En diciembre de 1778, poco después de zarpar de Livorno con destino a Inglaterra, la fragata británica Westmorland fue capturada en aguas mediterráneas. El 8 de enero de 1779, escoltada por los navíos de línea franceses Caton y Destin, hacía su entrada en el puerto de Málaga. En su bodega había un extenso surtido de obras de arte, esculturas, piezas de mármol, estampas, retratos, planos y libros, así como lotes de selectas viandas y productos comerciales. El botín era fruto de las propiedades adquiridas por jóvenes de la aristocracia inglesa durante los viajes que, bajo la denominación del Grand Tour, realizaban por Europa al finalizar sus estudios. Tras la incautación, los tesoros que viajaban a bordo fueron comprados por Carlos III a instancias del conde de Floridablanca, secretario de Estado, y trasladados a dependencias de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid con el propósito de que pudiesen servir para la instrucción de las bellas artes y la arquitectura. En total, el Westmorland atesoraba casi un millar de piezas, hoy repartidas entre la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo del Prado, Patrimonio Nacional y el Museo Arqueológico Nacional.
La exposición El Westmorland en Málaga, organizada por la Fundación Unicaja y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y comisariada por el académico José María Luzón y la profesora María del Carmen Alonso, recrea este suceso a través de numerosas obras originales que el buque corsario transportaba a bordo, entre pinturas, esculturas, libros y documentos, grabados y obras musicales inéditas, que reflejan la vida cultural de las ciudades europeas del siglo XVIII. La muestra está dividida en siete salas, en las que el visitante podrá adentrarse en la historia del barco y sus vicisitudes: el episodio de la captura recogido en la prensa de la época; el viaje del Grand Tour de los jóvenes aristócratas por Europa, precursor de nuestro actual turismo; la identidad de algunos de sus pasajeros, descubierta gracias a las propias obras y a una ardua labor de investigación; la situación del mercado artístico en el siglo XVIII; la adquisición en Málaga de la carga del Westmorland por Carlos III; o curiosidades como las lecturas y música que acompañaban a los viajeros. Así, se pueden contemplar acuarelas con vistas paisajísticas de John Robert Cozens, considerado el príncipe de los acuarelistas británicos; retratos de Pompeo Batoni cedidos por el Museo del Prado, la Venus Calipigia, copia anónima del cuadro realizado por Giuseppe Cesari, il Cavaliere d’Arpino, o esculturas como la Cabeza de la Venus de Medici, Baco y Ariadna y Eros y Psique, procedentes del taller de Bartolomeo Cavaceppi. La tecnología ha sido una gran aliada en la investigación para despejar las dudas existentes acerca de la historia del Westmorland.
Esta muestra permite acceder digitalmente a un libro de grabados de Piranesi que viajaba a bordo, y del que se exponen varios originales, junto a otras publicaciones digitalizadas para la ocasión o documentos como los procedentes del Archivo Histórico Provincial de Málaga o la Real Orden del Conde Floridablanca del 9 de julio de 1783 en la que, por orden de Carlos III, pide que se trasladen a Málaga dos personas para examinar el contenido artístico del barco con objeto de conocerlo y darle destino. También, aunque no perteneciente a los tesoros que iban a bordo del barco, se exhibe el lienzo Vista de Málaga desde el midi (1785) de Mariano Ramón Sánchez, cedido por Patrimonio Nacional, que ilustra el puerto de Málaga en la época y es la imagen de la muestra. [Hasta el 12 de enero. Fundación Unicaja. Málaga. Fundacionunicaja.com]