Nacida en Chicago en 1985, Christina Quarles vive y trabaja en Los Ángeles; es una artista de reconocido éxito, especialmente después de haber sido distinguida, en 2019, con el prestigioso Perez Prize del Perez Art Museum de Miami, y su obra está ya en numerosos museos internacionales y colecciones privadas. Con The Milk of Dreams participó en la exposición central de la Bienal de Venecia del año pasado, y ahora protagoniza la temporada de verano de la galería Hauser & Wirth Menorca, en la Illa del Rei, una pequeña isla en la bahía de Maó, donde expone Come In From An Endless Place, su primera muestra en España, que coincide con su exposición Collapsed Time en el Hamburger Bahnhof de Berlín.
Además de arte, Quarles ha estudiado filosofía, hecho que se evidencia en el carácter reflexivo de su obra, de naturaleza autobiográfica, pero también con un alcance mucho más social y actual por tratar cuestiones de género, de ahí el interés de su obra. Hija de madre blanca y padre negro, de niña sus compañeros del colegio la llamaban mentirosa porque su piel es blanca y pecosa. “Yo no entendía por qué la manera cómo me veían los demás no se correspondía a cómo yo me sentía en un cuerpo multirracial. En mis pinturas hay planos de perspectiva que sitúan y fragmentan los cuerpos, la ubicación se convierte en dislocación. Las categorías fijas de identidad pueden usarse para marginar pero, paradójicamente, los marginados pueden utilizarlas para ganar visibilidad y poder político. Esta paradoja es el foco central de mi trabajo”, dice la artista.
Quarles no trata de representar el cuerpo humano en si mismo, sino mostrar cómo es vivir, en su caso, en un cuerpo queer y multiracial, tal como ella se define. “Como mujer queer, cis, nacida de un padre negro y una madre blanca, me comprometo con el mundo desde una posición que está situada de forma múltiple. Mi proyecto está informado por mi experiencia diaria con la ambigüedad y busco desmantelar los supuestos de nuestra subjetividad fija a través de imágenes que desafían al espectador a lidiar con el cuerpo desorganizado en estado de exceso”. Sobre las blancas paredes de la sede menorquina de Hauser &Wirth, desde cuyas ventanas se ve y se siente la paz de los jardines, respiran las coloridas pinturas de Quarles, donde los cuerpos se metamorfosean, se funden unos con otros en unos límites que parecen no tener fin, como en un frenesí, viviendo al ritmo de la diversidad de la vida, aceptando lo difusos que son los límites que delimitan el yo.
Técnicamente, la artista se acerca al lienzo sin una composición predeterminada; hace marcas que se convierten en dibujos lineales de formas humanas y partes del cuerpo, que luego fotografía y usa Adobe Illustrator para dibujar los fondos que finalmente rodean las figuras y que definen el entorno que habitan. Una vez creada la composición digitalmente, la pinta sobre el lienzo, en el que se intersectan colores y texturas, donde todo se funde y se superpone. Galería Hauser & Wirth, Menorca. Hasta el 29 de octubre
