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    Tótems domésticos en la tienda del Thyssen

    Los museos tienen diversos canales a través de los que conseguir fondos con los que, además de sostenerse, se contribuye al estudio y conservación de sus colecciones. Uno de los más populares son sus tiendas de regalos. La del Museo Thyssen-Bornemisza es parada obligada para sus visitantes a los que se seduce con una cuidada oferta en la que hay desde objetos originales inspirados en los artistas y obras emblemáticas de la colección a productos basados en las exposiciones temporales que llevan el sello de prestigiosos diseñadores y artesanos y, por supuesto, sus libros y catálogos. Collares con flores de papel, pañuelos de seda pintada a mano, mantas de mohair con decoración cubista, vajillas artesanales, lámparas, zapatos e incluso bañadores o gabardinas, son algunos del centenar de productos que pueden encontrarse en sus estantes. Con acceso directo desde la calle, recibe más de un millón de visitas al año y en 2023, facturó más de 3 millones de euros como nos cuenta su responsable, Ana Cela, directora de Publicaciones y de la Tienda-Librería.

    ¿Cómo ha evolucionado la tienda desde su apertura? Llevo 18 años vinculada a ella y es cierto que cuando yo llegué estaba más enfocada a la parte de los libros que a la de los objetos. Como tienda tenemos varias ventajas: que tiene acceso directo desde la calle y que los objetos se inspiran en las obras de la colección o de las exposiciones temporales. Nos esmeramos porque sean productos exclusivos y que giren en torno al arte, la artesanía, el diseño… Queremos sacar a la luz a creadores que trabajan pequeñas ediciones, y también colaborar con empresas de prestigio que nos ayuden a “comunicar” el museo y hacerlo visible allí donde es más difícil. 

    ¿Cuál es el rango de precios? De 1 a 9.000 euros, que es lo que costaba una litografía de Miró que vendimos el año pasado. Tenemos desde objetos pintados a mano (como sedas o manteles) hasta piezas únicas o ediciones muy limitadas realizadas por artesanos con maravillosos diseños contemporáneos. 

    Hábleme de una de estas piezas exclusivas Por ejemplo, una sopera de porcelana de la artista japonesa Yukiko Kitahara del Taller Kúu. Lo curioso es que, al principio, pensé que se quedaría como pieza de escaparate. La vajilla está inspirada en un bodegón de Balthasar van der Ast (Vaso chino con flores, conchas e insectos, 1628) y se vende bien [su precio son 620 euros]. Obviamente no vendemos una todos los días, claro, pero ha tenido éxito. También tenemos unas mantas de lana mohair producidas por Mantas Ezcaray siguiendo unos procesos artesanales y tradicionales y que se inspiran en obras del museo, desde un bodegón con frutas de Willem Van Aelst a cuadros de Mondrian y Braque.

    ¿Detecta tendencias en los gustos de los compradores? Pienso que la artesanía se aprecia más y el público empieza a entender, aunque todavía sigue costando, que una taza industrial no puede costar lo mismo que una de un artesano, hecha a mano, en la que ha aplicado un conocimiento especial y que tiene una tirada limitada. Para mí el lujo no es un bolso carísimo del que se han fabricado 150.000 iguales, sino uno del que existen 150 ejemplares confeccionados de manera artesanal. Nosotros apostamos mucho por lo local, salimos poco de la Península, porque también ‘tocamos’ Portugal. 

    ¿Qué exposiciones fueron más exitosas? Me centraré no en el éxito de la exposición sino en el de la tienda específica de las exposiciones temporales. Ha habido algunas como las de Hopper, Antonio López o Georgia O’Keeffe muy exitosas, algunas son más fáciles que otras para hacer producto. Por ejemplo, una de Sonia Delaunay te brinda múltiples opciones, igual que sucede con la actual de Isabel Quintanilla, de la que pueden surgir muchos productos. Pero tuvimos una maravillosa de Rembrandt, donde eran todo retratos de señores con gola, y al principio pensábamos: ‘¿qué vamos a hacer con esto?’. Bueno, ¡pues salieron objetos increíbles!. Desde una camiseta que tenía impresa una gola encima, a un babero con una gola, hasta una lámpara que al abrirse era como una gola. Nuestra diseñadora, Carlota Pereiro, es muy imaginativa y sabe sacarle jugo a las cosas más inesperadas.

    ¿Qué colaboraciones han sido un hito? La más emblemática fue con Swatch, porque les estuve persiguiendo durante años. Hicimos una colección de 3 relojes, que ellos produjeron, diseñaron y distribuyeron en sus tiendas, y nosotros vendimos una parte también aquí en la tienda. Y además nos pagaron royalties por las ventas externas. Fue un proyecto muy gratificante. También recuerdo las que hicimos con la diseñadora de joyas Helena Rohner, con Ailanto, La Casita de Wendy, Santa & Cole o con la Cartuja de Sevilla, con la que produjimos una vajilla preciosa. Ahora tenemos entre manos un proyecto con la casa Lladró que saldrá en otoño. La tienda es una parte del museo que aporta, por un lado, unos ingresos para poder seguir haciendo las exposiciones y mantener las colecciones, y por otro, visibilidad y proyección. 

    ¿Tiene alguna soñada? Llevaba mucho tiempo detrás de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y parece que por fin este sueño se hará realidad porque ya estamos trabajando en un diseño y viendo cómo abordar la producción. También me encantaría hacer algo con Idoia Cuesta que hace unas piezas de cestería increíbles.

    La tienda es visitada por miles de personas pero ¿recuerda alguna venta memorable? Este año hemos superado el millón de visitantes, pero como la tienda tiene un acceso directo desde la calle hay una parte de las visitas que son difíciles de contabilizar. Una venta inolvidable fue la litografía de Miró que mencionaba antes, que costaba 9.000 euros, y que estuvimos a punto de perder porque el lector de tarjetas se estropeó justo en ese momento. Afortunadamente, todo se arregló y el cliente pudo hacer el pago. 

     

    https://tienda.museothyssen.org

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