Durante tres siglos, España y Perú tejieron una historia común y por este largo camino de ida y vuelta viajaron los elementos que originaron un arte mestizo y compartido. El fundamento de ese mestizaje fue la religión. La expresión artística y las costumbres de las grandes civilizaciones precolombinas, con los incas a la cabeza, se fusionó con el arte de los españoles. La pintura, el teatro y la música fueron las herramientas de persuasión y comunicación de los misioneros llegados al Nuevo Mundo, que no podían conquistar al “otro” sin dejarse conquistar a su vez por sus voces y símbolos. Así, el arte virreinal peruano nació del entendimiento entre mundos que aprendieron a dialogar. El Museo Pedro de Osma de Lima, fundado por el abogado y político Pedro de Osma Gildemeister (1901-1967), alberga una extraordinaria colección de más de dos mil piezas que recorre la historia del país andino desde el siglo V hasta el XVIII cuya pièce de résistance es el arte creado durante el Virreinato del Perú. Al frente de esta institución se encuentra hoy Felipe de Osma Berckemeyer, sobrino nieto del fundador, para quien “encontrar nuestra propia identidad peruana es una tarea que nunca termina. Todas las generaciones tenemos el deber de dar a conocer que nos une una historia común de la cual enorgullecernos. Nuestra paternidad hispana nos otorgó una partida de nacimiento sellada por la Corona Española y la nobleza europea; nuestra maternidad, con el brillo de la realeza del Imperio Incaico. Este mestizaje produjo reconocimientos en ambos sentidos para las partes intervinientes de honor y respeto; otorgándose mutuamente privilegios, títulos, propiedades, costumbres y, lo más importante, el compartir una única fe.” Trece de las obras emblemáticas del museo limeño han cruzado el océano para protagonizar la exposición Ecos del arte del Virreinato del Perú, que se despliega en tres sedes: el Museo Casa Natal Cervantes, la Casa Museo Lope de Vega y la Sala de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid.
Su tío abuelo fundó el más importante museo privado de arte virreinal de Perú. Los primeros recuerdos que tengo de él se remontan a cuando yo tenía once años. Le conocí muy poco, pero aún me acuerdo de la curiosidad que me despertaba, tanto él como su hermana Angélica. Tengo muy presentes los momentos en los que acudía, por primera vez, a la casona de Barranco. Era impactante observar la arquitectura, que le otorgaba un estilo de mansión francesa de inicios del siglo XX. En ese recorrido tengo la primera impresión de las esculturas que, hasta ese momento desconocía: dos leones y dos personajes esculpidos en mármol: Cervantes y Alfieri.
¿Comparte con su antepasado el placer de coleccionar? Ahora mismo no me siento inclinado a coleccionar, sin embargo aprecio la dedicación y asumo la responsabilidad, como actual presidente de la Fundación Pedro y Angélica de Osma Gildemeister, de ampliar la divulgación del legado artístico y arquitectónico del museo.
¿Qué tipo de arte le cautiva? Aquel que deja una mirada, que conserva un ángulo para la historia de la humanidad. En el arte virreinal, por ejemplo, los artistas, muchas veces anónimos al provenir de diversas escuelas, comunican su mirada de la sociedad con su contexto de la época. Es una cuestión de comunicación, de otorgar una reflexión sobre lo que percibían en su día a día, principalmente teniendo objetivos claros como la evangelización de un país vasto y accidentado. Recuerdo el caso del Baúl de Nacimiento, una pieza de la colección del siglo XVIII, que se transportaba y se abría mostrando las diversas escenas de la vida de Jesús.
¿Qué valor tenía el arte virreinal hace un siglo, cuando su familia empezó a coleccionarlo? Se trata de un periodo de la historia del Perú del que se ha hablado muy poco. Hoy, da gusto ver cómo este arte recorre diversos escenarios en el mundo y se da a conocer, se vuelve más significativo. Ahora las casas de subastas le asignan valores pecuniarios más altos que el de hace unos años.
Recuperaron patrimonio que de otro modo se hubiera perdido. Para mí es un honor y al mismo tiempo una responsabilidad facilitar la conservación, restauración y divulgación de estas obras de arte, que compendian trescientos años de historia virreinal. En nuestra familia, resaltamos el valor de todas aquellas relacionadas con el encuentro entre el imperio español y el incaico, porque remite a los orígenes de lo que somos como nación… [Vanessa García-Osuna. Foto: Alfredo Arias]





