Sobre una mesa, y ante un fondo oscuro, se disponen un plato de metal con varias cidras, una cesta con naranjas, con sus hojas y sus flores de azahar, y otro plato metálico sobre el que descansan una taza y una rosa. Pintada en 1633, Bodegón con cidras, naranjas y rosa, es la única naturaleza muerta firmada y fechada por Francisco de Zurbarán (1598-1664), y una de las obras maestras en la historia de este género en Europa. El Museo del Prado recibe en préstamo esta excepcional pieza, procedente del Museo Norton Simon de Pasadena (California, EE.UU) que puede admirarse temporalmente en la sala 10 A del edificio Villanueva, en compañía de otras obras de Zurbarán de géneros diferentes, y datadas en épocas variadas de su carrera, lo que permite entender la trascendencia de este bodegón en el contexto de la trayectoria artística del autor extremeño. La extraordinaria fama que ha adquirido esta obra desde que se diera a conocer en la década de 1920 se debe al uso magistral de la escala por parte de Zurbarán, a su extraordinaria precisión descriptiva y a sus valores compositivos. Los objetos invaden buena parte de la superficie pictórica, se disponen en tres planos ligeramente diferenciados y una luz lateral muy selectiva los arranca de las sombras y contribuye a definir nítidamente sus volúmenes y a transmitir sus texturas. Para los devotos católicos españoles del siglo XVII, los objetos aparentemente humildes aquí representados poseían un importante trasfondo religioso. La ubicación de los tres elementos, por ejemplo, habría sido inmediatamente interpretada como una alusión a la Santísima Trinidad. Esta pintura también se ha visto como un homenaje a la Virgen María, con las naranjas, sus flores, y la taza con agua que simboliza la pureza, mientras la rosa sin espinas alude a la Inmaculada Concepción. El préstamo de este cuadro se inscribe en el programa La obra invitada, una actividad patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado desde 2010 para enriquecer la visita a la pinacoteca y establecer un término de comparación que permita reflexionar sobre las propias pinturas del Prado.
Hasta el 30 de junio. Museo del Prado. Madrid. www.museodelprado.es
