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    Tobias Rehberger. El discreto encanto de lo cotidiano

    Su forma de examinar los objetos de la vida cotidiana, su visión colorida del entorno sobre el que se cuestiona como si fuera un verdadero enigma, han hecho de Tobias Rehberger (Esslingen, Alemania 1966), uno de los artistas más reconocidos de hoy en día. Recientemente el alemán visitó Madrid para presentar el espacio creado para la casa Illy en Arco. “Adoro Madrid”, confiesa, con su mirada despierta, su pelo despeinado y sus vaqueros rotos. En 2009, recibió el León de Oro en la 53° edición de la Bienal de Venecia por su particular diseño de la famosa inmensa Cafetera e Illy le propuso ilustrar una de sus tazas Illy Art Collection.”Nuestra colaboración surgió tras mi propuesta para la Bienal de Venecia, aunque ya diez años antes me habían pedido que trabajara para ellos”. Todo había empezado en 1992, con la primera colección de tazas de artista titulada Artes y Oficios, en la que la estética de la taza se unía al café. Desde entonces Illy ha forjado una fructífera sinergia con algunos de los artistas contemporáneos más prestigiosos como Marina Abramovic, Michelangelo Pistoletto, Jannis Kounellis, James Rosenquist, Daniel Buren, Louise Bourgeois, Jeff Koons, Robert Rauschenberg, y el propio Rehberger, que ha creado para la firma italiana dos ediciones limitadas de tazas decoradas bajo el nombre Everything y Nothing. El artista alemán ha celebrado exposiciones individuales en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, la Whitechapel Gallery de Londres, el Museu Serralves de Oporto, el Museum of Contemporary Art de Chicago, y el Palacio de Cristal de Madrid, una de las sedes del Museo Reina Sofía.

    Háblenos de su primera experiencia con el arte
    No recuerdo cuál fue ni cuándo ocurrió. El arte es un elemento con el que he convivido desde siempre. Mis padres tenían muchos libros de arte, de Picasso, de Henry Moore, etc. y visitábamos juntos museos y galerías. Mi padre era un pintor aficionado, lo hacía como hobby, y yo, muchas veces, pintaba con él. Sin embargo, ¡soy el primer artista en mi familia!

    Usted está influenciado por movimientos como la Bauhaus o De Stijl vinculados con la funcionalidad y la estética, y sus creaciones también destilan ironía. ¿Qué le inspira? ¿El arte en sí mismo o los objetos de la vida cotidiana?
    Pienso que el arte por encima de todo. Para el espacio que ideé para Illy en Arco, me inspiré en la técnica del camuflaje. Los ingleses la inventaron durante la Primera Guerra Mundial y, de hecho, fue concebida para confundir el espacio. Cuando la descubrí por primera vez en un libro, se me planteó una paradoja muy interesante. Se trata de ‘no ver’ algo pudiendo contemplar dibujos muy poderosos de pétalos y colores. No ver algo que estás mirando y que produce un efecto en ti. Quizá sea que me gusta la idea de que el arte no solo sea algo para mirar, para ver, sino también algo que no miras y que, pese a ello, produce su efecto en ti.

    Usted utiliza motivos ópticos, geométricos, ¿de dónde proceden sus ideas?
    De mis problemas. Es un proceso continuo de reflexionar sobre qué es el arte y por qué algo se considera arte. A veces se te ocurren ideas que tardan en germinar y aún más en concretarse. ¡Yo tardo entre diez años y un día!.

    ¿En qué medida el León de Oro de la Bienal de Venecia ha afectado a su carrera?
    Es difícil de decir ya que no sé que hubiera sido de mi vida como artista sin él. No obstante, no tengo la sensación de que mi vida o mi trabajo sea ahora diferente al de antes, la verdad.

    Háblenos de su experiencia en España. ¿Qué recuerdos guarda de su montaje en el Palacio de Cristal en 2005?
    ¡Fue un proceso larguísimo!. Creo que hubo dos directores diferentes y tres comisarios distintos involucrados en el proyecto. Una de las razones por las que se buscó un comisario extranjero fue por la situación política. En fin, nos llevó entre cuatro y cinco años sacarlo adelante.
    Cada artista tiene sus diez lugares favoritos donde desea exponer y, para mí, el Palacio de Cristal era, sin duda, uno de ellos. ¡Qué feliz estuve cuando me brindaron la oportunidad!. Básicamente porque me pidieron que únicamente llevara obra nueva. Y eso no es muy común, sobre todo cuando se trata de piezas tan grandes. Expuse diecisiete obras nuevas lo que supuso un enorme reto.

    Berlín parece ser la nueva meca de los jóvenes artistas. ¿Qué convierte a Alemania en esta especie de “tierra prometida” para los artistas emergentes?
    Yo vivo entre Berlín y Frankfurt. Tuve un apartamento en Berlín durante diez años que luego dejé, pero ahora he vuelto a la ciudad. Sin dejar Frankfurt, claro. También he vivido en muchos otros lugares, Londres, Nueva York… pero siempre he mantenido algo en Frankfurt, aunque yo provengo de un pequeño pueblo al sur de Alemania.
    Existen un montón de circunstancias que explican por qué Berlín fue y sigue siendo tan estimulante para los jóvenes artistas. Solo hay que ver su propia historia. La ciudad tiene lagunas, históricas, espaciales y estructurales. Siempre ha sido un sitio muy abierto, incluso espacialmente. Había una gran cantidad de espacio que no se utilizaba. La gente siente que es un lugar aún por llenar, por experimentar, donde se pueden llevar a cabo cosas muy difíciles de realizar en otros sitios. Pero, llegará el día en que Berlín se volverá como el resto del mundo. Un Abu Dhabi. No, mejor un Beirut.

    Usted transforma objetos cotidianos en obras de arte. ¿Dónde reside el discreto encanto de los objetos de la vida cotidiana -como una taza de café?
    Para mí, una taza de café simboliza un instante de relax. Al diseñarla estoy pensando en un momento de tranquilidad, de pausa en la vida; el planteamiento no tiene nada que ver con el que tengo cuando creo obras de arte para una exposición. Una taza es un objeto pequeño, agradable, y además, que no pesa. Diseñarla es como un ejercicio para mí.

    ¿Qué es para usted un artista?
    Alguien tan interesado en el arte que el mismo lo produce.

    Entre setas y orujos
    “No soy coleccionista en el sentido literal de la palabra –explica el artista- No tengo ninguna estrategia. Pero hay cosas, objetos, que me gusta tener, por ejemplo allí dónde vaya, compro orujos. Me encantan los de frutas que hacen en Suiza y en Austria. También tengo modelos científicos de hongos, esos estudios naturalistas que se fabrican para analizarlas y conocerlas. Pero no los colecciono, simplemente me gustan y tengo algunos. Arte también compro, ¡por supuesto!. Todo lo que me atrae, pero sin considerarme coleccionista.”

    Jacinta Cremades

    Rehberger

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