El rico fondo de manuscritos iluminados franceses y flamencos es una de las colecciones más desconocidas de la BNE. El conjunto asciende a unos 156 ejemplares de los que en esta muestra se exhiben algo más de setenta. Las obras expuestas tienen un doble interés: por un lado, como importantes obras de arte, en las que colaboraron algunos de los más renombrados talleres de miniaturistas del momento, y por otro lado como insustituibles testimonios para reconstruir la vida cotidiana y las creencias de la sociedad europea medieval. Entre las piezas expuestas destaca el Códice de Metz, encargado posiblemente por el hijo de Carlomagno, el obispo Drogo de Metz (801-855), que constituye uno de los códices carolingios más importantes de tema astrológico que se conserva en el mundo.