La ciudad de Nantes, en el corazón de la Bretaña francesa, ha experimentado una sorprendente reinvención en las últimas tres décadas pasando de ser una ciudad esencialmente industrial a una vibrante capital cultural. Para divulgar los encantos artísticos de este histórico municipio a orillas del río Loira, cuna del escritor Julio Verne, se celebra Le Voyage à Nantes, un festival que brinda un estimulante programa de exposiciones y actividades culturales. Su 12ª edición, que se desarrollará del 1 de julio al 3 de septiembre, involucra a toda esta localidad en la que conviven casas medievales, con palacetes barrocos y modernos edificios firmados por arquitectos como Jean Nouvel o Eduardo Souto de Moura, y que, en su apuesta por la sostenibilidad, cuenta con más de 1.000 hectáreas de zonas verdes. Además, las esculturas también salen al paso del visitante. Así, el patio del aristocrático Hôtel de Châteaubriant o la fuente de la Place Royale se adornan con piezas de Maen Florin; el exterior del Palacio de la Bolsa se embellece con un bronce de Johan Creten, mientras que el artista Florian Viel ha convertido un tranvía en una obra en movimiento.
El Castillo de los Duques de Bretaña, sede del Museo de Historia de Nantes, acoge el proyecto Expression(s) décoloniale(s)#3 , que invita a un historiador y a un artista originarios de Africa a dialogar con sus colecciones. La intención es ofrecer una mirada distinta sobre éstas que ayude a descolonizar el pensamiento y la imaginación de los espectadores. El elegido en esta ocasión es el camerunés Barthélémy Toguo que ha invitado a cinco artistas: Kara Walker (EE.UU), Rosana Paulino (Brasil), Monica Toiliye (República Democrática del Congo), Jean-François Boclé (Martinica) y Moreira Chonguiça (Mozambique). Ya sean pintores, videoartistas, escultores, músicos o performers, cada uno de estos creadores aborda en sus obras los legados, recuerdos, dolores y secuelas del pasado, pero también su superación.
Toguo es el protagonista también de Habiter la Terre, la exposición que se presenta en la HAB Galerie en la que puede verse la gran instalación Road to Exile, un gigantesco bote que puede interpretarse como “un barco fantasma a la deriva en las aguas de la conciencia moderna”, según el artista, cuyo objetivo es que el espectador reflexione sobre la problemática del exilio y los peligros que deben afrontar las personas que huyen de sus países. Road to Exile dialoga con Urban Requiem, una instalación a base de tampones de madera tallados con lemas tomados de movimientos contestatarios que hablan de los actos de violencia cometidos contra quienes tratan de salvar sus vidas al cruzar las fronteras para escapar de las guerras, el hambre y las catástrofes ecológicas, así como todas las personas víctimas de rechazo y discriminación. Las obras expuestas muestran el amplio repertorio de medios utilizados por el artista camerunés: instalación, escultura, performance, fotografía.
El Patio del Museo de Arte de Nantes acoge uno de los platos fuertes de la edición, la exposición Hyper sensible que explora el carácter profundamente humano y sensible de la escultura hiperrealista, nacida en los Estados Unidos en la década de 1960 en un contexto de transformación y crisis social y política (guerra de Vietnam, asesinato de John. F. Kennedy, primera crisis del petróleo). Al igual que el arte pop, y después de varias décadas de una escena artística dominada por la abstracción, el hiperrealismo supone un retorno a la figuración, una apuesta por la representación sin adornos de mujeres, hombres y objetos cotidianos. Se exhiben una treintena de esculturas de autores como Berlinde De Bruyckere, Duane Hanson, Tony Matelli o Marc Sijan, entre otros, realizadas en medios tradicionales, como la terracota y el bronce, o derivados de las innovaciones químicas (fibra de vidrio, resinas de polímeros y silicona), para configurar un extraño y conmovedor friso sobre la humanidad.
El suizo Olaf Breuning transformará la Place du Commerce con sus criaturas fantásticas esculpidas en mármol de Carrara y bronce entre las que encontramos una criatura mitad pez mitad mono, un ratón, una Venus, un religioso, un personaje de «piedra» y un rey. Creadas en 2007 a partir de dibujos del artista y a tamaño natural, estos extravagantes “seres humanos” han sido expuestos en museos como el Migros de Zúrich, el Kunsthal Charlottenborg o el City Hall Park en Nueva York. Cada uno lleva atributos asociados a estereotipos que pretenden incitar a la reflexión desde la ironía.
Quien visite el suntuoso Pasaje Pommeraye, construido en 1843, quedará impactado ante una escultura de Thomas Housego, encargada originalmente por François Pinault para la 54ª Bienal de Venecia. L’Homme pressé es un gigante de apariencia híbrida, un hombre-monstruo-robot, que parece estar dando un enérgico paso adelante. Esta estatua de más de 5 metros de altura parece extraer su irresistible movimiento de su apariencia inacabada: sus formas torpes, toscamente talladas, dan una sensación de vulnerabilidad y potencia. Este coloso bebe de numerosas referencias artísticas, tanto antiguas como contemporáneas, ya sean las estatuas griegas, las tribales o la obra de Picasso.
Uno de los iconos se desplegará en la Rue d’Orléans: se trata de European Thousand-Arms Classical Sculpture, una instalación escultórica del artista chino Xu Zhen. Consta de 19 estatuas, representadas en una alegre fila, que recrean personajes arquetípicos de la cultura occidental. A través de sus provocadoras esculturas, instalaciones y performances, este artista conceptual habla de los tabúes sociopolíticos de la China contemporánea, y desafía nuestros estereotipos sobre el gigante asiático.
En el Teatro Graslin se proyectará la videoinstalación Parade de Hans Op de Beeck cuyo trabajo es una reflexión sobre nuestra sociedad y temas universales como el sentido de la vida y la muerte. La versatilidad del artista belga es conocida pues elabora desde grandes instalaciones, a esculturas, películas, dibujos, pinturas, fotografías y textos. El objetivo es estimular los sentidos del espectador e invitarlo a experimentar la imagen. Busca crear una forma de ficción visual que proporcione un instante de asombro y silencio. Parade se ambienta en un teatro. Cuando el telón de terciopelo rojo se iza, un vals lento, compuesto especialmente para este filme, comienza a sonar, mientras que una procesión de personajes heterogéneos, aparentemente interminable, comienza a desfilar por el escenario a cámara lenta, como una ola de transeúntes callejeros. Esta parada puede interpretarse como un acontecimiento banal, pero también como una reflexión visual sobre la vida y la muerte. [Para más información visite: https://www.levoyageanantes.fr/es/ https://www.chateaunantes.fr/es/]