El Museo Goya, situado en un precioso palacio renacentista de Zaragoza, está de enhorabuena por la incorporación de un nuevo óleo de Francisco de Goya a su colección permanente. Se trata del retrato de Miguel de Múzquiz, Conde de Gausa, procedente de una colección privada, que se une a las 24 pinturas del pintor aragonés de la colección del museo, que cuenta además con las series completas de grabados desde 1778 hasta 1825. El acto de presentación ha estado a cargo de José Luis Rodrigo, director general de la Fundación Ibercaja, a través de la cual se ha gestionado la cesión del cuadro; Charo Añaños, directora del Museo Goya, y Domingo Buesa, presidente de la Real Academia de Bellas Artes de Zaragoza. Es un retrato de tres cuartos que ha formado parte de todos los catálogos razonados del maestro, donde se le asocia con otra versión de cuerpo entero, que forma parte de la colección del Banco de España.
Este retrato fue pintado en torno a 1783, cuando en el siglo XVIII surgía una burguesía vasco-navarra, que iba a convertirse en motor de la nueva economía y que, como la nobleza y la realeza, deseaba inmortalizarse a través del retrato. Se abría así un nuevo panorama cultural en España por la necesidad de hacerse un retrato. Goya hizo unos 20 retratos de esta burguesía vasco-navarra; hay que recordar que el tatarabuelo de Goya venía de Guipúzcoa, así que el linaje del pintor se originó en el País Vasco y era muy respetado en ese entorno. Goya, además, en ese momento ya estaba consolidado como un gran retratista y el primer retrato de esta burguesía ennoblecida fue precisamente el del conde de Gausa, justo cuando, en 1783, fue condecorado con este título por el rey Carlos III como agradecimiento por su servicio a España como ministro de Hacienda e impulsor del Banco de San Carlos, posterior Banco de España.
Por otra parte, el conde fue amigo personal de Goya, quien lo pintó reflejando su rango de prestigio y autoridad con las insignias de la Orden de Santiago y de Carlos III, concedidas por el rey, las órdenes más prestigiosas del momento; fue además un personaje importante para Goya porque era quien le pagaba los cartones para la Real Fábrica de Tapices. Fue un retrato pintado del natural y Goya muestra su genio pintando el alma del retratado: uno de los hombres más poderosos en la corte de Carlos III expresa su carácter melancólico, su amabilidad en el gesto y su delicada salud, pues moriría poco tiempo después del retrato.
En comparación con las otras versiones del retrato, el papel que tiene el conde en la mano tiene una gran importancia porque en el retrato del Banco de España está en blanco y en este hay 47 letras, que fueron estudiadas por Ángel Canellas (Zaragoza, 1913-1991), catedrático de Paleografía, quien estudió también la correspondencia de Goya con sus amigos y diversos clientes, fundamentalmente con el amigo de Goya, Martín Zapater, y asegura que la caligrafía es de Goya; hay, además, un botón en la casaca con cuatro letras que, según diversos especialistas, forman la firma de Goya. [Marga Perera]