La Fundació Catalunya La Pedrera acoge hasta el 14 de enero la primera retrospectiva en Barcelona de Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) reuniendo una selección de 80 obras, entre pintura, escultura y dibujo, que recapitulan siete décadas de trayectoria de quien está considerado máximo representante del movimiento realista español de la segunda mitad del siglo XX. Estructurada en bloques temáticos, la muestra pone de manifiesto que ciertos motivos sobre los que el artista reflexiona persisten y, al mismo tiempo, evolucionan a lo largo de su carrera: los interiores domésticos, los paisajes y las vistas urbanas -principalmente de Madrid-, las naturalezas muertas o la figura humana. López intenta atrapar la realidad efímera que nos rodea y capturar un momento en el que la luz y los objetos alcanzan el mayor grado de belleza posible. El artista a menudo quiere trascender la cotidianidad de las cosas y de los paisajes congelando el tiempo para inmortalizar el instante. “Trabajo con una clave interpretativa que exige mucho tiempo, donde no cabe el móvil. Es una ley imprescindible para mí. El resultado es una realidad que carga el cuadro con algo que tal vez deseo”, ha manifestado. Para él la realidad es, simplemente, un punto de partida, en el que el proceso es tan importante como la obra terminada. Tal y como dice: “Una obra nunca se acaba, sino que llega al límite de sus propias posibilidades”. Trabaja en sus cuadros a lo largo de varios años, a veces durante décadas, y con cada pincelada destila el entramado del objeto o el paisaje, hasta que consigue plasmar su esencia en el lienzo. [Madrid desde Capitán Haya © Antonio López, VEGAP, Barcelona, 2023]