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    ¡Indignaos!. La denuncia de Mitch Epstein

    Durante cinco años, el fotógrafo norteamericano Mitch Epstein (Holyoke, Massachussets, 1952) atravesó de punta a punta los Estados Unidos para documentar los devastadores efectos producidos por la búsqueda de energía, en el entorno y los habitantes de su país.
    El resultado es American Power, una serie de poderosas imágenes de gran formato inspiradas en el tema Crecimiento [Growth] que consiguió el primer premio, dotado con 82.000 euros, de la tercera edición del Prix Pictet, el certamen internacional más prestigioso dedicado a Fotografía y Sostenibilidad. Las fotografías de Epstein forman parte de importantes colecciones públicas de todo el mundo, entre ellas, la del MoMA y el Whitney de Nueva York, el J.Paul Getty de Los Angeles, el MoMA de San Francisco y la Tate Modern de Londres.
    Kofi Annan, antiguo Secretario General de las Naciones Unidas y presidente honorario del Prix Pictet, declaró “es difícil contemplar estas fotografías sin sentirse emocionado e incluso indignado. Y sin embargo, a pesar de lo sombrío del mensaje, la creatividad y el espíritu de estos artistas también nos ofrecen la esperanza de que nosotros, la raza humana, tenemos la capacidad de descubrir, unirnos y responder juntos a estos retos”. Tendencias del Mercado del Arte ha conversado con Epstein, que reside en Nueva York con su mujer y su hija, quien nos desveló los detalles más curiosos de este proyecto, y recordó las enseñanzas que recibió de su maestro, el gran Garry Winogrand.

    ¿Cuál fue su primera experiencia con la fotografía?
    ¡Acepté ser el editor del anuario de mi instituto!. Quería hacer algo diferente a lo que se realizaba habitualmente en mi escuela preparatoria de Nueva Inglaterra, que era muy tradicional. No me gustaba la típica fotografía formal de estudiantes y profesores, donde cada uno sale idéntico a los demás y no se capta la personalidad de nadie. Me puse a buscar fotógrafos por el campus que pudieran hacer retratos menos convencionales, pero no encontré ninguno. Así que al final me tocó hacerlos a mi. Aquellos retratos fueron uno de mis primeros trabajos. Después simplemente seguí haciendo fotos…

    Usted fue alumno de uno de los grandes maestros modernos, Garry Winogrand, conocido como “el príncipe de las calles”. ¿Cómo era como profesor?
    Garry hablaba poco en clase, nos obligaba a trabajar sin tener en cuenta clichés artísticos. No tenía paciencia para la retórica. Era un creador obsesivo y aprendí a disparar la cámara viéndole a él hacer sus fotos por las calles. Era feliz observando el mundo y descubriendo nuevas maneras de fotografiarlo. Yo soy igual que él. Sus silencios en clase eran legendarios. Eran una especie de rito de iniciación. No nos daba respuestas, nos hacía deducir las cosas por nosotros mismos.

    Al igual que su maestro, usted desarrolla ambiciosos proyectos que posteriormente publica como libros. ¿Cuáles tienen un significado especial para usted?
    Mi relación con mis fotografías y con mis libros es muy diferente a la suya. Garry publicó varias monografías, pero normalmente dejaba la edición a otros. Yo controlo todo el proceso al detalle, incluso reescribo parte de los textos; editar las fotos forma parte del propio proceso de hacerlas. La maquetación y el diseño de los libros es fascinante. ¡Es un arte en sí mismo!. Dedico un montón de tiempo a conceptualizar y secuenciar cada libro. Family Business es, quizás, el más importante porque supuso un punto de inflexión en mi enfoque y métodos.
    Me liberé para poder utilizar múltiples medios –fotogramas, materiales de archivo, entrevistas y ensayos personales-, y eso hizo que cada libro fuera mucho más que una simple compilación de mis imágenes favoritas colocadas entre dos tapas. Ese libro, además, me hizo reflexionar sobre la relación entre la vida pública y la privada, un tema cada vez más importante en mi obra.

