El siglo XXI entra en la Galleria Borghese de Roma, uno de los templos del Barroco, de la mano de Wangechi Mutu (Nairobi, 1972), primera artista femenina viva en exponer en sus venerables salones. Considerada una de las figuras más brillantes de la escena actual, Mutu llegó a Nueva York a principios de los años noventa, formándose en las universidades Cooper Union y Yale; desde 2015, ha vivido principalmente en su ciudad natal, Nairobi, pero mantiene un estudio en Brooklyn. Esta muestra es otro hito en su carrera después de que en 2019 el Metropolitan le invitara a intervenir su fachada, que pobló de misteriosas cariátides. Comisariada por Cloé Perrone y patrocinada por Fendi, esta presentación ocupa toda la residencia del Cardenal Escipión, desde las galerías y la fachada hasta los jardines secretos. El título de la muestra, Poemas de tierra negra, hace referencia a la práctica de la artista keniata-americana, que es de carácter poético y mitológico, a la vez que mantiene una estrecha relación con los contextos sociales y materiales de nuestros días. La tierra negra —elemento rico y moldeable bajo la lluvia, semejante al barro— está presente en multitud de paisajes del mundo, entre los que se encuentran los jardines secretos de la Galleria Borghese, de lo que se hace eco la imaginación de la artista. Las esculturas parecen brotar de esta tierra, como si hubieran sido modeladas por una fuerza primordial, para dar forma a relatos, mitos, memorias y poemas. La exposición se divide en dos secciones que se complementan mutuamente. En el interior del museo, Mutu se replantea radicalmente la orientación espacial: sus esculturas no ocultan las piezas de la colección, firmadas por genios como Bernini, Rafael o Caravaggio, sino que se suman a ellas con sutileza como presencias etéreas que están suspendidas en el aire, flotan levemente o se apoyan sobre superficies horizontales. Algunas obras como Ndege, Suspended Playtime (Recreo suspendido), First Weeping Head (Primera cabeza llorosa) y Second Weeping Head (Segunda cabeza llorosa) desafían la lógica de la gravedad al colgar delicadamente del techo y definir así nuevos campos visuales. Los materiales —bronce, madera, plumas, tierra, papel, agua y cera— son fundamentales para plasmar la esencia de la exposición. El bronce se despoja de sus connotaciones tradicionales y se convierte en un vehículo de recuperación, multiplicidad y memoria ancestral. Al introducir sustancias orgánicas, fluidas y cambiantes en un entorno en el que suelen predominar el mármol, la escayola y las superficies doradas, Mutu reafirma la poética de la trasformación y el devenir. Poemas de tierra negra nos invita a ir más allá demostrando que el museo no es solo un espacio dedicado a la memoria, sino también un lugar para la imaginación. [Foto: Khadija Farah. Cortesía: Galleria Borghese]. Hasta el 14 de septiembre. Galleria Borghese. Roma. Galleriaborghese.beniculturali.it