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    La conciencia animal de Estela de Castro

    Con 12 años, Estela de Castro (Madrid, 1978) descubrió su vocación y pronto empezó a formarse como fotógrafa de la mano de maestros como Javier Vallhonrat, Eduardo Momeñe o Manuel Outumuro. Su personalidad se revela especialmente en el retrato “uno de los géneros más complejos de la fotografía, y es que no sólo incluye aspectos técnicos como el manejo de la luz o la composición, también debemos enfrentarnos cara a cara con la persona a la que vamos a fotografiar”, ha explicado. Su receta es: “Mirar, sentir, respirar… propongo disparar menos y pensar más. Cuidar cada centímetro de esa porción del mundo que hemos elegido para crear una imagen, para contar una historia.”Fue su destreza como retratista la que la llevó a ser elegida por la Casa Real para realizar los primeros retratos oficiales de los Reyes, de la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Una dolorosa circunstancia familiar le hace mirar el mundo con un filtro de empatía pero también le impulsa a ejercer el activismo con su cámara en favor de los derechos humanos y de los animales. Estos días presenta su proyecto The Animals en el espacio Wonder Photo Shop de Barcelona, una galeria de imágenes conmovedoras con las que pretende concienciar sobre el maltrato mediante retratos de animales rescatados de situaciones de abandono, caza, circo, zoo, laboratorios, atropellos, criaderos o tráfico ilegal.

    ¿Cómo llegó a la fotografía? Mi padre era aficionado y siempre hacía fotos de todos los eventos familiares, viajes, cumpleaños, iba documentándolo todo, y desde muy pequeña entendí la importancia de la fotografía viendo esos álbumes maravillosos físicos que teníamos antes y que todos seguimos conservando. Es una pena que los niños de hoy no vayan a tener eso, porque ahora todo es digital, no se imprime nada, y su historia se irá perdiendo. Así que desde niña entendí su valor y a los 12 años decidí que iba a ser fotógrafa. Un día, jugando con unas amigas a ser modelo, pensé que ser fotógrafa tenía que ser un trabajo muy interesante y empecé a hacer fotos de mis amistades porque yo pensaba que la fotografía era eso, fotografiar a las personas de tu alrededor, como me había enseñado mi padre. Luego, ya con 15 años, empecé a estudiar fotografía y nunca me salí del camino; así que, desde que tenía 12 años, cuando me dije a mí misma que sería fotógrafa he seguido y lo he conseguido. A mis alumnos les digo que éste no es un camino fácil ni rápido, sino duro y dificultoso y que hay que trabajar mucho.

    Ahora expone en Barcelona fotografías de su proyecto The animals, iniciado en 2020 Son animales que han sido víctimas de algún tipo de explotación o de maltrato y que han sido rescatados y están en centros de acogida o en santuarios, que en Cataluña tenéis muchos, o animales que están en centros de recuperación porque han sido víctimas del circo, el zoo, la experimentación, la violencia vicaria, el mascotismo.  Los he planteado como retratos de estudio, aunque no se tomaron en uno, sino donde ellos viven pero con una tela negra y demás. Se ha publicado un libro, editado por La Fábrica, que el Ministerio de Cultura premió como el mejor libro de arte del año, y en el que cada retrato va acompañado de su correspondiente historia del maltrato. Lo hay de muchos tipos, desde peleas de gallos a granjas de foie, etc.

    ¿Cómo llega a estos animales? Mis proyectos nunca nacen de un propósito concreto, sino que surgen y entonces me doy cuenta de que tengo algo. Éste lo inicié porque empecé a hacer fotos de perros y gatos de una protectora de Madrid, que se llama Animal Rescue España, para ayudarles con las adopciones porque con una buena foto es más fácil que el animal sea adoptado; allí también tienen un pequeño santuario, donde viven ovejas, cerdos, gallinas, gallos, que es el animal que representa mi proyecto The Animals y que sale en la portada del libro. Fui primero para ayudar pero me gustó tanto que empecé a visitar más santuarios, pensando en que las fotografías se utilizasen no sólo para adopciones, sino para denunciar la explotación. Hay mucha gente concienciada con el bienestar de los perros y los gatos, pero no con el de los cerdos, las vacas, las cabras o las gallinas… [Marga Perera. Foto: Maria Dias]

     

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