Desde la antigüedad, la piedra ha sido fundamental en el desarrollo material y espiritual de la humanidad. Por eso, se ha cargado de unos valores simbólicos y sociales que trascienden su propia materialidad. Arte en piedra, la exposición que se presenta en la Fundació Catalunya La Pedrera comisariada por la historiadora británica Penelope Curtis —exdirectora de la Tate Britain de Londres y del Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa—explora la producción en piedra de algunos de los escultores más destacados del siglo XX. La selección, de más de unas ochenta piezas —medio centenar de esculturas y unos treinta dibujos y grabados— se centra en los trabajos en piedra de un pequeño grupo de artistas, nacidos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, que contribuyeron a cambiar el rumbo de la escultura moderna, como Hans Arp, Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Naum Gabo, Barbara Hepworth, Henry Moore, Isamu Noguchi o Jorge Oteiza, entre otros. En una sección complementaria se ilustra cómo los «pioneros» de la escultura moderna han estimulado la generación siguiente —Stephen Cox, Luciano Fabro, Barry Flanagan, Cristina Iglesias, Anish Kapoor, Ettore Spalletti y Alison Wilding- y también cómo la piedra ha inspirado nuevas formas conceptuales de trabajar.
Uno de los aspectos que se constatan es que, durante el primer tercio del siglo XX, varios escultores volvieron a la talla directa en piedra, sin ningún intermediario. La consecuencia inmediata fue que se revalorizó el oficio de escultor. Constantin Brâncuși promovió esta nueva manera de trabajar argumentando: «La talla directa es el verdadero camino para llegar a la escultura». Así, los nuevos escultores plantearon una concepción diferente al objeto escultórico. Una de las innovaciones fue que el vacío se convirtió en un elemento de composición volumétrica, es decir, es un volumen invisible, pero presente en la estructura escultórica. En la década de 1960 muchos artistas retomaron con ímpetu el trabajo en piedra y, a medida que iban avanzando en el conocimiento del material, se dieron cuenta de que ganaban en libertad si recurrían a los conocimientos técnicos de tallistas profesionales, puesto que esto los permitía elegir mejor las formas y la variedad de las piedras, a menudo, más duras. Con una actitud más flexible, consiguieron llevar la piedra a los límites de sus posibilidades expresivas. [Hasta el 2 de febrero. Fundació Catalunya La Pedrera. Barcelona. Lapedrera.com]