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    Rashid Rana: «Los artistas no occidentales tienen más oportunidades»

    Considerado uno de los artistas contemporáneos más destacados y originales que trabajan actualmente en el sur de Asia, Rashid Rana (Lahore, Pakistán, 1968) explora las construcciones de los medios de comunicación y la identidad, lanzando una reflexión y, al mismo tiempo, una crítica sobre el impacto de la globalización en todo el mundo, sin dejar de analizar las influencias locales y la coexistencia de la tradición y la modernidad en el sur de Asia.
    Tendencias del Mercado del Arte ha hablado con este versátil creador, representado internacionalmente por la galería Lisson, cuyas fotografías rozan en subasta el medio millón de euros.

    ¿Cómo descubrió que quería ser artista?
    Aunque no me interesaba especialmente el ‘Arte’, desde el principio me fascinaba el dibujo y cualquier actividad que me permitiera expresarme visualmente. Pero jamás pensé convertirme en artista, eso fue algo accidental.
    Acabé estudiando arte porque se me pasó el plazo para matricularme en Electrónica de las Computadoras en un instituto de los Estados Unidos. Fue entonces cuando descubrí que existía una escuela de arte en Lahore (National College of Arts) donde se impartía la licenciatura en arquitectura. ¡Eso sonaba a profesión!. Cuando eres adolescente, piensas que el arte es un pasatiempo, no un trabajo serio. La arquitectura me parecía similar a la ingeniería, lo que yo quería hacer, e imaginé que también tendría que ver con el dibujo y la creatividad. Cuando fui, echaron un vistazo a mi portfolio y me aconsejaron entrar en el departamento de Bellas Artes. Yo pensaba que haría una carrera de cuatro años y luego un MBA para tener una profesión con la que ganarme la vida, pero cuanto más tiempo pasaba allí, más claro tenía que aquello era lo que realmente quería hacer durante el resto de mi vida. Hoy puedo decir que tengo mucha suerte de haber acabado siendo artista.

    Usted vive en Lahore. ¿Cuál es el atractivo de vivir tan lejos de las grandes capitales del mercado del arte?
    Lahore es la capital cultural de Pakistán y, casualmente, es mi ciudad natal. Estoy muy comprometido con su escena artística, soy uno de los miembros fundadores de su facultad de artes (Beacon House National University).
    Hoy el mundo es una aldea global, y no siento que sea necesario vivir en una de las grandes capitales, algo que ya experimento a través de Internet y en mis frecuentes viajes. Además, me encanta llevar una vida normal y tener las mismas experiencias que cualquier persona. Lahore suele aparecer en mis trabajos y me gusta que mi arte surja de lo cotidiano.

    ¿Dónde busca inspiración?
    Como le digo, me agrada la vida sencilla, y mis ideas e inspiraciones nacen del día a día.
    Ésa es una de las razones por las que, a pesar de mi apretada agenda a causa de mi carrera artística, sigo trabajando de profesor.

    Hábleme de su faceta de profesor… ¿Han sido importantes los maestros en su formación artística?
    Dirijo el departamento de artes visuales en una universidad de artes liberales. Me gusta ser maestro porque creo que la enseñanza es, también, una forma de arte. Y, además, es una empresa creativa. El mejor consejo que he recibido … hay que animar al alumno. ¡Aún recuerdo cuando siendo estudiante un profesor me dio una palmadita en la espalda!.

    ¿Tienen que luchar los jóvenes artistas no occidentales por ser reconocidos como artistas ‘mainstream’?
    Bueno, tal vez las cosas hayan cambiado bastante en los últimos tiempos; creo que los artistas jóvenes de culturas no occidentales, gozan de más oportunidades y tienen menos competencia.

    ¿Le han condicionado las presiones del mercado sus trabajos alguna vez?
    No, pero he tomado la decisión consciente de que no me afecte de manera negativa.
    Me tomé un respiro de mi trabajo y del extenuante calendario de exposiciones y ferias, cuando empecé a destacar en los medios, hacia finales de 2007 y principios de 2008. Quería tomar distancia y ver mi trabajo con perspectiva. Y la estrategia funcionó a largo plazo (por no hablar de la crisis económica del 2008, que encajó perfectamente en mis planes). Dicho esto, el éxito comercial y el elogio de la crítica, no es malo, significa tener más recursos para llevar a cabo obras más ambiciosas.

    ¿Cómo le afectan las turbulencias sociales y políticas de Pakistán? ¿Interfieren en su vida o en su trabajo?
    No, al menos directamente, pero sí te afectan mentalmente de forma indirecta; uno no puede ignorar lo que sucede en las zonas fronterizas de Pakistán con Afganistán. La epidemia extremista extendiéndose por todo el país te hace ser más cauteloso.

    Su formación es pictórica. ¿Cómo llega a la fotografía?
    Sí, me formé como pintor y todavía mantengo esa premisa. Empecé usando fotografías para referencias y luego experimenté con el Photoshop tras darme cuenta del potencial de los medios digitales como herramienta creativa.

