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    Joana Vasconcelos, un puente entre tradición y modernidad

    “Quiero tender un puente entre el pasado y el presente, entre la tradición y la modernidad”, nos dice Joana Vasconcelos (París, 1971) cuyas espectaculares esculturas, confeccionadas con objetos y materiales cotidianos, como textiles, cerámicas y electrodomésticos, proponen una mirada fresca sobre asuntos como la identidad, el género o la cultura del consumo. Ha expuesto cuatro veces en la Bienal de Venecia, fue la primera mujer y la artista más joven en hacerlo en Versalles y ha tenido importantes individuales en el Guggenheim de Bilbao, el Yorkshire Sculpture Park y la Galería Uffizi. Desde Lisboa dirige un estudio con medio centenar de asistentes además de su propia fundación que tiene como misión “apoyar a todos aquellos que hacen del Arte su camino.” Este mes es la artista invitada de la feria BRAFA de Bruselas y también presenta la intervención artística que ha llevado a cabo en el Palacio de Liria con la que ha transformado los salones y jardines de la histórica residencia madrileña de los Alba.

    Usted empezó como orfebre, haciendo joyas, ¿cómo conecta ese bagaje con sus esculturas? Mi formación en joyería está estrechamente ligada a mis proyectos escultóricos. Aunque la escala ha cambiado drásticamente, los principios siguen siendo los mismos. Como joyera aprendí a trabajar minuciosamente con los materiales, las formas y los detalles, destrezas fundamentales para llevar a cabo hoy mis grandes piezas escultóricas. Tanto una joya como una escultura monumental requieren de un profundo conocimiento sobre cómo se relacionan los objetos con el cuerpo o con el espacio que los rodea. Lo que realmente me emociona es la forma en que mis obras interactúan con su entorno. Al igual que las joyas se funden con la persona que las lleva, mis esculturas se adaptan a los espacios que habitan. El contexto cultural e histórico de un lugar añade capas de significado a la obra, influye en cómo se percibe y entiende. Y esta relación es esencial para mí.

    Su seña de identidad es la fusión de artesanía con tecnología. Que, de hecho, está profundamente arraigada en mi herencia cultural. La artesanía tradicional portuguesa (azulejos, cerámica, tejidos, bordados y ebanistería dorada) es un rasgo esencial de mi trabajo, ya que refleja la riqueza barroca que me rodea. Estas técnicas artesanales no son meramente decorativas sino que son portadoras de la historia, de los conocimientos y el espíritu de las gentes que las han conservado durante generaciones. Al integrar estos oficios en mi obra contemporánea, rindo homenaje a ese legado a la vez que lo hago dialogar con el presente. Es una forma de mantener vivas estas tradiciones, además de reivindicar su relevancia en el panorama artístico actual. Pero la tecnología desempeña un papel igual de importante en mi obra.

    ¿De qué manera? Bueno, llevo mucho tiempo explorando las posibilidades de combinar conocimientos artesanales con innovaciones como la electricidad y la iluminación, creando un puente entre el pasado y el futuro. Para mí, no se trata de elegir entre artesanía o tecnología, sino de asimilar ambas para abrir nuevas perspectivas. Al incorporar técnicas como el ganchillo -tradicionalmente confinado a la esfera doméstica- reivindico estos oficios, los saco de sus espacios ocultos y privados y los transformo en contundentes manifiestos públicos. Esta mezcla de lo antiguo y lo nuevo permite que espectadores de todo el mundo conecten con mis obras tanto a nivel personal como universal. Por eso, trabajar con materiales locales es también una forma de preservar nuestra memoria para las generaciones futuras. Yo buceo en la tradición, la artesanía y las técnicas populares portuguesas, las descontextualizo y reinterpreto para la contemporaneidad.

    ¿Cómo definiría lo que hace? ¿Cómo Arte Pop, Conceptual…?  Me niego a encasillar mi trabajo. Aunque el uso que hago de objetos cotidianos y la subversión de sus significados evocan la tradición del readymade, tengo un enfoque distinto. No me limito a elevar estos objetos a la categoría de arte, sino que los transformo, maximizando su potencial estético y creando nuevas capas de significado. Para mí, los objetos son materias primas -ya sea una sartén, un coche o una blonda de ganchillo- y, mediante la intervención artística, les doy una nueva vida para que los espectadores los vean bajo una luz completamente diferente. Me interesa conectar lo doméstico con lo público, por eso juego con la dicotomía de llevar sartenes u otros utensilios caseros al espacio público o esculturas de jardín dentro de la casa. En cuanto a influencias, me nutro de un amplio abanico de ellas, desde los planteamientos conceptuales de Duchamp hasta el atractivo visual del Pop Art. En última instancia, diría que mi trabajo consiste en sorprender a la gente y desafiar sus percepciones… [Vanessa García-Osuna. Foto: © Lionel Balteiro para Atelier Joana Vasconcelos]

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