    Usted fue uno de los primeros fotógrafos en demostrar que el color puede ser tan excitante e ingenioso como el blanco y negro. ¿Qué le enseñó Winogrand en relación al color?
    ¡Nada!. Algunos compañeros y yo le pedimos trabajar en color y él se arrepintió. Fue una gran lección aprender el color con un artista que solo utilizó el blanco y negro, y que no hizo ningún escándalo sobre ello. Sin darse cuenta Garry me enseñó a no exagerar, a no recargar el color, sino a integrarlo en la imagen como un elemento compositivo más.

    ¿Quiénes han sido sus grandes influencias?
    Son demasiados para hacer aquí una lista: Eugene Atget, John Cassevettes, Emily Dickinson, Bob Dylan, Walker Evans, Edward Hopper, Edouard Manet, Gerhard Richter, Yasujiro Ozu, August Sander…

    ¿Han evolucionado sus ideas sobre la fotografía?
    ¡Y tanto!. Al principio no dejaba de apretar el obturador de la cámara durante una hora. Ahora puedo salir a hacer fotos un día entero y hacer solo una fotografía.

    Háblenos de su proceso de trabajo …
    Normalmente no simultaneo trabajos porque mis proyectos suelen ser muy complicados y conllevan mucha investigación y una compleja estrategia de producción. Al mismo tiempo que voy haciendo las fotos preparo exposiciones, libros y portafolios. Me llevo al límite. ¡Pero también tengo una familia a la que dedicar tiempo!.

    Quo vadis mundo?
    “El proyecto American Power surge del encargo de la revista The New York Times, que quería que fotografiara un pueblo de Ohio, Cheshire, que había muerto como consecuencia de la contaminación que generaba una central eléctrica y donde solo quedaban algunas personas mayores que se resistían a dejar sus casas. La experiencia me dejó tan trastornado durante meses que a partir de aquel viaje quise seguir el rastro de otros lugares como aquel y hacer una serie.
    Son sitios fuertemente protegidos por las corporaciones energéticas y por agentes de la Seguridad Nacional. Las enormes medidas de seguridad que me encontré fueron mi mayor obstáculo, tanto en términos prácticos como psicológicos. Era desmoralizador que los funcionarios policiales me obligaran a abandonar lugares públicos donde podía estar legalmente. La paranoia que descubrí en mi propio país me dejó asombrado y consternado. Y, por supuesto, supuso un reto a mi espíritu inquieto porque quise estudiar de cerca durante un tiempo nuestra situación energética actual, que considero seriamente equivocada y perjudicial para la vida humana y el medio ambiente. Logré hacer fotos reveladoras, aunque no me permitieron acceder al interior de ninguna de las instalaciones. Irónicamente, ¡ser excluido acabó por ser un regalo!. Me obligó a ser más ingenioso e imaginativo.”

    Colaboradores de lujo
    Mitch Epstein ha colaborado con distintos artistas, entre ellos, su ex mujer, la cineasta india Mira Nair, y el músico Erik Friedlander. “Trabajar con Erik ha sido extraordinario e inspirador. Él compuso música para violonchelo en respuesta a mis fotos de American Power y el Prix Pictet nos encargó hacer una performance durante Les Rencontres d’Arles, el pasado mes de julio. Salió bien porque los dos estábamos abiertos a todo y teníamos claro lo que necesitábamos y lo que no funcionaba. Podíamos ser completamente honestos el uno con el otro, porque nuestros egos no estaban involucrados. Las colaboraciones funcionan cuando las partes implicadas se lo toman en serio, sienten entusiasmo, no están encorsetados por ideas preconcebidas, ¡y comparten profesionalidad y sentido del humor!.”

    Jorge Kunitz

    Epstein

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