    ¿Colecciona?
    Sobre todo obras de mis colegas y de los artistas emergentes de Lahore y Karachi. Por razones de logística es sobre todo arte contemporáneo de Pakistán. Pero me encantaría coleccionar arte contemporáneo de otras regiones.

    ¿Cuáles han sido los momentos álgidos de su carrera?
    Cuando hice I Love Miniatures, la primera de mi serie de fotomosaicos, me di cuenta de que podía representar paradojas usando la técnica de las imágenes micro-macro. La exposición de la que formaba parte esta serie trataba sobre la pintura tradicional de miniaturas. Yo quería ofrecer otro enfoque, criticar las prácticas de pintura neo-miniaturista. Las posibilidades de esta técnica son infinitas y desde entonces he trabajado en varios temas que tratan sobre la dualidad y las paradojas.

    ¿Cree que a los artistas del Sudeste asiático, o de cualquier país no occidental, se les pregunta demasiado por su “identidad”?
    A mi suelen preguntarme mucho por ello, y también me invitan a debates para discutir la importancia de la identidad en los artistas del Sudeste asiático. Trato de evitar este tipo de preguntas persistentes que convierten una entrevista en algo tremendamente tedioso y al mismo tiempo privan al lector de un aspecto más amplio de la obra del artista.
    Pero, obviamente, entiendo al periodista, dado que la mayoría de los artistas del sur de Asia asumen la identidad como tema dominante en su trabajo. Esto es el resultado de problemáticas como el colonialismo, la partición y la ruptura entre Pakistán Oriental y Occidental. Hoy en día, el artista no occidental se sitúa ante otra frontera borrosa: la globalización.
    Los aspectos culturales e históricos de la mayoría de los sudasiáticos coinciden con la sensibilidad occidental; por eso es más difícil para ellos identificar lo que podría etiquetarse estrictamente como ‘sudasiático’.

    Usted es sinónimo de imágenes pixeladas que comprenden una miríada de pequeñas fotografías que se iluminan entre sí. ¿Cómo se le ocurrió la idea?
    Desde el principio de mi carrera me interesaron las dos dimensiones como tema, el que no exista en la naturaleza y que, sin embargo, muchos artistas a lo largo de la historia hayan plasmado a su manera las dos dimensiones a través de dibujos, pinturas, grabados y fotografías. Mi interés por la bidimensionalidad se manifestó en la pintura de cuadrículas que hice en la década de 1990. Y más tarde evolucionó a mis imágenes pixeladas que conoce todo el mundo. I Love Miniatures fue donde utilicé por primera vez esta técnica para crear paradojas, usando una superficie única, pero mostrando dos aspectos opuestos de un mismo tema. Desde entonces, ha sido más que una técnica: durante los últimos seis u ocho años, es un recurso formal y conceptual para fusionar mi interés por una gama muy vasta de temas. Por su sencillez estas imágenes atraen a un público muy amplio. Se acercan a mi obra sin temor, como lo hacen al accesible lenguaje de la publicidad; y una vez que despiertas su interés, ya puedes hablar de contenidos más profundos.

    La dualidad es el leit-motiv de la mayoría de sus obras. ¿Qué le seduce de documentar paradojas y contradicciones? Creo que todos vivimos o nos enfrentamos a dos facetas opuestas en la vida.
    La expresión “las dos caras de la misma moneda’ es muy adecuada y quiero que mis obras no encajen en una sola categoría, sino que plasmen ambos lados. De esta manera el espectador asimila el trabajo y escoge el que quiere sin que yo le induzca a pensar de una manera concreta. La dualidad como temática tiene una relevancia universal, pero en el contexto de la zona donde yo vivo, los extremos se manifiestan, totalmente, a otro nivel.

    ¿Cuáles son sus grandes influencias?
    No estoy muy seguro de cómo han influido en mi arte, pero me interesan mucho la moda y la arquitectura.
    Y recientemente he revivido el interés por las películas de Stanley Kubrick. El legendario artista Zahoor ul Akhlaq es mi maestro y su trabajo es un ejemplo de como el artista puede superar sus tradiciones y crear obras que no nieguen la evolución del arte en todo el mundo.

    Lo que vale una buena crítica
    “Los coleccionistas de arte moderno suelen estar más interesados en mis pinturas y esculturas, pero los de arte contemporáneo buscan las obras basadas en fotografías –precisa Rashid Rana-. Curiosamente, en mi primera exposición individual en la India, donde me jugué todo para producir All Eyes Skywards, mi galerista me dijo: “Espero que seas consciente de que nadie compra fotografía en India.” Le contesté que ya daba clases para ganar- me la vida y que nunca esperaba que mi trabajo se vendiese. De hecho, al principio mis obras no se vendían, y solo tuvieron éxito comercial después de las alabanzas de la crítica, y no digo que no me llevara una sorpresa muy agradable. ¡Nunca hubiera imaginado que las ediciones fotográficas alcanzarían algún día esos precios!.”

    V.G-O

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