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    El eterno retorno de los antiguos maestros

    Soplan vientos de cambio en el mercado del arte. ¿Qué ha pasado para que los banqueros suizos persigan las deliciosas escenas de Brueghel y el archicotizado Jeff Koons adquiera una sobria talla del alemán del siglo XVI Tilman Riemenschneider por una fracción de lo que cuestan sus propias instalaciones?. Hemos trasladado esta cuestión a reconocidos anticuarios y expertos de salas de subastas que nos explican las causas de este predecible y pujante resurgir.

    La recesión ha complicado aún más las cosas al arte emergente y los coleccionistas buscan refugio –y hallan sorprendentes ‘gangas’- en la pintura antigua. Los precios de los antiguos maestros, aquellos anteriores a 1800, sin embargo, aún palidecen al lado de los de los artistas vivos: Christie’s y Sotheby’s vendieron 2,4 billones de dólares en arte contemporáneo frente a los 452 millones de dólares en antiguos maestros.
    La subasta del pasado mes de julio de Sotheby’s en la que salían medio centenar de lotes de la colección de la heredera del imperio Johnson & Johnson, recaudó más de 26 millones de libras. El lote estrella fue un Prometeo de José de Ribera, de quien hablan como el ‘francis bacon’ del XVII, que rozó los 4 millones de libras. Hace 20 años esta pintura se había vendido en la galería Matthiesen de Londres por unos 300.000 dólares.

    Escasas obras y demasiados clientes
    Según nos explica Johnny Van Haeften, miembro del comité ejecutivo de Tefaf Maastricht, “este mercado ha crecido de manera sostenida pero vigorosa durante los últimos años. ¡Artistas como Jeff Koons y Damien Hirst coleccionan ellos mismos Antiguos Maestros!”, y apunta la escasez de grandes obras en el mercado circunstancia que recalca Fabrizio Moretti, el miembro más joven de la prestigiosa dinastía florentina especializada en Antiguos Maestros italianos, quien opina que “encontrar piezas de calidad museística es cada vez más difícil porque el número de cuadros disponibles en el mercado está menguando. Siempre ha sido muy difícil encontrar material porque sólo tenemos una fracción de lo que se produjo en la época”.
    El inglés Michael Tollemache sostiene que “existe una altísima competitividad porque la oferta es muy limitada dado que lo habitual es que estos cuadros pasen a engrosar colecciones públicas. Este proceso revela la política fiscal de cada Estado. Aquellos países donde existen incentivos fiscales para donaciones de obras de arte a colecciones públicas (Estados Unidos) o como dación por pago de impuestos (Reino Unido) favorecen el movimiento de colecciones privadas a publicas; por el contrario, allí donde no se dan estas condiciones (Italia, Grecia, etc…) este trasvase es menor”
    El anticuario Charles Beddington, que dirigió el departamento de Antiguos Maestros de Christie’s y esta considerado la máxima autoridad mundial en Canaletto, observa que “la debilidad de la libra frente al euro ha beneficiado a los anticuarios ingleses que venden en el extranjero”. Desde las casas de subastas el sentir es unánime. Andrew McKenzie, experto de la firma Bonhams sostiene que “en los últimos 10 años se ha producido una polarización en el mercado, se ha ampliado la brecha entre las obras extraordinarias, que coronan la lista de las cotizaciones, y otras, menores, que ocupan la parte baja de la tabla”. “A día de hoy, en el segundo año de la crisis –nos explica Alexander Strasoldo de la casa Dorotheum- muchos se ven obligados a vender sus colecciones porque necesitan el dinero. Por otro lado, todavía hay millonarios que quieren invertir su capital. Así que ambas partes, vendedores y compradores, sacan partido a la situación actual. Aunque es más difícil encontrar piezas interesantes para las subastas cuando sale algo muy bueno a pujas siempre consigue un buen resultado”. Juan Várez, consejero delegado de Christie’s en España, argumenta que “este es un mercado en el que la circulación de material es escasa, hay menos obras disponibles que hace 30 años. Estamos hablando de piezas con más de un siglo de antigüedad que pasan de generación en generación, y suelen estar en museos e instituciones, eso hace que el comprador sea consciente de que las posibilidades son reducidas y no deje pasar la oportunidad cuando sale a pujas una pintura importante, lo que ocurre raras veces salvo cuando muere un coleccionista o se dispersa una testamentaría importante”.

