene un estudio-factoría en el que trabajan al menos 300 personas; es como una especie de pueblo, con naves, naves y naves… ¡incluso un río cruza su estudio!. Lo que más me gusta del arte es la pintura, pero sin darme cuenta he comprado mucha escultura, quizás sea porque actualmente hay menos pintores contundentes… y en cambio, hay escultores buenísimos…. Posiblemente haya pocos pintores porque a los artistas les resulta más fácil trabajar con la fotografía, y además la fotografía es una opción más asequible para el comprador.
El día de mañana habrá colecciones estupendas de fotografía, hasta que vuelva a arrancar la pintura. En cuanto a los videos, los hay muy caros pero también menos costosos. Yo tengo algunos muy bonitos y muy buenos.
¿Intenta comprar lo que le gusta o también rellenar vacíos en la colección?
Manuel Viola era un vacío que yo tenía en la colección, ¡pero es que es imposible llenar todas las lagunas!. Existen demasiadas obras maravillosas en este mundo. Lo que sí procuro es enamorarme de la obra, no de la firma; ¡me enamoro de las obras buenas sin querer!. Si me muestran varias, instintivamente sé cuál es la mejor. Cuando adquirí el Olafur Eliasson tuve problemas porque me decían que ya la tenían vendida a un museo y me ofrecían otra como alternativa. Les dije que no me gustaba, esperé un par de días y finalmente accedieron a vendérmela… a veces ocurren estas cosas… También procuro comprar a buen precio; la única obra que no pude comprar así fue el Anish Kapoor. Como no querían vendérmela, tuve que pagar lo que me pedían, ¡pero siempre lo intento!.
Las piezas buenas siempre hay que pagarlas, claro, pero si no puedo conseguir la que me interesa con el descuento que quiero no compro ninguna.
Eso está bien, y ¿se consiguen buenos precios?
Cuando ven que uno ya es coleccionista y hace cosas con su colección, es posible, y además, el hecho de estar en la Tate de Londres te brinda la oportunidad de conocer artistas, ir a los estudios y a las inauguraciones. A muchos artistas me gusta conocerlos… y a otros hubiera preferido no conocerlos porque te decepcionan. He comprobado que para realizar una buena obra hay que tener mucha cultura. Bill Viola, por ejemplo, es una persona muy agradable y explica su obra con mucho cariño.
Usted está en el Comité de Adquisiciones de Arte Latinoamericano de la Tate Gallery, ¿qué supone esto?
Supone asistir a dos reuniones al año, acudir a Art Basel Miami… los comisarios hacen una evaluación de qué tenemos que comprar y el comité dice sí o no, argumenta por qué no es interesante o por qué está fuera de precio… se va a ferias, inauguraciones, se hacen viajes… ¡es muy interesante!
Ahora acaba usted de dejar su colección al CAC de Málaga…
Sí, he dejado cien obras al CAC, están elaborando un catálogo y estoy encantada. Me tratan divinamente, tanto los medios como el alcalde, que está muy interesado en el mundo del arte. Me dieron el Premio en ARCO y el alcalde de Málaga se presentó en Madrid cuando a las cinco de la madrugada tenía que volver a Málaga. La cesión a Málaga es por cinco años prorrogables. Curiosamente, cuando vendí el local de la galería compré otro para almacén pero al final no me cabían las obras; entonces me llamó el director del Museo de Málaga y me dijo que como mi obra no cabía en mi almacén de 500 metros cuadrados, el alcalde de Málaga quería hablar conmigo. Estoy muy contenta, exponen la colección, la cuidan, la catalogan, pagan los seguros y puede verla todo el mundo, incluida yo, porque desde que había comprado las piezas no había podido verlas… había viajado mucho y estaban en el almacén guardadas en cajas. Es una obra con mucho volumen, obras enormes, algunas incluso tienen que ir con su caja porque forma parte de la obra. La escultura de Louise Bourgeois pesa 600 kilos; una pieza de Anish Kapoor, donde pueden entrar dos o tres personas dentro y donde se pierde la noción del espacio, ¡pesa una tonelada!.
¿Conserva usted alguna pieza de la colección de Salvador Riera?
