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    ORLAN, la rebeldía hecha carne

    “Soy una artista conceptual que ama la carne, los colores, la forma, que investiga el estatus del cuerpo en la sociedad…”, así se define ORLAN (1947), una figura pionera del arte conceptual. Su icónico pelo blanco y negro no es lo único a lo que se mantiene fiel, también a los principios que proclama en su Manifesto Carnal Art, que publicó en 1989, en los que reivindicó su propio cuerpo para modificarlo y convertirlo en lugar de debate público a través de la práctica de operación-quirúrgica-performance. Feminista comprometida, su objetivo no es criticar la cirugía estética, sino los estándares que transmite y luchar contra todos los estereotipos que definen cómo debe ser la mujer. Nacida Mireille Suzanne Francette Porte en la localidad francesa de Saint-Étienne, con 15 años se cambió el nombre por el de ORLAN, que escribe siempre en mayúsculas porque “no quiero que me encasillen”. En esta entrevista nos habla del arte carnal y sus diferencias con el body art; aclara errores y malentendidos que existen sobre ella además de explicar la razón de ser de su proyecto Weeping women are angry, inspirado en los retratos de Dora Maar llorando de Picasso, que se presentó en Barcelona, en la galería Rocío Santa Cruz, y ahora lo hace en Madrid, en la exposición This is my history…of art, en el contexto de PHotoEspaña; el objetivo no es juzgar a Picasso ni a Dora Maar, sino animar a las mujeres a no someterse más, a dejar de llorar, a emanciparse.

    ¿Cómo fue su primer contacto con el arte? Somos seres absorbentes y probablemente me impregné de muchas cosas que me construyeron como persona; en casa solamente había una pequeña pintura que me hacía soñar. Estaba trabajada con mucha materia, tal vez con espátula. Se trataba de la representación de un camino muy sombrío que se iba estrechando y terminaba en el horizonte. Yo solía fantasear con lo que habría después de esa línea, tal vez otros países, mundos nuevos… Diría que de forma inconsciente me influyó la Victoria de Samotracia. Me saltó a los ojos cuando me topé con ella por casualidad después de equivocarme de salida en la autopista y encontrarme de nuevo en el barrio donde crecí en Saint-Étienne, en París. Volví a ver mi escuela que había quedado completamente devastada por las bombas durante la guerra, y había sido reconstruida rápidamente y sin gracia. El edificio tenía en su fachada una pequeña reproducción de la Victoria de Samotracia, que se había recuperado de las ruinas. Pensé que toda mi fascinación por los pliegues, los vestidos plisados y las mujeres decididas, que caminan con fuerza y pasión hacia una meta venía en parte de ahí…. [Marga Perera. Foto: Ali Mahdavi]

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