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    Steinitz, más que una galería

    Plus qu’une galerie, une philosophie”, es el lema de Steinitz, una galería que hace bandera de la magnificencia francesa en cuestión de artes decorativas. Su sede, a escasos metros de la Place de la Concorde de París, es un “hôtel particulier” cargado de historia que tuvo entre sus ilustres moradores a personajes como Madame de Staël. Su presente está ligado a la familia Steinitz que se ha impuesto como misión difundir la excelencia de la artesanía artística gala. Sus salones hablan de su legendario gusto para la mise-en-scène. Una sensación de opulencia embriaga la mirada de quienes les visitan al contemplar un apabullante repertorio de muebles, esculturas y objetos decorativos de los siglos XVI al XIX. Además cuentan con talleres de restauración en los que se afanan una veintena de profesionales, los “compagnons-artisans» (ebanistas, carpinteros, tapiceros, etc), muchos de los cuales fueron entrenados personalmente por Bernard Steinitz, fundador de la casa, a quien llamaban “el Hércules Poirot” de las antigüedades francesas por su don para descubrir objetos extraordinarios. Igual de importante es su departamento de investigación en el que un equipo de historiadores del arte reconstruyen la historia y el pedigrí de las piezas que componen el inventario. Desde 2009 es Benjamin Steinitz, hijo del fundador, quien lleva el timón del negocio que cuenta entre sus clientes con museos como el Louvre, el Metropolitan, el Orsay o el J. Paul Getty. “Lo que nos define es el compromiso con la excelencia”, nos dice el anticuario parisino, que este mes expone en la feria TEFAF Maastricht.

     

    Su padre, Bernard Steinitz, fundó la galería en 1968, ¿cuáles son sus primeros recuerdos del negocio familiar? Él ocupa un lugar especial en mi corazón, un sentimiento que no atenúa el amor y devoción que siento por mi madre, sino que subraya la profunda influencia que mi padre ha ejercido sobre mi. Su ejemplo no sólo ha configurado mi identidad actual, sino que también me ha inculcado una filosofía y una visión de la vida que me sigue influyendo. Crecer a su lado, me imbuyó no solo de su confianza y fe, sino también de la resiliencia y determinación necesarias para afrontar los desafíos de la vida. Su espíritu, forjado en el crisol de sus experiencias como superviviente de la Segunda Guerra Mundial, me sirvió como un faro de esperanza e inspiración, enseñándome a mostrar entusiasmo por la vida pese a la adversidad. De hecho, fue a través de su fervor por las artes decorativas como aprendí a apreciar la belleza del mundo que me rodea y a encarar la vida con autenticidad y con un propósito. Su legado sigue vivo en el espíritu de nuestra galería, donde cada pieza refleja no sólo la maestría artística sino también un sincero aprecio por el espíritu humano. A mis 53 años, soy consciente de la marca indeleble que mi padre ha dejado en mi trayectoria personal. En cada pincelada de un cuadro y en cada detalle intrincadamente tallado de un mueble, veo ecos de su sabiduría y su amor por la vida. Sus enseñanzas me hicieron comprender el verdadero valor del arte y el impacto que éste puede tener en nuestras vidas.

    ¿Cómo ha evolucionado la profesión desde que empezara su padre? Sin duda, el paso del tiempo ha marcado el comienzo de profundas transformaciones, lo que hace que sea una tarea casi imposible determinar la trayectoria exacta de la evolución. Sin embargo, si profundizamos en la historia, particularmente en el convulso periodo de la década de 1960, se nos aparece un mundo radicalmente diferente del actual. Hoy lidiamos con grandes tensiones sociales de proporciones globales, en ningún lugar más palpables que en el complejo tapiz de Europa. La mano omnipresente del Estado en nuestros asuntos cotidianos, sirve de recordatorio de la compleja interacción entre el gobierno y el pueblo. Fue durante los años 80 cuando mis padres, a pesar de sus orígenes humildes, alcanzaron renombre como anticuarios. En aquella época, existía un entusiasmo palpable entre un amplio espectro de aficionados y coleccionistas. Todos estaban ansiosos por adquirir piezas de artes decorativas para adornar sus hogares y embellecer sus vidas. Sin embargo, a medida que las arenas del tiempo continuaron moviéndose, también lo hizo el panorama artístico, dando inicio a una era marcada por un enfoque más perspicaz e introspectivo entre los coleccionistas.

    ¿De qué manera contribuyen a salvaguardar la tradición artesanal francesa? Esta pregunta es fundamental para comprender la misión de nuestra galería. La espina dorsal de nuestro proyecto es nuestro compromiso con la preservación y celebración de la ilustre tradición de la artesanía artística de Francia, con un foco particular, como he dicho antes, sobre el siglo XVIII. Precisamente, el encanto de ese periodo reside en que fue un imán para una gran cantidad de artesanos excepcionalmente talentosos que acudieron en masa a Francia. Por encargo de las cortes reales y figuras como Madame de Pompadour y Madame du Barry, estos artesanos perfeccionaron su oficio hasta alcanzar niveles de maestría sin precedentes. En nuestra galería, les rendimos homenaje escogiendo las piezas más extraordinarias e históricamente significativas de esta edad dorada. Por encima de todo abogamos por la autenticidad y la calidad sin concesiones. En vez de ceder a tendencias efímeras o presiones comerciales, defendemos las virtudes eternas de la artesanía francesa en su apogeo. Queremos ofrecer a nuestra clientela piezas que no solo sean un ejemplo de artesanía sin parangón sino que también posean valor histórico y artístico. Aunque reconocemos el atractivo del arte moderno y la dinámica escena del arte contemporáneo, apostamos por fomentar el aprecio por la belleza duradera y la maestría de la artesanía del siglo XVIII. Pero nuestras responsabilidades van más allá. Nos sentimos custodios de estas obras de arte espléndidas que nos han sido confiadas con el deber de garantizar su conservación para la posteridad. Nos esforzamos por salvaguardar estos valiosos artefactos culturales, ayudándoles a resistir los estragos del tiempo y mantener su esplendor para que las generaciones futuras puedan admirarlos. En esencia, somos un bastión de la artesanía francesa, dedicados a perpetuar el legado de aquellos artesanos visionarios que confeccionaron estos tesoros. [Jorge Kunitz. Foto: Cortesía Galerie Steinitz]

     

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