El destino tiene más que ver con las decisiones que tomamos que con el azar. Y Ana Barriga (Jerez de la Frontera, 1984) encontró el suyo, la pintura, después de varios rodeos. Dejó los estudios, trabajó en la hostelería y se formó como diseñadora de muebles antes de entrar en la Facultad de Bellas Artes sevillana. Impulsada por premios como el Generaciones (2019) y respaldada por colecciones como la DKV o la del CAC de Málaga, se ha convertido en una de las presencias más arrolladoras de la nueva hornada de artistas españoles. La jerezana, ahora afincada en Londres, está viviendo su mejor momento “camino a cuatro palmos del suelo”, nos dice gráficamente. Su obra se exhibe en todo el mundo, de Hong Kong a Nueva York, de Dubái a México, y no es raro que las exposiciones se vendan en apenas unas horas. ¿La clave? Una figuración
fresca y renovada que funde lo lúdico de la cultura pop con una estética transgresora, y todo ello sin renunciar a sus raíces. Su personal universo, poblado de muñecas, maniquíes y hasta estatuas clásicas que reinterpreta con una paleta vibrante y un filtro de humor, nos descubren la cotidianidad bajo una luz inesperada. Su agenda no se detiene: está trabajando en un proyecto escultórico en Londres y este mes presenta en ARCO, en el stand de la galería Mayoral, sus últimas creaciones. [Vanessa García-Osuna. Foto: Cortesía Estudio Ana Barriga]