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    Alfabeto Julie Mehretu

    Son “mapas de historias sin localización”. Capas, trazos, pinceladas y demás marcas se superponen en las telas de Julie Mehretu (Addis Abeba, 1970), a veces borradas y difuminadas por ella misma, dejando rastros de movimiento en los lienzos. Cual palimpsesto, las piezas sugieren la multitud y la agitación contemporáneas. Evocan acontecimientos actuales e históricos, ciudades y civilizaciones que desaparecen, dinámicas geopolíticas, momentos de fragilidad y cambio. Atenta oyente y lectora, la artista colecciona imágenes emblemáticas como fuente de inspiración o fundamento para la creación de sus piezas. Inés Martínez Ribas. Foto: Belén de Benito

    ¿Por qué en el libro que acompaña su exposición incluye la Parábola de Cervantes y de Quijote de Jorge Luis Borges? ¡En mi arte hay tantas cosas!. Pensé y concebí el libro-catálogo de la exposición a partir de textos y fotografías de diferentes autores y épocas. Todos estos ítems son indicadores del libro-contenedor de mis ideas. Cada documento en sí mismo no es nada, forma parte del contexto que conforma mi trabajo. Fotografíe la doble página de mi ejemplar del libro Ficciones de Borges porque me interesó el escrito Mutaciones, y quise incluirlo en mi libro- catálogo. Junto a él, en la doble página que reproduzco, aparece la Parábola de Cervantes y de Quijote. Por eso está en mi libro, y me resulta interesante caer ahora en la cuenta.

    ¿Qué importancia adquiere la escritura o caligrafía en su pintura? Hay algo en el acto de dibujar, en la rapidez al trazar sobre el papel, que brota del hecho de escribir, es una mímica de la escritura. Obsérvese a usted misma: ese gesto que está haciendo ahora, anotando mis palabras y recogiendo las ideas que considera más notables de mi discurso. Me gusta la idea del hecho de dibujar como una percepción o una traslación al papel de los pensares. El ser capaz de articular algo sobre la hoja que no tienes necesariamente que expresarlo con palabras. La marca como escritura o anotación del propio pensamiento.

    ¿La marca? Sí, la marca es un rastro o una huella, es una insistencia en algo, en el individuo, en un sistema que casi niega al individuo. Es una insistencia en la voz, en la existencia, en la creatividad, en la imaginación. Es una insistencia en la huella, naturalmente.

    ¿Por qué se inclina por la abstracción? La abstracción es un lugar para la invención. La abstracción va más allá del lenguaje de la representación, de lo que puede ser articulado mediante el lenguaje. La abstracción da lugar a que algo más exista, a algo más difícil de existir, más difícil de encontrar. Muchas de las cosas que me interesan habitan en estos ‘entre lugares’. Son espacios de intersección, más difíciles de darles lenguaje. Es como cuando experimentas algo físico, por ejemplo, oyes un grito desgarrador, es difícil explicarlo mediante el lenguaje y, en cambio, la abstracción te permite traducir ese tipo de experiencias.

    Mirando a sus pinturas, hay algo de las constelaciones de Joan Miró en ellas Son parte de las conexiones que estableces cuando tratas de conectar con las cosas que están inarticuladas. Representan aquello que no puede ser penetrado con el lenguaje de las palabras. Un cierto entendimiento espiritual. Son el esfuerzo de dotar de sentido una dinámica mucho mayor. Más que a la dinámica, a la interconexión entre todo ello.

    ¿Tiene alguna relación con el hecho de que pinte por acumulación de capas? Supone comprimir experiencias diferentes en el tiempo y en el espacio. Comprimirlas para ver qué imagen aflora de esas contradicciones. Comprimir el paso del tiempo, las historias, las narrativas, las fotografías… Todo este tipo de yuxtaposiciones permiten que algo nuevo emerja, y es parte de este tipo de constelaciones.

    ¿Por qué le interesa la arquitectura? Porque es para mí como un diccionario del pensamiento sociopolítico y del deseo. Estudié pintura, y la arquitectura empezó a interesarme a partir de mi trabajo, y debido al entorno. Empecé a trazar uniones, y me surgió la necesidad de darles un lugar. Cuando dibujas uno de estos edificios-estrella internacionales estás trasladando al papel un determinado momento político y social. El trazo puede ser muy sencillo, como ocurre en los dibujos del románico temprano, en los que en una simple marca ves una intención, una invención sociopolítica muy particular. De repente, esto resultó muy interesante para mí. Con dibujos de líneas o trazos simples podía crear un colapso de intenciones muy diferentes.

    La arquitectura como construcción de una realidad. ¿Y qué hay tras la destrucción? Es parte de los esfuerzos de creación e invención. La huella de la destrucción es la ruina, una especie de remanente. De estos restos hay algo que puede ser inventado, de su contingencia puede evolucionar algo. Para mí estos son los elementos que me interesan, me parecen muy fecundos y enriquecedores. Generan muchas posibilidades.

