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    Marina Abramović, de hierro y seda

    “Sólo hago aquello que me da miedo, porque eso es lo que da sentido a todo”, confiesa Marina Abramović (1946), pionera de la performance, que lleva medio siglo fascinando al público al desafiar los límites de su cuerpo y su mente. La popular creadora serbia, que recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2021, se formó como pintora en la Academia de Bellas Artes de Belgrado y empezó a dedicarse a la performance a principios de los años 70 fijando ya las señas de identidad de su obra: acciones cotidianas que se ritualizan mediante la repetición y la resistencia física y mental.

    La Royal Academy de Londres repasa el medio siglo de carrera de la influyente performer en una retrospectiva que ha tenido que posponerse tres años debido a la pandemia: “Estoy feliz de que las cosas se hayan desarrollado así porque en 2020 la exposición hubiera sido completamente diferente de lo que será en 2023. Estos tres años me han dado tiempo para reflexionar, y básicamente para cambiarlo todo. Trabajar con la comisaria Andrea Tarsia ha sido maravilloso, porque dijimos, “Muy bien, descartemos todo, cada idea que hemos tenido hasta ahora, y comencemos de nuevo con una pizarra en blanco”, le ha contado a la escritora Sinéad Gleeson.

    La novedad y radicalidad de las propuestas de Abramović conmocionaron la escena artística yugoslava en los años 70. “Casi todo el tiempo me sentía como si fuera la primera mujer en pisar la Luna”, le ha confesado a Gleeson. “En primer lugar, las cosas que hacía iban en contra de mi propia familia. Fueron interrogados en una reunión del Partido Comunista: “¿cómo permiten que la hija de un general queme la estrella comunista en la plaza [Rhythm 5, 1974]? Al mismo tiempo, todavía tenía que vivir con mi familia, porque en el régimen comunista, nadie tenía su propio lugar. Hiciera lo que hiciera, tenía que estar en casa a las 10 de la noche. Esta era la regla. Los periódicos decían que mi trabajo era «escandaloso», que deberían internarme en un manicomio, que esto no era arte. Incluso mi profesor se sentía avergonzado de verme. Yo era una completa desgracia. No sé por qué tuve esta visión increíblemente poderosa, pero sabía que estaba en el camino correcto. Había algo en mí, mi fuego, mi intuición total, que me decía que tenía que hacer esto. Bueno, han pasado 50 años. Y tenía razón.” [Jorge Kunitz. Marina Abramović, The Artist is Present, 2010. Performance en el MoMA. © Marina Abramović. Foto: Marco Anelli]

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