    ¿Quién dijo crisis?
    “¡Ninguna crisis! –así de tajante se muestra James McDonald, director de ventas privadas de Antiguos Maestros de Sotheby’s: Este mercado ha sido históricamente muy estable. Muy raramente se ven drásticas subidas de precios como las que hemos visto en otras áreas, pero tampoco sufre caídas repentinas durante un ciclo negativo en el mercado del arte”.
    “El mercado de los Antiguos Maestros en general, y el de las pinturas holandesas y flamencas en particular, apenas se ha visto afectado por la crisis -sostiene Johnny van Haeften-. La gente considera a los Antiguos Maestros una inversión tan segura como el oro, son pinturas que ofrecen una estabilidad tranquilizadora. No han perdido valor en ninguna crisis, financiera o de otro tipo, ocurrida en los últimos 350-400 años, sino todo lo contrario”.
    Michael Tollemache explica que “el coleccionista con dinero y bien informado sigue igual de rico y bien aconsejado por sus marchantes y consejeros” mientras que para Charles Beddington “Mi experiencia, avalada por 26 años en el mundo de los antiguos maestros, revela que en épocas de crisis los compradores de inclinan por inversiones más fiables”.

    ¡Compren antiguos maestros!
    En los últimos tiempos el arte contemporáneo eclipsó a los Antiguos Maestros porque, según manifiesta el anticuario Artur Ramón i Navarro, “una nueva tipología de comprador irrumpió en el mercado con mucho dinero y poco conocimiento. El arte se equiparó a la moda, al glamour y la cultura visual de los Maestros Antiguos es justamente la antítesis de este fenómeno y quedó no sólo eclipsada por lo nuevo sino que fue vista como algo anacrónico, decadente”. Y perfila las razones de este resurgir en el mercado “han desaparecido los compradores compulsivos de arte contemporáneo y, en cambio, han resurgido los coleccionistas que ven en los Maestros Antiguos un mundo en condensación en el que confluyen los conocimientos de la historia del arte”.
    Los jóvenes coleccionistas británicos deberían dejar de prestar atención al arte contemporáneo y empezar a fijarse en los antiguos maestros recomendaba hace unos meses el director de la National Gallery de Londres, Nicholas Penny. Matthew Slotover, co-director de la feria Frieze de arte contemporáneo, simpatiza con el propósito de Penny pero respondió al envite alegando que “la gente no compra antiguos maestros, en primer lugar, porque todo el material bueno ya está en los museos. Y hay menos sencillamente porque los artistas están muertos. La segunda razón es que con los antiguos maestros nunca podrás conocer al artista, y para algunos coleccionistas tener esa relación directa es algo fundamental”.

    Coleccionistas: Quiénes son y qué buscan
    A pesar de la feroz competición existente, el mercado demanda sólo lo mejor. En los años 50 y 60 era el nombre del artista el que prevalecía pero hoy día es difícil vender una obra mediocre aunque sea de un artista célebre. Ni siquiera Rembrandt escapa de esta regla: su melancólico Santiago el Mayor (1661) fue originariamente ofrecido por la galería neoyorkina Salander O ́Reilly –ahora clausurada tras destaparse una sofisticada trama de fraude- por cerca de 40 millones de dólares pero no encontró comprador. Tras una limpieza volvió a salir a subasta ese mismo año en Sotheby’s con una estimación previa, drásticamente reducida, de 18 a 25 millones de dólares. Se adjudicó por 25,8 millones de dólares.
    El mercado de la pintura antigua gira en torno a una lista cerrada de importantes artistas, y las piezas de los más cotizados, como Leonardo Da Vinci, son inmediatamente canalizadas hacia los museos. Desde 1990, por ejemplo, sólo seis dibujos de Miguel Ángel han salido a subasta. La procedencia de los cuadros desempeña un papel fundamental, aunque menor del que podría jugar en pinturas de arte moderno y contemporáneo cuyo precio, a menudo, aumenta si antes ha sido propiedad de coleccionistas famosos como Saatchi o Pinault. Y ¿Cuál es el perfil del coleccionista?. Para Johnny Van Haeften “Suele ser alguien de naturaleza conservadora, gusto refinado y que generalmente ha hecho su propio dinero. Generalmente está en la franja de los 50 a 70 años. Y es completamente internacional: están en Sudamérica, Australia, prácticamente en cada país de Europa, y no digamos Norteamérica, Rusia, etc”. “Es alguien inteligente y cauto” –precisa Michael Tollemache–. Consulta con un asesor antes de comprar o vender nada”. Charles Beddington nos cuenta que “los coleccionistas serios suelen estar muy bien informados. El acceso a los datos de ventas en internet hace que ahora sea mucho más difícil que hace diez años para un marchante vivir de comprar pinturas correctamente catalogadas en subasta y luego persuadir al coleccionista para que le de el beneficio. Existe una presión considerable sobre los anticuarios para que seamos más listos y hagamos nuevos descubrimientos”. Alexander Strasoldo dice que “durante años el perfil era el de alguien de mediana edad -abogado o médico- que compraba pinturas pero también muebles, plata, alfombras, etc. decoraban sus casas sin pensar en la posible revalorización o depreciación de sus obras de arte. Hoy es diferente. Los nuevos compradores son más jóvenes, adquieren una o dos buenas pinturas, objetos de diseño o fotografías, normalmente no como decoración sino como inversión. Los nuevos ricos de Europa del este son distintos: ¡Adoran decorar sus casas lujosamente y compran piezas espléndidas!”. Juan Várez considera que “aunque el coleccionista español apuesta fundamentalmente por el arte español –el Barroco, el siglo XVI, los grandes maestros y sus discípulos- detectamos que también empiezan a interesarse por el arte flamenco, italiano y francés”.

