En el ojo y la cabeza de Irving Penn, menos era bastante más. Esencia. Detalle. Meticulosidad. Irving Penn: Centennial, creada por The Metropolitan Museum of Art de Nueva York en colaboración con la Fundación Irving Penn, es la retrospectiva más completa de este maestro de la fotografía presentada hasta la fecha en España. Hasta el Centro MOP del Muelle de Batería de A Coruña han viajado alrededor de 175 imágenes, realizadas entre finales de los años 30 y la primera década del siglo XXI. Se trata de la cuarta gran exposición de la Fundación MOP, tras las dedicadas a Peter Lindbergh, Steven Meisel y Helmut Newton. Una colilla de Marlboro o de Chesterfield alcanzan otra dimensión en su objetivo. Son bodegones. Sí, naturalezas muertas en blanco y negro. Destilan vida, poesía y silencio. Y, al tiempo, alma. Como Picasso, un minotauro casi embozado. Una imagen convertida en icono, mil y una veces vista y no por ello menos sobrecogedora. O ese Gianni Versace, con gesto entre hastiado y altivo. Penn, fotógrafo de cabecera de la revista Vogue durante siete décadas, llevó la fotografía de moda a otra dimensión. Su ojo desnuda al retratado, evita los artificios, lo presenta mirando a cámara (¿qué quiere preguntarnos ese Dalí elegantísimo retratado en 1947?), mientras el maestro observa el momento y lo eterniza. La mirada de Marlene Dietrich, en una composición perfecta, con los ojos desafiantes clavados en el observador (¿es posible no sentirse observado/intimidado ante esta gloria del cine?). Un desnudo anónimo que fija la atención en un lunar que motea la piel blanca. O los miembros de la tribu Asaro en Nueva Guinea, tan lejos de esa bellísima mujer que luce un traje de sirena, emblema de la más absoluta sofisticación. O de su esposa, Lisa Fonssagrives, una grandísima modelo, incluso (o quizá por ello) con un par de gallos por montera.

Irving Penn son todos ellos. Nació en Nueva Jersey en 1917 y falleció en 2009 en Nueva York. Un repaso a un siglo, no siempre con la cámara colgada al cuello o sobre un trípode, pero cuando la hizo suya ya no la soltó. El diseño de arte le llegó antes que la fotografía y quienes trabajaron en los comienzos a su lado supieron ver ese potencial. Su primera portada para Vogue, en 1943, la realizó con una cámara prestada. Ese sería el principio. Y a partir de ahí se fueron sucediendo retratos y retratados en su estudio en obras de arte que apenas necesitaban de atrezzo. El mismo fondo neutro. La misma iluminación en su estudio. “Fotografiar un pastel también puede ser arte”, decía. Hablaba en voz baja y jamás quiso destacar por encima de cualquiera de sus modelos, ya fueran personajes glamurosos o lo que queda de un cigarro después de unas cuantas caladas. La moda, los rostros conocidos. Un Truman Capote un poco pasado de vueltas. Y frente a ese ejército de estrellas, otro conmovedor. Más si cabe. Las gentes de Cuzco, en Perú, los comerciantes, los paseantes, los niños que se arrogan papeles de adulto, como si fueran mayores jibarizados. Todos ellos con un fondo neutro para que el protagonismo no lo pierdan esas figuras a las que nadie conoce, absolutamente anónimas. “Su trabajo en el mundo de la moda no solo redefinió el género, sino que también estableció nuevos estándares de excelencia artística y técnica. Aunque se hizo más conocido por sus retratos de gran penetración psicológica, Penn fue un artista prolífico cuya carrera abarcó setenta años y una amplia gama de intereses”, comentan desde la Fundación MOP. La exposición, en la que, una vez más, la iluminación es clave a la hora de presentar las obras como lo ha sido en las anteriores, explora el profundo interés de Penn por lo efímero y la complejidad de la condición humana, que queda patente no solo en sus retratos, sino también en las magistrales naturalezas muertas que marcan su carrera. Penn abordó la fotografía como un arte mucho antes de que fuera reconocido como tal de forma generalizada y combinó una composición llena de matices con un talento asombroso para observar la expresión, la actitud y el comportamiento humano. Como fotógrafo destacado de la revista Vogue, Penn se encontraba en una posición privilegiada para crear un registro de la historia cultural del siglo XX. [Gema Pajares. Hasta el 1 de mayo. Centro MOP. A Coruña. Themopfoundation.org]
