Rafael Pérez Hernando bromea diciendo que es “galerista a causa de un fracaso”, pues su primera vocación fue la carrera diplomática. Formado como abogado, desde joven dio muestras de una fuerte inclinación por el arte, compaginando sus estudios de leyes con los pinceles como pintor aficionado. El mismo destino que lo alejó de las cancillerías, le brindaría la oportunidad de vivir de su auténtica pasión. En 1996, abre un primer espacio con su esposa, Marita Segovia, y en 2004, inicia un proyecto propio, en el madrileño barrio de Chueca, cuyo sello de identidad es la mezcla de jóvenes creadores y pintores consagrados. “Me suele interesar aquello que me sorprende o me inquieta. Me atrae la imperfección y las cosas que siento “auténticas”, explica. [Vanessa García-Osuna. Foto: Andrés Valentín Gamazo]