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    Informalismo, el arte que grita

    El informalismo es uno de los movimientos más relevantes que ha tenido Cataluña en la segunda mitad del siglo XX por lo que significó de libertad creativa y de ruptura con la limitación representativa impuesta en el contexto del franquismo en España. Como tendencia artística, en Europa surgió una vez terminada la Segunda Guerra Mundial; fue un arte auténtico, inconformista, irracional, que respondía a un estado de ánimo y a la propia verdad interior, y fue definido con conceptos como “art-autre” o “art informel”, acuñados por el crítico de arte francés Michel Tapié, en 1951, para reivindicar un “arte distinto”. Un arte que renunciaba a la organización compositiva y a todo lo que fuera elaboración racional, y que apostaba por obras que no representaran nada, sino que fueran manifestaciones plásticas con valor propio. Un arte personal e introspectivo, que respondía al panorama desolador que invadía la Europa de posguerra. En Cataluña, el informalismo llegó a lo largo de la década de 1956-1966 cuando más seguidores catalanes experimentaron con estas nuevas vías de expresión. Muchos de ellos habían viajado a París, algunos como Tàpies, Cuixart, August Puig, Ràfols-Casamada, Guinovart, Jordi Curós o Subirachs becados por el Círculo Maillol del Instituto Francés. Allí conectaron con los nuevos postulados artísticos. Pero uno de los hechos más determinantes fue Otro arte, la exposición internacional de pintura y escultura que presentó la Sala Gaspar de Barcelona en 1957, en la que se pudieron ver las propuestas internacionales más innovadoras. Las novedades que llegaban del mundo cautivaron a los artistas catalanes y las tendencias informalistas impactaron con fuerza en muchos de ellos.

    Jean-Baptiste Chéreau, Sin título, 1962. Foto: © Fotogasull

    Asimismo, a medida que el régimen franquista se abría a la política internacional, apadrinó la vanguardia artística como signo de apertura y de cambio tanto estético como cultural. Ahora, el Museu d’Art de Girona le dedica la exposición Otro Arte. Informalismo en Cataluña, 1956-1966, con una extensa revisión sobre este movimiento, que recoge también la toma de conciencia del papel de la mujer en el arte, que históricamente ha sido relegada e ignorada. Con más de 60 obras de 41 artistas, los comisarios, Conxita Oliver y Joan Gil, reivindican la trascendencia histórica de esta tendencia y sus protagonistas para situarla en el lugar que merece en la historiografía del arte catalán contemporáneo y para que esté presente como corresponde en los discursos expositivos de los museos nacionales. El recorrido se inicia con una primera contextualización: un amplio mosaico documental que dibuja un mapa de las acciones y exposiciones más significativas del movimiento en América, Europa, España y Cataluña. A continuación, se ordena la muestra en cinco ámbitos conceptuales.

    Eduard Alcoy, Pintura D-1/60, 1960. Foto: © Fotogasull

    El primero está dedicado a los artistas Albert Ràfols Casamada, Romà Vallès, Evarist Vallès y Antoni Tàpies, de los que este año se celebra el centenario de su nacimiento. El segundo está destinado a las artistas informalistas, encarnadas en Magda Ferrer, Elena Paredes, Amèlia Riera, Conxa Sisquella, Anita Solà d’Imbert y Maria Assumpció Raventós, con una selección de obras que demuestra su fuerza y potencia creativa, a pesar de las dificultades que sufrieron para profesionalizarse quedando muchas de ellas en el olvido. El resto de secciones se agrupan según la tendencia: la pintura gestual o de acción caracterizada por obras de pinceladas enérgicas y expresivas, con obras de Teodoro Asensio, Eduard Alcoy, Joan Hernández Pijuan o Enric Planasdurà, entre otros; la pintura matérica, de la que en Cataluña Tàpies es el representante más significativo, además de figuras como Daniel Argimon, Modest Cuixart, Josep Guinovart, y muchos otros autores que quedaron seducidos por los grosores y las texturas; el tachismo, con propuestas de Joan-Josep Tharrats y August Puig; el espacialismo, que ofrece una concepción inédita de la noción tradicional de espacio con diversidad de propuestas como las de Agustí Español Viñas, Norman Narotzky o Lluís Bosch, que experimentan con campos cromáticos o Carles Planell, que perfora y agujerea las telas, al igual que Joan Furriols, que lo hace con planchas metálicas. También se reserva un apartado al grupo “0 Figura”, nombre adoptado por el colectivo formado por Joan Claret, Joan Hernández Pijuan, Joan-Josep Tharrats, Josep Maria Subirachs, Joan Vilacasas y el crítico de arte Rafael Santos Torroella, activo entre 1960 y 1963. Un espacio está dedicado a Antoni Tàpies, uno de los introductores del movimiento y el pintor informalista más paradigmático.

    Nadia Werba, Carlos, c. 1960. Foto: © Fotogasull

    [Hasta el 1 de abril. Museu d’Art de Girona. Museuart.cat]

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