Johannes Vermeer (1632-1675) es universalmente famoso por sus pinturas de escenas tranquilas en ambientes domésticos, por la inigualable calidad de su resplandeciente luz, y por su don para transformar un óleo en una escena viva y palpitante de la realidad cotidiana. Este mes el Rijksmuseum de Ámsterdam inaugura la mayor exposición dedicada jamás a la “esfinge de Delft”, reuniendo 28 pinturas procedentes de todo el mundo que rara vez son prestadas por sus respectivas instituciones. Será una ocasión única de ver juntas obras maestras como La joven de la perla (Mauritshuis, La Haya), El geógrafo (Städel Museum, Frankfurt), Dama escribiendo una carta con su doncella (National Gallery of Ireland, Dublin) o La tasadora de perlas (National Gallery of Art, Washington DC). Para Pieter Roelofs, conservador jefe de Pintura y Escultura del museo neerlandés, este maestro del Siglo de Oro holandés fue “un cineasta de vanguardia. Sus lienzos eran una especie de fotogramas antes de que el Séptimo Arte existiera. Su manera de enmarcar la composición, de escoger los ángulos, su innovador uso de la perspectiva o de la luz, o su capacidad de congelar una acción, así lo demuestran.” [Dama en amarillo escribiendo, 1664-67. National Gallery of Art, Washington]
