Decía Peggy Guggenheim que no era una coleccionista sino un museo, y esa misma definición podría aplicarse a Juan Antonio Pérez Simón (Llanes, 1941), que también comparte con la legendaria mecenas el afán por compartir sus tesoros y un amor por el arte pasional y ajeno a cálculos financieros (no se ha desprendido de ninguna obra que haya comprado). Nacido en Asturias pero emigrado a México con sus padres con apenas 5 años, Pérez Simón precisa que la semilla de su colección se puso durante un viaje a Europa en 1964 que, asegura, “definió mi vínculo intenso e indisoluble con las artes plásticas y me dio norma para su goce”. Durante aquel periplo dedicó su tiempo y gran parte de su presupuesto, apenas 8 dólares diarios, a recorrer los museos que custodiaban las piezas que más admiraba. “Desde mi juventud me sentí atraído por la belleza, por las obras de arte. Como no podía comprarlas, colgaba en mi recámara reproducciones de los cuadros. Satisfacía así mi deseo de disfrutar la forma en que cada artista plasmaba en su lienzo lo sublime, lo poético, lo bello, hasta lo terrible”, ha recordado. En paralelo a su próspera carrera empresarial (fue socio del magnate Carlos Slim), ha invertido su energía y recursos en la tarea, entre placentera y compulsiva, de perseguir ciertas piezas, un acervo que es un autorretrato simbólico de su dueño. Esta pinacoteca privada, que abarca desde la Edad Media hasta el siglo XXI, comprende más de 4.000 obras de maestros como Bronzino, Rubens, el Greco, Murillo, Van Dyck, Canaletto, Tiepolo, Goya, Turner, Van Gogh, Cézanne, Pissarro, Gauguin, Monet, Renoir, Munch o Frida Kahlo. El conjunto se completa con una biblioteca de más de 50.000 volúmenes y un importante archivo documental. “El arte es la forma más elevada de comunicación entre los seres humanos” defiende Pérez Simón quien es también un generoso prestador de obras. Museos como el Metropolitan neoyorkino, el Louvre parisino, la National Gallery de Londres, la Galería Belvedere de Viena, la Fondation Beyeler de Basilea o el Prado y el Thyssen madrileños, forman parte de la larga lista de instituciones que han contado con su complicidad. Este benefactor de las artes ha anunciado un valioso obsequio a la ciudad de Madrid que a partir del año contará próximamente con una sede permanente para su colección en el Espacio Cultural Serrería Belga. Mientras tanto, y como antesala, CentroCentro, en el Palacio de Cibeles, acaba de inaugurar la exposición Setenta grandes maestros de la Colección Pérez Simón. El filántropo hispano-mexicano nos abre las puertas de su casa-museo madrileña para evocar sus primeros pasos como “buscador de belleza”, rememorar adquisiciones inolvidables, reflexionar sobre su compromiso con el mecenazgo y, en definitiva, descubrirnos los secretos de uno de los gabinetes de arte privados más admirados del mundo.
¿Cuáles fueron sus primeras experiencias memorables con el arte? Las primeras impresiones las recibí a través de los libros, tal vez por ello, cuando tuve la capacidad económica dediqué muchos esfuerzos a conformar una biblioteca que cuenta ahora con más de 55.000 volúmenes. Más adelante, fueron las visitas a los museos y en particular durante la primera que hice al Louvre, al que dediqué más de 8 horas diarias a lo largo de una semana intentando acercarme a los artistas a través de sus obras. Recuerdo la mala impresión que me causó en aquel momento visitar el Museo de las Tullerías que en aquella época se caracterizaba por tener apiladas y en desorden las obras de los impresionistas expuestas a un ambiente de humedades y descuidos.
¿Recuerda cómo comenzó su “aventura” coleccionista? ¡Por supuesto!. Empecé con reproducciones de los grandes maestros que adquiría en el Louvre y el Prado (recuerdo una copia de Las lágrimas de San Pedro y otra de Los borrachos de Velázquez) que atesoraba como si fueran originales. Posteriormente, ya en México, al principio compraba directamente a los pintores que exponían en el Jardín del Arte, hasta que evolucioné, en paralelo a cómo iba progresando mi propia situación económica, hasta empezar a hacerlo en galerías y casas de subastas.
Hoy sus fondos comprenden más de 4.000 obras entre las que hay iconos de la historia del arte. ¿Qué obras le solicitan más en préstamo por los museos? Como mi colección no tiene un carácter especializado sino que abarca piezas de épocas y escuelas muy distintas, las solicitudes de préstamos son muy heterogéneas. Depende más bien de la curaduría particular de la exposición que pretendan presentar los museos, ya sea de pintura victoriana, impresionista, vanguardias latinoamericanas, pintura virreinal, arte moderno, etc.
¿Qué adquisiciones marcaron un hito? Cada pieza que adquieres la atesoras como lo haces con la de mayor valor y por eso es muy difícil decir cuál marcó un hito dentro de la colección. Otra cosa es que posteriormente los expertos la cataloguen de extraordinaria y señalen, por ejemplo, que Las rosas de Heliogábalo es la obra maestra de Alma-Tadema y una de las más importantes de la escuela victoriana a nivel mundial; o que el cuadro La Familia catapultara a Léon-Augustin Lhermitte entre los pintores franceses y le abriera las puertas de la Academia de las Bellas Artes. Todo ello es más fruto de la labor de los expertos catalogando o estudiando la colección que una decisión personal que me haya llevado a adquirir una obra…. [Vanessa García-Osuna. Foto: Alfredo Arias]