Carlos Garaicoa es su trabajo y son sus libretas. Hay tantas que una deja de contar cuando se le acaban los dedos. Las enseña con cuidado, con cierto orgullo. Ahí están sus ideas, embriones a lápiz o bolígrafo, que en muchas ocasiones se han hecho arte y en otras, no. O que incluso vuelven a la vida tras un letargo de años. Su mesa es un mar de hojas que guardan proyectos en tinta azul. Carlos Garaicoa es también sus fotografías. Las está clasificando con ayuda porque le comen el terreno. Él llegó a España hace más de 15 años desde La Habana, donde nació en 1967. Su estudio en Carabanchel, el nuevo polo creativo de Madrid, es diáfano, amplio y austero. Su obra, atravesada por Tatlin y Rodchenko y también por Josef Kosuth, le rodea mientras trabaja junto a su equipo. Es meticuloso. “Me encantan los papeles. Siento una absoluta fascinación por el papel”, deja escapar este artista conceptual español, autor de pinturas, vídeos, instalaciones y esculturas. Actualmente, expone hasta principios de 2025 en Es Baluard Toda utopía pasa por la barriga y, a partir del 23 de enero lo hará en la italiana Galleria Continua, en el barrio del Marais de París.
Este espacio es enorme, con luz, cómodo. Invita a trabajar. ¿El ambiente y el entorno son importantes? Son fundamentales. Sobre todo, el espacio. Yo he trabajado en lugares pequeños toda la vida, chiquitos, lo que te condiciona poder inventarte algo más grande, probar, poder montar instalaciones. Es un lujo estar aquí. El estudio que tenía antes estaba en el centro, en la calle de La Puebla, un local que hoy ocupa la galería El Apartamento. Nunca me hubiera imaginado que acabaría trasladándome a Carabanchel. Allí lo tenía todo a mano, pero al mismo tiempo, era más impersonal, no existía ese contacto que sí experimentamos aquí, la cercanía, cierto calor. Estábamos cerca de cualquier lugar y aquí estamos cerca unos de otros. Yo necesito estar rodeado de la gente que trabaja conmigo. No soy una isla, sino uno más, con mis dudas, que planteo y que expongo en voz alta. Al final, todo es un trabajo que sale de mí. Yo estoy aquí dibujando todo el tiempo, inventando, creando el punto de partida y después se van uniendo muchas otras cosas.
Del centro de Madrid a un garaje. Sí, esto antes era un garaje, un lugar para el engrasado de coches. De hecho, hemos conservado la puerta original que tenía, con el automóvil pintado, pero el interior está totalmente transformado en un local amplio y con luz en el que cada uno tiene su lugar. El espacio condiciona lo que puedes y no puedes hacer. Está mi obra, está mi mesa de trabajo, está la gente que trabaja conmigo. No es un estudio abierto al público, sino cerrado y cada cierto tiempo, tenemos la obra de un artista para que quien esté interesado la pueda ver de cerca. Aquí cada uno tiene su sitio.
¿Tiene un método de trabajo? Trabajo con un equipo y hay que buscar una manera donde todo el mundo pueda congeniar las ideas, entenderlas. Parto del dibujo y también utilizo mucho la fotografía, la escultura. Las cosas pueden surgir sencillamente en unos trazos e ir creciendo hacia una escultura. Los apuntes pueden encerrar una obra, son ideas que están dando vueltas en mi cabeza. Las libretas donde dibujo son una base fundamental, apunto mucho. Y cambio bastante de libretas. Me fascina el papel. No trabajo de una manera metódica.
La fotografía y el papel son relevantes. El dibujo y la fotografía, porque, al final, mi obra es escultórica, aunque tiene vericuetos, caminos, meandros que hacen que me vaya para un lado o hacia otro. Cuando realizas un tipo de trabajo que depende más de uno, la mano mía se concentra más en la producción del estudio. En el caso de la fotografía, como trabajo, tiene una posproducción, las imágenes están tomadas por mí, pero hay trabajos en los que no las puedo hacer yo, como es el caso de los rompecabezas, que son producciones industriales, hechas con plexiglás y caladas en láser.
Los vericuetos de que habla, la ausencia de ir en línea recta. Nunca trabajo en línea recta. Lo hago por series y por grupos. Soy muy inquieto y me aburro fácilmente. Vuelvo, retomo, otras veces las abandono. Volviendo al conjunto de fotografías es un proyecto para mí importante porque quiero terminarlo y serán un total de 12 piezas. Cuando las expuse, tanto en el CAAM de Canarias como en Es Baluard, recibí un feedback significativo del público y me di cuenta de que necesitaba acabar la serie, aunque no estaba pensada de esta manera, pero he visto la importancia que pueden tener en el conjunto. Y de eso se trata también: a veces parece que las artes visuales son más aleatorias, que vas a locas, y no, son ideas concretas a las que has de dar forma. Sobre esta serie me he dado cuenta de que no estaba completa, que aún tenía algo más que decir. La fotografía para mí es una constante, con afán de crear e inventar algo nuevo a partir de ella, de romper la barrera de lo que ya has hecho, el mantenerte creativo, el ir abriendo siempre puertas…. [Gema Pajares. Foto: Alfredo Arias]