    Sus cuadros más recientes utilizan más el blanco y el negro, o el gris, y en los anteriores la gama de colores es más amplia El color, cuando era más joven, tenía una razón de ser específica en mi trabajo. Ahora ya no. Ahora trabajo de una manera más suelta, libre y autónoma. Antes, cuando utilizaba el naranja, detrás había una connotación social, una intención en el uso de ese color determinado. Utilizaba el color para transmitir o reflejar unas ideas determinadas. Ahora lo hago de manera libre. El color surge. La combinación de los colores rojo, amarillo y negro representan el fuego y también otras muchas cosas. Ahora me interesan los diferentes significados que pueden emerger con el uso de los colores. Por ejemplo, si pongo rojo y amarillo juntos, el amarillo en el centro y los rojos a cada lado, evocan cosas diferentes, y eso es inevitable, como la política, las banderas.

    ¿Trabaja con asistentes? Sí, dependiendo del proyecto. Me ayudan a preparar la superficie de la pintura, a revestirla, o a trazar cierto patrón que defino o proyectar sobre el papel ciertos rastros arquitectónicos. Los asistentes no trabajan el dibujo o la pintura. Me echan una mano para preparar la base, por ejemplo, para trasladar al papel una fotografía determinada sobre la que luego yo pintaré.

    La escala de sus pinturas cada vez es mayor Mi escala ahora es libre. Cuando quiero hacer trabajos de una determinada escala, por ejemplo, pinturas grandes, escojo cuatro o cinco medidas diferentes y trabajo sobre estas. Intento crear una atmósfera determinada y dejo que las cosas ocurran de forma espontánea. Antes, cuando trabajaba en las pinturas grandes de ciudades, sí que escogía la escala. Eran panorámicas, al contemplarlas el espectador estaba inmerso en una ciudad y podía mirarla de un lado a otro, realmente podías viajar por la ciudad a través de la pintura, como la gran obra Invisible Line [la serie Línea invisible]. Pero otras son más pequeñas. La ves toda en una, emerge como imagen diferente. Respecto a la escala, la pintura resultante nunca es la misma si se estructura con un tamaño u otro. Lo que aflora en una pintura es específico de su propia escala.

    ¿Qué es el arte para usted? Es algo intrínseco al ser humano desde el principio de los tiempos. El arte es la invención y la creatividad y la imaginación de algo. Permite que las cosas puedan articularse de maneras nuevas.

    ¿Y la belleza? Es siempre subjetiva [se ríe].

    ¿Qué supuso el hecho de que en la infancia tuviera que huir de su país natal? La infancia debería de ser libre. Libre, exploratoria e inventiva. Respecto a la mía, nací en un país donde mis padres intentaban construir un futuro diferente y ese futuro se eclipsó por lo que pasó en el mundo y en el mundo de mis padres. Así que nos cambiamos de país y crecí en Estados Unidos, donde disfruté de una vida privilegiada. Desde pequeña empecé a dibujar y a pintar. [El padre de Julie Mehretu es etíope y la madre norteamericana. En 1977, cuando la artista tenía siete años, huyeron de Etiopía a Estados Unidos].

    ¿Qué supone ser representada por Marian Goodman, una de las galeristas internacionales más influyentes? Soy muy afortunada de contar, yo y mi obra, con su apoyo vital. Trabajar con ella supone una gran lección para mí. Es una persona muy comprometida con su proyecto. Es capaz de encontrar una manera para que continúes con tu trabajo, con un proyecto determinado, con aquello que necesitas hacer. Para mí, es lo más importante de mi trabajo y lo que me permite continuar pintando: ser capaz de hacer lo que hago, compartir y dialogar con otros artistas, crear espacios accesibles para los creadores más jóvenes…

    Háblenos de sus experiencias en Santander Es una ciudad preciosa y la comida es increíble. Mis experiencias aquí son siempre muy enriquecedoras. En 2015 impartí el taller Perdiendo el Norte en Villa Iris con artistas procedentes de España, Chile, Italia, Francia, Brasil, Estados Unidos, Irán, Argentina, Egipto
    y Portugal. Recibí centenares de solicitudes y, tras mirar de forma detenida todos los trabajos, escogí a quince creadores y convivimos juntos durante dos semanas. Discutimos el trabajo de cada uno de ellos, sus diferentes procesos creativos, qué significa ser artista en este momento político y cómo dotar de sentido al trabajo. Cómo poder crear y construir un trabajo artístico en el mundo donde vivimos y el lugar desde donde hacer todo esto. Fue increíble, y además en Santander, una ciudad maravillosa.

    ¿Cuál es su sueño? Que cambie la Administración de Estados Unidos [risas]. La verdad, me resulta difícil responder a esta pregunta: mi sueño. Me encantaría ver un mundo sin pasaportes. Inventar algo diferente. Hay una dinámica de juego muy contradictoria y compleja y no puedes decir “esto está bien” y “esto está mal”. Nunca hay nada blanco o negro. Siempre hay diversos puntos de vista, y muchos de ellos tienen valor y son, a la vez, problemáticos. Nada es fácil. Siento que vivimos tiempos inciertos. Desearía que no fueran tan imprecisos y complejos. Yo, como artista, puedo contribuir siendo una creadora activa y haciendo buenas pinturas.
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