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    Postales donostiarras de Sorolla

    Enmarcado en la programación oficial del centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923), el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla presentan la propuesta expositiva Viajar para pintar, que lleva las obras del maestro de la luz a los principales enclaves donde fueron ejecutadas al natural o au plein air. Un merecido homenaje a sus prolíficas campañas estivales, propias del viajero infatigable que fue Sorolla. En colaboración con el Museo San Telmo, el primer destino del proyecto es Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián, ciudad con la que el artista valenciano conformó un binomio indisoluble, ya que encontró en ella el lugar idóneo para evadirse y pintar, sin dejar de disfrutar de un clima fresco y una ajetreada vida social. A lo largo de más de treinta años (de 1889 a 1921), el pintor veraneó de manera intermitente en la capital guipuzcoana acompañado casi siempre por su familia, su esposa Clotilde y sus hijos María, Joaquín y Elena. En sus pinturas, captó la modernidad donostiarra a través de su luminosa y vívida paleta, y definió el ideario visual que todavía hoy se vincula a la ciudad.

    Joaquín Sorolla, Traineras en San Sebastián, 1917-18

    Según la comisaria de la muestra, Acacia Sánchez Domínguez: “Podemos establecer dos potentes razones que motivaron la elección de Sorolla por San Sebastián y que estructuran la muestra. La primera de ellas es meramente pictórica; la cambiante luz del Cantábrico. Sorolla realizó un loable ejercicio de introspección al mudar los tonos de su paleta a una gama más suave y matizada, más acorde al cambiante clima del norte peninsular. Reunida por primera vez en el Museo San Telmo, se presenta una selección de su afamada serie de vistas de El rompeolas, con el monte Ulía, o de paisajes del interior de San Sebastián, principales escenarios que cautivaron al maestro. Además Sorolla encontró en la localidad vasca el lugar más adecuado en el que pintar sus pequeñas notas de color y así ejercer como el sagaz cronista social que fue a lo largo de toda su carrera.” En sus amplias avenidas y en la playa de La Concha se dieron cita tanto la adinerada clientela del pintor, como su nutrido grupo de amigos en un ambiente cosmopolita. Todos ellos seducidos por el nuevo concepto de ocio al aire libre que trajeron los principios higienistas en alza. “Estas notas son los testigos más fieles de sus estancias, y en ellas captó el instante irrepetible de la cotidianidad de la ciudad en el periodo de entre siglos -explica la comisaria- Concebidas como obras finales en sí mismas, tienen un gran valor por su autenticidad y constituyen la esencia misma de su pintura al ser el medio más directo del que dispuso para capturar la realidad.» Museo San Telmo, San Sebastián. Hasta el 15 de octubre.

    Joaquín Sorolla, En la playa. San Sebastián, 1900
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