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    Paola Pivi, un verso libre

    Un solitario burrito a bordo de una barca, caimanes retozando entre montañas de crema batida, osos polares recubiertos de plumas multicolores, unas cebras gemelas en un paisaje helado, o un leopardo entre tazas de cremoso capuchino, son algunas de las criaturas que protagonizan los inverosímiles happenings de Paola Pivi (Milán, 1971), ganadora del León de Oro de la Bienal de Venecia en 1999, cuando contaba 28 años. El imaginario de esta reconocida artista multimedia que trabaja desde la performance y la escultura hasta las grandes instalaciones, puede descubrirse hasta el 3 de septiembre en el MAXXI de Roma (Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI) en la exposición World Record que ella ha descrito como “un proyecto inmersivo y participativo”. Jorge Kunitz

    Asegura que llegó al arte contemporáneo por pura casualidad Mi vida fue muy extraña durante los primeros 23 años. Estuve rozando el mundo del arte todo el tiempo sin darme cuenta. Me sentía profundamente triste hasta que cayeron en mis manos los dibujos de Andrea Pazienza, luego conocí a Egon Schiele y, por último, descubrí a Marcel Duchamp.

    Dejó sus estudios de ingeniería química… Sí, no quería convertirme en artista, pero lo gracioso es que ya lo era. Y mucho antes de ser consciente de ello.

    Expuso por primera vez en Viafarini en Milán en 1995, el mismo año en que se matriculó en la Academia de Arte Brera de Milán para, según ha dicho, “aprender a dibujar” así que accedió al circuito profesional muy pronto. ¿Cómo recuerda sus comienzos? Como unos años maravillosos. En particular recuerdo un momento mágico durante una clase de Alberto Garutti en la Academia de Brera. Un día, de repente, lanzó un taburete por el espacio vacío de la clase para enseñarnos algo sobre el arte, supongo que estaba tratando de hacernos ver el poderoso efecto que tiene el arte real… cuando lo expreso con palabras ahora no funciona, es que hay que verlo en directo, supongo que ésa fue precisamente la razón por la que usó el taburete.

    ¿Qué cambió en su carrera tras ganar el León de Oro de la Bienal de Venecia? Aunque no se lo crea, el año siguiente fue muy solitario desde un punto de vista profesional, o al menos así es como yo lo percibí entonces.

    Sin embargo importantes galeristas como Massimo de Carlo y Emmanuel Perrotin apostaron pronto por usted. ¿Qué opina del mercado y de los precios del arte contemporáneo? Bueno, mis precios son relativamente bajos pero debo admitir que no sé lo suficiente sobre las singularidades del mercado del arte como para opinar.

    El reino animal ha sido una constante en su trabajo Curiosamente me sucedió el mismo fenómeno que experimenté con el arte. Viví los primeros 31 años de mi vida en un mundo ajeno a los animales pero una vez que los descubrí ya nunca los abandoné. El hombre está conectado a ellos, son seres vivos, viven en nuestro planeta, tienen formas y diseños increíbles y están directamente ligados a nosotros por nuestros orígenes -no tan lejanos- cuando todavía vivíamos en estrecha conjunción con ellos. Hay una conexión ancestral.

    Algunos de sus trabajos también han involucrado animales: ha subido caballos a la Torre Eiffel, ha hecho que un leopardo pasee entre tazas de café y ha fotografiado a un burrito solitario en una barca flotando en el Mediterráneo. ¿Qué consideraciones tiene en cuenta al trabajar con animales vivos? La resumiría en una: jamás volvería a hacerlo.

    El primer animal que utilizó en su obra fue un avestruz y luego introdujo los osos polares, que se han convertido casi en su marca de fábrica. ¿Qué le inspiró a trabajar con ellos? Es muy sencillo, vivo en Alaska, que es su hogar. Lo que hago, con ayuda de un taxidermista, son esculturas que están hechas de poliuretano y plástico que luego recubro con plumas de colores fluorescentes.

    Luego ubica a estos animales en entornos desconcertantes ¿Se siente conectada de alguna forma con el surrealismo? Todo lo contrario, estoy en las antípodas, es decir, me encanta el arte surrealista, pero no lo encuentro conectado con mi trabajo. Mi arte está más relacionado con el accionismo vienés o con Chris Burden porque se basa en la verdad.

    Usted es un espíritu nómada Sí, he vivido en sitios muy diferentes en distintas partes del mundo, desde Alicudi, una remota isla en el sur de Italia, pasando por la India, y ahora en Anchorage, en Alaska. Todos ellos han ido dejando su huella en mi obra.

    Ha dicho que el humor es una de las claves de su trabajo. ¿Se puede hacer también una lectura política o social de sus obras? ¿Cuáles son los principales temas sobre los que quiere llamar la atención del espectador? La mayor parte de las obras de arte son políticas, de hecho, el arte es a menudo una expresión de la libertad y la libertad es inherentemente política. La comunicación trascendente es arte, porque tiene la capacidad de generar libertad de pensamiento, seguida por la conciencia y el potencial para cambiar el mundo.
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