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    Phyllida Barlow ‘invade’ Chillida Leku

    Chillida Leku, que acaba de ser galardonado con el Premio EMYA al museo europeo del año, ha abierto sus puertas a la escultora Phyllida Barlow (Reino Unido, 1944-2023), la primera muestra en España de la artista británica que convierte, hasta el 22 de octubre, Chillida Leku en Phyllida Leku. El pasado noviembre, Phyllida visitó el espacio para diseñar la exposición en diálogo con las obras de Chillida; iba a ser la primera vez que un artista vivo exponía de manera monográfica en Chillida Leku, después de las exposiciones de Antoni Tàpies y Joan Miró. pero de manera repentina, en marzo de este año, la escultora falleció. «Entonces dejamos un tiempo a la familia para que pensaran si querían hacer la exposición -dice Mireia Massagué, directora de Chillida Leku- que decidieron respetar el deseo de la artista y apoyar una muestra que ella misma diseñó, y en el montaje ha participado el equipo del estudio de Barlow». 

    Durante toda su vida Phyllida Barlow se dedicó a la enseñanza, fue profesora universitaria y su reconocimiento internacional le llegó de manera más tardía. «Conocí su obra en el Pabellón del Reino Unido de la Bienal de Venecia de 2017 -explica Mireia Massagué- ella misma decía que estaba contenta de que su obra se hubiera hecho pública y se hubiera podido compartir, pero su visión de ser artista era como una necesidad muy personal de crear, un ejercicio muy íntimo». En 2011 la Tate Modern organizó una exposición de Barlow invitándola a hacer un ensayo sobre una pieza de su colección y ella eligió una escultura de Eduardo Chillida (1924-2002), Modulación del Espacio I [1963]. Esa admiración por el escultor vasco acabó de seducir al equipo de Chillida Leku para proponerle seguir con el diálogo entre ambos escultores. «Queríamos mostrar que el caserío puede ser un espacio muy contemporáneo y elegimos un artista que realmente sintiera ese respeto y ese afecto por la obra de Eduardo Chillida». Como dijo Barlow: «Visitar Chillida Leku es seguir los pasos de un artista visionario cuya obra me fascina desde hace mucho tiempo. Me siento honrada de tener la oportunidad de mostrar mis propias obras en este marco único y de sumergirme en su universo tan profundamente arraigado en la conciencia de la región vasca y su luz, sus materiales y su cultura».

    La exposición está en el exterior y en el interior del caserío Zabalaga, un edificio restaurado del siglo XVIII, donde Chillida montó su estudio para trabajar la escultura en piedra; el caserío está situado en el verde jardín de esculturas, un verdadero remanso de paz, donde incluso el museo organiza sesiones de meditación. En el jardín y junto al caserío, una gran escultura de Phyllida Barlow da la bienvenida al visitante; se trata de untitled: fallengunstyresandplacards (2015), una acumulación de formas anulares gigantes, de factura imperfecta, esparcidas a lo largo de varios metros sobre tablas pintadas de colores, especialmente rojo. Estas estructuras anulares, de color gris desgastado, recuerdan los neumáticos de las barricadas, un indicio del contenido social que aborda la obra de Barlow. También a un lado del caserío se alza untitled: holder (2015), como una construcción primitiva, envolvente, con poliestireno, yeso, cemento y arena.

    En el interior está toda la exposición de la artista británica. «Más que un diálogo con la obra de Chillida, la presencia de las esculturas de Phyllida es una invasión del espacio», dice Estela Solana, responsable de exposiciones de Chillida Leku. Es una torre de 7 metros con una estructura de hierro, de naturaleza industrial, a la que se le han añadido bolas de cemento con lazos de colores que para Phyllida eran como una evocación de un gesto pictórico. «Ella tenía claro cuando vino a visitar el caserío -explica Solana- que esa torre tenía que conectar con lo alto del edificio, de modo que las vigas del edificio forman casi parte de su escultura». Reconocida como una de las artistas contemporáneas con mayor proyección internacional, Barlow cuestiona el concepto tradicional de escultura. «La noción de construcción, destrucción y reconstrucción como parte de un ciclo natural del paso del tiempo es una gran inquietud para la artista, así como la temporalidad, la fragilidad o los materiales ordinarios y su interrelación con el espacio, que juegan un papel importante en sus composiciones», reflexiona Estela Solana.

    Compartía con Chillida «la gravedad, la materialidad y la masa», aunque la escultura de Phyllida es como un trompe l’oeil de la escultura porque nada es lo que parece, y esto es una interesante reflexión desde el punto de vista de un discurso social. También es a destacar el concepto de precariedad, tanto por el equilibrio inestable de piezas, que parece que vayan a caerse, como por la naturaleza de los materiales, más vinculados a lo cotidiano o al arte povera. Desde un concepto formal, si Chillida trabajó la forja, a un tempo lento, para mostrar la personalidad del hierro como materia, su dureza, su fortaleza y su integridad, las esculturas de Barlow carecen de ello; algunas incluso aparentan el gran peso del cemento, cuando en realidad son de porexpan pintado; otras son pequeñas torres pintadas creadas con porexpan, cartón, cemento y yeso, que aluden a la inestabilidad, el polo opuesto de la estabilidad y contundencia de Chillida. 

    Frente a la firmeza singular de la escultura de Chillida, la obra de la británica puede estar más próxima a la acumulación de piezas, a la expansión en el espacio, a la instalación y a la obra en proceso, puesto que cada vez que se monta una exposición hay que hacer retoques y reconstruir fragmentos de la obra, como ha sido el caso de la torre de 7 metros, untitled-holder-tower (2020), de la que el equipo de Chillida Leku ha podido intervenir y sentirse parte de ella. Sus estructuras desobedecen las reglas de la gravedad, del equilibrio y de la simetría. Al contrario que Chillida, Barlow ha estado fascinada, durante años, por la experiencia en utilizar diversos materiales en una misma obra, que se van acumulando, superponiendo y ensamblando con técnicas diversas de las prácticas tradicionales de la técnica de escultura y de los trabajos artesanales, consiguiendo instalaciones escultóricas a gran escala. Para Barlow, «el objeto escultórico es inquieto e impredecible en la forma en que puede usar el espacio. No es necesariamente una experiencia cómoda o reconfortante». [Marga Perera. Fotos: Alex Abril]

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