No, todo ha sido comprado por mí, porque Salvador lo dio todo; no es que lo diera, pero valía mucho más, solo con las quince piezas de Barceló, las tres de Basquiat, las muchas de Tàpies… estaba clarísimo que valía mucho más, pero Salvador quería que fuera a los museos. Yo conservé el vidrio francés y el cuadro La cabra de Joan Ponç, que no se puede vender, porque, según Ponç, si uno se desprende de ella todo le irá mal; es curioso, pero yo vi arruinarse al señor Millán, que fue quien nos la vendió; yo, por si acaso, no la vendo [dice sonriendo]. Fui a Londres y me dediqué a comprar, y ahí está lo que he hecho. Lo que nos dieron a cambio de la Colección Salvador Riera ha repercutido en el mundo del arte. Barcelona necesita un revulsivo.
Yo pensaba que éste era el momento de hacer una feria en Barcelona aprovechando ARCO, pero aquí, en lugar de sumar, restan, no quieren hacer nada conjuntamente.
De Warhol a Louise Bourgeois
El CAC de Málaga tiene una espléndida colección permanente de arte contemporáneo gracias a la generosidad de Carmen Buqueras de Riera, que ha cedido su colección por cinco años, prorrogables a diez, una colección que aumenta el prestigio del museo malagueño. En este momento se exponen 25 piezas, en las que el buen gusto y criterio de la coleccionista catalana se perciben en todo el conjunto. Las cuatro piezas de Andy Warhol (1928-1987) son un buen pretexto para una reflexión sobre la influencia de Warhol en la evolución posterior del arte. El artista que no quiso vivir pagando el precio de la angustia, como sus colegas, los expresionistas abstractos americanos, analizó la sociedad mostrando una nueva manera de ver y entender el mundo, con sus luces y sus sombras, desde la sociedad de consumo y el glamour de las estrellas, hasta lo más horrible, como la muerte, los desastres de la sociedad, la bomba atómica… Quería ser como una máquina para no manifestar sus sentimientos y practicó de manera magistral el distanciamiento, una actitud que ha tenido una gran influencia en el arte posterior; y para dar salida a su inagotable creatividad se rodeó de colaboradores, cambiando los modos de producción de la obra de arte: el genio del Pop Art era también un artista conceptual. La máxima expresión del glamour está en Diamond Dust Shoes (1980), zapatos con polvo de diamante. La presencia en la exposición de la artista conceptual Louise Bourgeois (1911-2010), con Mother and Child (2001) y Fear Four (1984), en la que la escultora convierte sus miedos en escultura para poder manejarlos y distanciarse de ellos, permite visualizar que en el arte actual las raíces pop y conceptuales a menudo se funden, en manifestaciones que pueden ser más expresivas o más distantes, pero con un elemento en común: el interés por el hombre en relación con sí mismo y con el mundo. El trabajo en equipo lo vemos hoy en muchos de los artistas actuales que tienen un tipo de obra multidisciplinar, como Olafur Eliasson, que puede necesitar incluso ingenieros; su luminosa esfera de color, Colour Square Sphere (2007) es una de las obras más espectaculares de la exposición, juntamente con The Glorious Body of Laure by Mitsou Ronat (1894) del artista conceptual Cerith Wyn Evans, una lámpara colgante que transmite textos filosóficos, poemas y cartas en código Morse, transformándose en luz intermitente. Son muchos los artistas actuales que experimentan con el artificio y los fenómenos de percepción, como Anish Kapoor que, al entrar en el interior de Pillar (2003), uno tiene la impresión de ver un lejano horizonte y sin embargo no hay espacio para ello, hay que intentar acomodar la visión, y la experiencia es realmente extraña. Una espléndida pintura es Ornamental sobre verd amb flors I (2000) de Joan Hernández Pijuan, un artista que después de una etapa de pintura conceptual evolucionó hacia una pintura informalista, más matérica, muy depurada, para expresar, de manera muy sintética, el profundo sentimiento que le genera el paisaje. Ugo Rondinone, en cambio, es más frío, pero solo aparentemente, porque su ideal es hacer poesía, romantizando la vida, All moments stop here and TOGETHER we become every moment that has ever been (2002) es como una ventana abierta al mundo interior de cada uno. Gavin Perry también tiene una obra aparentemente fría, pero busca la profundidad desde la distancia, Stop Crying Now, Here Comes the Sun (2005): Para de llorar ahora, ya sale el sol… Completan la exposición José María Cano, Günther Förg, Jean- Michel Basquiat, Francesco Clemente, Peter Halley, Jenny Holzer, Gary Hume, Etienne Krähenbühl, Peter Sandbichler, Rudolf Stingel, Vicent Szarek, Pae White, Cristina Iglesias, Juan Uslé y Juan Muñoz.
Marga Perera