En los años veinte y treinta del pasado siglo, el Art Decó, con su estilo exuberante, captó el anhelo de mirar al futuro con optimismo. Materiales lujosos, geometría depurada y diseños innovadores identificaban a este movimiento con el gusto moderno. Su decadencia se produjo a raíz de la austeridad impuesta por la Segunda Guerra Mundial, pero en los años setenta volvió a ponerse de moda. En este resurgimiento contó con aliados como Cheska y Bob Vallois, fundadores de la Galerie Vallois de París, punto de encuentro de coleccionistas sibaritas como Karl Lagerfeld, quien confesó “no haber encontrado en ella nunca nada que no me gustase”. Un siglo después de la Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes que atrajo a 16 millones de visitantes en 1925, el Art Decó regresa al Grand Palais en el contexto de la feria FAB Paris. Una exposición (no comercial) de muebles icónicos cedidos por importantes colecciones privadas permitirá ver de cerca, por ejemplo, el mítico sillón Dragón de Eileen Gray por el que en 2009 se pagaron 22 millones de euros en subasta y que Cheska Vallois, como nos descubre en esta entrevista, adquirió en 1971 por 10.000 francos.
Su galería está considerada una meca del mobiliario Art Déco, pero ¿cómo empezó su historia? Bob y yo empezamos como anticuarios (¡almonedistas de la época!) en la Costa Azul y, por casualidad, en 1970, cuando Les Halles se trasladó a un gran local en pleno centro de París, donde abrimos nuestra primera galería. Permanecimos allí hasta 1981, cuando nos mudamos a nuestra sede actual, en la rue de Seine. Nuestro interés por este periodo surgió a raíz del descubrimiento de un mueble, concretamente una silla de metal de Marcel Breuer, de la Bauhaus alemana. Nuestra investigación nos llevó rápidamente por la senda del Art Decó francés, al que poca gente prestaba atención por aquel entonces.
¿Cómo se fraguó su pasión por este movimiento? Investigando documentación de la época en la Biblioteca Forney, visitando los pocos museos que exponían muebles y objetos Art Decó (como el Musée des Arts Décoratifs y el Musée d’Art Moderne Ville de Paris), y también gracias a la llegada de piezas extraordinarias a nuestra galería. En aquella época, íbamos todos los días a las subastas del Hôtel Drouot y una vez por semana nos dejábamos caer por el mercadillo de Saint-Ouen, donde todo estaba por descubrir. Pronto nos dimos cuenta de que la modernidad y la sofisticación de estos muebles se adaptaban muy bien al modo de vida de finales del siglo XX, ¡y así sigue siendo hasta hoy!.
¿Cómo era este mercado hace cincuenta años? Incipiente, o incluso inexistente. En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial se vivió un desencanto con el Art Decó, y era necesario redescubrir estos muebles olvidados, cuyo precio era extremadamente bajo. No me sorprende en absoluto cómo se ha desarrollado el mercado porque su cotización ha ido creciendo poco a poco y, sobre todo, ha sido el resultado de un trabajo duro por nuestra parte y por la de los marchantes que se abrieron camino al mismo tiempo que nosotros.
Entre los diseñadores más codiciados está Eileen Gray, a quien usted conoció cuando tenía 94 años. Para mí fue un encuentro fundamental en mi carrera; habíamos tenido la gran suerte de adquirir toda la colección de madame Mathieu Levy, que había sido una de las mecenas de Eileen Gray, que incluía una quincena de muebles lacados que ahora son icónicos. Solíamos tomar el té juntas una vez por semana y durante estas veladas me hablaba de su vida y su obra, enseñándome los archivos de sus creaciones. Era una mujer extraordinaria y fascinante.
En 1971 compró por 10.000 francos su sillón Dragón, que alcanzó los 22 millones de euros en la venta de la colección Yves Saint Laurent y Pierre Bergé. ¿Imaginó alguna vez que alcanzaría este precio histórico? En 1971, ni por un segundo me hubiera imaginado el precio que alcanzarían estas piezas legendarias. Apenas unos minutos antes de la venta el sillón fue tasado por Christie’s entre 3 y 4 millones de euros, aunque yo pensé que alcanzaría los 12 o 13 millones. El resultado asombró al mundo entero, ¡pero de ninguna manera el coleccionista al que yo representaba iba a rendirse y a quedarse sin esta pieza!

Entre sus clientes más ilustres estaba Karl Lagerfeld. Fue un fiel coleccionista de la galería, desde nuestros inicios en Les Halles hasta el final de su vida. En varias ocasiones a lo largo de los años, reunió grandes colecciones de piezas Art Decó, que vendió, ¡para volver a empezar sistemáticamente unos años más tarde!. En los años 2000, se dejaba caer regularmente a la hora del cierre, se quedaba conmigo unas horas en la galería y me enviaba faxes de veinte páginas que me atascaban la máquina, ¡pero también suntuosos ramos de flores!.
En 2013 adquirió el mobiliario de bronce del «salle de bain» de la duquesa de Alba concebido originalmente por Albert-Armand Rateau para el Palacio de Liria de Madrid. Desde 1989 y con la primera exposición que le dedicamos en la galería, con muebles del propio apartamento parisino del artista, he adorado su universo tan especial. En la Bienal de Anticuarios de 2004, expusimos parte de la colección de Jeanne Lanvin, que fue una de sus clientas más importantes. Cuando aparecieron en el mercado los muebles de la duquesa de Alba, no pude resistirme. Aunque sigue desaparecida la meridiana de bronce que se encontraba entonces en Liria…
Por sus manos han pasado piezas valiosas, pero ¿de cuál no se separaría nunca? Ciertamente me habría encantado quedarme con muchos de los muebles y objetos que he tenido la oportunidad de comprar y vender, aunque suelo advertir a mis clientes de que sus adquisiciones siempre son un poco mías. Pero hay una pieza que lleva conmigo desde 1975: es el prototipo del biombo de Eileen Gray, que proviene de la casa del arquitecto Jean Badovici.
Cita en el Grand Palais
Un centenar de galeristas y anticuarios, entre ellos un español, Guillermo de Osma, se congregan bajo la cúpula de cristal del Grand Palais convertida en un escaparate de las artes, la cultura y la elegancia francesas. En su 4ª edición, FAB Paris, dirigida por Louis de Bayser y cuya escenografía ha diseñado Constance Guisset, espera recibir más de 30.000 visitantes atraídos por una oferta que abarca una veintena de disciplinas. Además se dedicará una exposición especial a la colección de artes decorativas del siglo XVIII que atesora el Museo Nissim Camondo. [FAB Paris. Del 20 al 24 de septiembre. Fabparis.com]
