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    Extraer belleza del dolor

    En Ibiza, junto a la paradisíaca playa de Ses Salines y en el entorno del Parque Natural de Ses Salines, está la Fundación La Nave Salinas. Se trata de un edificio muy austero de paredes de piedra, donde se almacenaba la sal antes de embarcarla; fue construido en 1941 y sirvió para dar empleo durante la posguerra española. El tiempo lo dejó en desuso y permaneció cerrado hasta 2015, cuando el empresario y coleccionista Lio Malca lo descubrió y lo transformó en un espacio dedicado a exposiciones de arte contemporáneo compartiendo su colección personal con el público, pensando que era una forma de mostrar su gratitud a la isla que tanto le había dado, como un homenaje a las islas de Ibiza, Formentera y sus visitantes. En La Nave Salinas se han hecho exposiciones de KAWS, Marco Brambilla, Keith Haring, Bill Viola, Kenny Scharf, Rafa Macarrón y actualmente, Eva Beresin.

    Descubierta por Instagram por el crítico Kenny Schachter, Eva Beresin (Budapest, 1955) vive y trabaja en Viena, donde la representa la galería Charim. Lio Malca la conoció en la feria NADA en Miami en 2021, donde trató de comprar una pieza pero ya estaba vendida; contactó con ella por Instagram y así comenzó la relación, que se ha materializado en esta exposición que acaba de inaugurarse y puede visitarse hasta el 28 de octubre. Su obra se basa en la percepción de sí misma como niña y mujer que ha crecido entre el horror de una familia judía que fue deportada a un campo de concentración. En verano de 2019, pudo hacer un viaje a Auschwitz, viviendo así la oportunidad de cumplir su antiguo deseo de visitar el campo de concentración donde mataron a la mayor parte de su familia y donde sobrevivió su madre. El diario de su madre, escrito después de su liberación de Auschwitz y que Eva Beresin solo se atrevió a leer después de su muerte, ha sido un motivo recurrente en sus pinturas. 

    Prácticas diarias de pecados capitales y otros disparates es la exposición que Beresin presenta en La Nave, que permanecerá abierta hasta otoño. Se trata de una serie de obras, la mayoría de gran formato, que ha creado a propósito para protagonizar la temporada expositiva de este verano. Como ha dicho Beresin en la inauguración, para ella, el sentido del humor es la única manera de sobrevivir ante las situaciones horribles de la vida, y esto es muy evidente en su pintura, en la que trata de buscar la belleza en el dolor. Sus personajes son su propio cuerpo frente a un espejo, en los que van superponiéndose el tiempo, los recuerdos, las emociones y los sentimientos hasta representarse como autorretratos distorsionados como caricaturas, rostros en los que se funden lo femenino, lo masculino, lo animal y el sarcasmo; incluso a veces ella misma se muestra desnuda y vulnerable. En sus expresiones podemos ver huellas de Goya, de James Ensor y de Bacon. Entre el humor, el cinismo, la crítica y el dolor, Beresin relata su propia historia y la de un pueblo y «mi valor para presentar todo con tanta claridad me hace reír y tiene un efecto calmante». [Marga Perera].

    Eva Beresin, La última cena. Foto: Pauina Buda
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