    Citas donde dejarse caer
    Cerca de 10.000 personas asistieron a la inauguración de la pasada edición de Tefaf Maastricht en la que aterrizaron 55 aviones privados, solo dos menos que el año pasado.
    Como declaró el director de la galería Colnaghi, Konrad Bernheimer: “Si hay crisis, será en otro sitio”. En los últimos tiempos, nuevas ferias han venido a enriquecer el panorama. El propio Van Haeften nos explicó muy animado cómo nació la idea de celebrar una Semana de los Antiguos Maestros (Master Paintings Week) en Londres el mes de julio.
    “Surgió durante una larga comida con mi colega Konrad Bernheimer. Nos dimos cuenta de que Londres contaba probablemente con la más alta concentración de galerías especializadas del mundo. Además tenemos un gran número de museos de pintura antigua de primera clase, los cuarteles centrales de Sotheby’s, Christie’s y Bonhams, ilustres bibliotecas y centros académicos como el Courtauld Institute o la British Library, etc. y el hecho de que 25 galerías de antiguos maestros se aglutinen en el radio de un milla. El mejor momento era, obviamente coincidiendo con las grandes subastas. La National Gallery ofreció una visita privada que suscitó enorme expectación y fue ahí cuando lo vimos totalmente claro. También queríamos combatir la visión tradicional que hay de estas galerías (¡y sus galeristas!) como algo totalmente anticuado, mostrando lo accesibles y cordiales que son en realidad. El otro aspecto es que muy pocos se dan cuenta de lo baratos que son, comparativamente hablando, los Antiguos Maestros respecto a los pintores modernos. Por ejemplo, por los 40 millones de dólares pagados ayer por el Warhol ¡podría tener una colección entera de calidad excepcional!” [se refiere a la subasta del 11 de noviembre de Sotheby’s Nueva York que recaudó 134 millones de dólares. One Dollar Bills de Warhol salía en 8 millones de dólares y se remató en 43 millones de dólares].

    Brueghel: alegre objeto de deseo
    Si hay un maestro antiguo que haya logrado encandilar a los coleccionistas de arte contemporáneo, ése es Brueghel. Frente a las pinturas religiosas, atormentadas y oscuras, del Renacimiento, Brueghel pinta escenas lúdicas, coloristas y amables que no requieren que el profano haga un curso acelerado de historia del arte. Son especialmente populares entre los coleccionistas de la costa este de Estados Unidos así como de España e Italia. Según la consultora Artprice hace veinte años el precio medio de un brueghel era de 282.000 dólares, mientras que el año pasado ya era de un millón de dólares. Teniendo en cuenta que sus pinturas están en los museos, y que raramente hacía más de una versión del mismo cuadro, la demanda se ha disparado para sus dos hijos. Ciertamente ninguno de ellos hace sombra a los precios del padre y por las obras de su hijo mayor, que realizaba docenas de copias de las animadas escenas de patinaje sobre hielo de su padre, se pagan entre 400.000 y 1 millón de dólares. En los cuatro años posteriores al crash de 1990, el arte contemporáneo perdió la mitad de su valor, mientras que los grandes maestros cayeron menos de un tercio y repuntaron enseguida. Según el índice Mei Moses, el arte antiguo ofrece un rendimiento anual del 6.2% en la última década: eso explica que los banqueros empiecen a atesorar celosamente brueghels

    Vanessa García-Osuna

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